Mujer vasija

Buscando en Internet es muy fácil encontrar la definición de la palabra dignidad. Esa cualidad humana que todos creemos disponer pero que, a la hora de la verdad, nos falla el sentido muchas veces y no lo tenemos tan claro. ¿Tendré o no tendré?

Una de las mejores explicaciones que he encontrado sobre el significado de la dignidad humana es sin lugar a duda, aquella que nos dice que refiere al respeto que cualquier individuo siente por sí mismo al necesitar ser respetado y valorado por los demás, implicando en ello, un principio de igualdad que se deriva como un derecho fundamental de la persona. Por tanto, todo lo contrario, a la dignidad humana será, casi con total seguridad, cualquier tipo de discriminación negativa respecto a otros seres del entorno por causas de diferentes índoles.

Un vientre de alquiler convierte a la mujer en una máquina con un objetivo simple; la de proporcionar un hijo a alguien dispuesto a pagar por ello. A través de los vientres de alquiler, decimos adiós a la dignidad femenina, decimos adiós a la dignidad infantil de ese niño, decimos adiós a varios derechos fundamentales que no tienen cabida en una época medianamente convencional y moderna. Hay que decir que las mujeres que son más vulnerables y están expuestas para ser usadas se encuentran, mayoritariamente, en países pobres o en vías de desarrollo cual objeto indispensable para formar parte de esta locura, pasando a ser explotadas por agencias como vasijas fabricadoras de bebés para el primer mundo y desde el minuto uno en el que se firma un contrato.

Pero no creamos que un menor gestado en un vientre de alquiler se ve menos expuesto al mercadeo que una mujer que gesta. A los más inocentes de esta historia, los pueden rechazar después de nacidos por un lunar feo en un lugar vistoso, por malformaciones serias o leves o, incluso, por no ser del sexo esperado. Además, del mismo modo, puede ocurrir que se reclame que sean abortados por no superar ciertos requisitos a criterio de los caprichos de su hipotética familia. Porque también pasan a ser objetos fabricados con el objetivo de cumplir miles de deseos de aquellos progenitores que se ganan el título con dinero.

Vox ha reconocido en varias ocasiones que ningún contrato puede estar por encima de la dignidad de cualquier mujer o niño, ni muchísimo menos podrá estar por encima de sus derechos. Lo demostró así en su Proposición No de Ley del 18 de noviembre de 2020, donde se intentaba impedir la legalización en España de este recurso tan cruel para fabricar niños. Naturalmente, no nos pudo fallar el partido socialista obrero español con su voto en contra, aunque ellos mismos tampoco son partidarios de esta práctica abominable.

Quienes no nos han fallado en su dictamen, recientemente, es el Tribunal Supremo de España en su sentencia con relación a un caso habido en nuestro país y llevado a cabo por una persona bien situada económicamente, que recurrió a una agencia mexicana para darle forma a su deseo de formar una familia a golpe de talonario. Los medios informativos ni están ni se les espera para dar la noticia, ya sabemos que en estos momentos todo lo que les importa es hablar de Putin, Franco o que llega la ultraderecha. Pero a esto nos hemos acabado acostumbrando y ya no nos sorprende nada, con lo cual en Vox estamos siempre para las cosas que realmente son importantes. Y esta sentencia del 31 de marzo del 2022 bien lo merece. Porque en ella viene reflejada todo lo que Vox ha defendido en cuanto a vientres de alquiler desde hace ya algunos años. Siempre hemos dado la misma versión, siempre hemos mantenido el mismo ideario y siempre hemos hecho frente con los mismos argumentos a aquellos que aprovechan cualquier circunstancia para imponernos su ideología.

Estos argumentos se ven reflejados ahora con esta sentencia. Y hay que decírselo a los españoles cada vez que algo así pase; el Tribunal Supremo se hace eco dos años después de lo que Vox ya avanzaba en su día. Para finalizar el artículo de hoy, voy a recordar las palabras sencillas y reveladoras de Rocío Monasterio allá por enero de 2019: “Un niño o una mujer no pueden ser objetos de consumo ni de una cesión. Una mujer no es una vasija, en Vox defendemos la dignidad de la mujer”.

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