Curioseando en Youtube y partiendo de la base que la guerra que está enfrentando a Rusia contra Ucrania (y a su vez contra occidente) lleva librándose en el campo de batalla desde 2014, accedí a un video cuyo contenido no me sorprendió en absoluto, debido a que comparte un denominador común de todas las contiendas: la militarización de los niños (cuando me refiero a “niños” incluyo a ambos sexos) menores desde los once años –según el documental- hasta los dieciocho.
El reportaje videográfico en cuestión data de 2018 y contrasta con el discurso oficialista que estamos recibiendo en los países de la OTAN que afirma que “Ucrania comparte los valores liberales y demócratas de occidente”. Sí, la actuación de Ucrania en Eurovisión ha podido encandilar –teóricamente- a la mayoría de televotantes europeos (amén de los australianos) pero me bastó con ver los poco más de diecisiete minutos de dicho vídeo para llegar a la conclusión de que instruir tanto militar como políticamente a niños de edades tan precoces no es que digamos uno de los valores occidentales y del mundo libre por antonomasia. Más indignante es todavía que los campamentos de instrucción no están siquiera gestionados por estado ni por partidos políticos racionales, sino por rangers de extrema derecha por un lado y prosoviéticos por el otro.
El problema reside en que en España sabemos identificar perfectamente una hoz y el martillo con el comunismo, pero se nos pasa desapercibido que en Ucrania la bandera rojinegra es ondeada por el neonazismo simpatizante de Stepan Bandera, un histórico nacionalista ucraniano que es reivindicado, por cierto, por amplios sectores que participaron en Euromaidán en el año 2013. Lamento profundamente haber paseado por mi ciudad, Valencia, y toparme en una ocasión con la bandera ucraniana izada en el balcón de un piso junto a la rojinegra de la OUN (b) facción política fundada por Bandera. En una España que sociológicamente es intolerante con otros símbolos totalitarios más comúnmente conocidos y se las da tanto de conocer la Historia contemporánea. En mi opinión, el apoyo a Ucrania se le ha ido de las manos a los que se suponen nos mantienen en el redil constitucionalista al resto de españoles, ¿tan difícil es hablar en verdad a la población, lejos de intereses partidistas y mediáticos?
Volviendo al reportaje, me gustaría remarcar que está producido por la agencia internacional de noticias France 24 por lo que pensar que es “propaganda antioccidental” es enmendable por todos los lados, inconsistente, argumentablemente pobre… El objetivo de los mencionados “clubes” militares es “poner a prueba” al sujeto en cuestión –en este caso al adolescente- y comprobar hasta qué punto es capaz de llegar en la defensa de los suyos.
Juzgando las imágenes ofrecidas por France 24 las simulaciones belicosas que se desarrollan en ambos bandos consisten, para “formar en el patriotismo”, desde pruebas aparentando un combate cuerpo a cuerpo (mediante pistas americanas, deslizamiento por tierra con ametralladora, boxeo, etc) o culto a la bandera a la luz de antorchas –rostro tapado con capucha incluido- hasta representaciones y canticos en un escenario que podría ser el teatro público de cualquier pequeña localidad; siempre ataviados con ropa de camuflaje.
Los padres, por lo general, parecen satisfechos con las técnicas, insisto, “patrióticas” que sus hijos están recibiendo. ¿Qué van a decir los padres que están viendo amenazado el país unido que quieren dejar en herencia a sus hijos? ¿Qué va a hacer la adolescente, cuyo padre ha sido capturado por “las fuerzas de Kiev”? Muy fácil, dejarse corroer por el demonio de la venganza, visto que nadie en el panorama internacional hablaba sobre la guerra civil entre nacionalistas ucranianos y ucranianos prorrusos. Porque seamos sinceros, la guerra del Donbás no ha abierto telediarios en occidente hasta bien entrado febrero de 2022.
En el mundo libre tenemos muchos pecados y que un español, como es un servidor, los reconozca, no le convierte automáticamente en un “infiel a occidente”. Es más, el valor primordial que debería de tener cualquier europeo, americano y demás nacionales de países aliados de la OTAN es el de amar la libertad y la verdad por encima de cualquier cosa, rompiendo tenazmente con el dogma pseudoreligioso (propio del Antiguo Régimen) de que el poder mediático y político es el custodio del ciudadano. Obviamente, todo mirado desde el prisma del respeto al adversario y la confrontación de ideas. Una prensa sometida delata un pueblo sometido.
La agenda globalista nos vende la caricatura de un patriotismo con connotaciones fascistoides o sovietizantes, incapaz de defender a tu patria de otra manera que no sea con un fusil o una bomba. Siento decirles a todos esos globócratas que nada más lejos de la realidad. La Historia no la lleva el Hombre sino Dios. La verdad siempre prevalece y totalmente opuesta a la voluntad humana, voluntad que está empeñada en adaptarse al discurso que unos pocos (porque al final son cuatro gatos mal contados) quieren que se difunda, para ello utilizan la técnica más eficaz: el embrutecimiento de las masas.
¿Se puede ser patriota sin empuñar un arma? Indudablemente, el patriotismo propaga la verdadera inclusión. El patriotismo -el de la batalla cultural- que a pesar de numerosos avances acaecidos de manera relativamente reciente, es un arduo terreno por explorar en la civilización occidental, ya que todavía tenemos heridas por curar, heridas de guerras pasadas que nos han distraído de la actual cosmovisión globalismo-patriotismo. En dicha cosmovisión, la agenda globalista va venciendo, creo que no cabe ninguna duda, pero la sociedad civil debe alzarse por ganar la batalla cultural y dejar que sea un ejército profesional formado (es obvio que no todo el mundo está capacitado para usar según qué armas) y socialmente respetado por el resto de paisanos, el que se encargue de defender la soberanía nacional, tan amenazada por el globalismo.
He estudiado Producción de Audiovisuales y Espectáculos
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