Frankie, el dinosaurio

El pasado 27 de octubre, la corresponsal de TVE en Nueva York (ciudad donde se encuentra la sede las Naciones Unidas), la periodista Almudena Ariza, tuiteaba lo siguiente: “La ONU ha creado una mascota de dinosaurio para advertir sobre los peligros del cambio climático. Se llama Frankie” (en adelante lo llamaré “Paquito”).

El mencionado tuit no pasó desapercibido entre las personas que seguimos de cerca el tema de la agenda globalista, que tiene a dicha organización supranacional como uno de sus principales impulsores. Tal ha sido el impacto que me ha causado que no dudé ni un segundo en cambiar los derroteros por los que iba a trascurrir, en un principio, el artículo que está usted leyendo en este momento. Al tuit le acompañaba un vídeo en el que contextualizaba las palabras utilizadas por la corresponsal española. En el vídeo, aparece un tiranosaurio rex (T. Rex) que irrumpe en la Asamblea General de la Naciones Unidas acongojando a los presentes, incluyendo al personal de seguridad que custodiaba la tribuna del parlamento y que, pese a la irrupción de un agente extraño y con instinto asesino en dicho edificio, no tuvo ni el valor de articular palabra con el saurópsido.

El extinto ser jurásico tiene en el vídeo un exquisito don orador, ya que pronuncia posteriormente un auténtico, a mi juicio, sermón, en pro de la “agenda verde” que la élite que maneja los hilos del mundo se empeña tanto en imponernos. Personalmente, me encanta la información en crudo, sin que haya pasado por la cocina del subjetivismo, por lo tanto, me voy a tomar la libertad de trascribir la admonición que nuestro amigo Paquito predica: “Escuchen todos, sé un par de cosas sobre extinciones, y déjenme que les diga. Igual pensáis que es algo obvio: Extinguirse es algo malo. Y provocar su propia extinción, en 70 millones de años es lo más ridículo que he oído nunca. Por lo menos, nosotros tuvimos un asteroide. ¿Cuál es su excusa? Van hacia un desastre climático. Y cada año, los Gobiernos gastan miles de millones en subsidios a los combustibles fósiles. Imaginen si nosotros hubiéramos gastado miles de millones cada año subsidiando meteoritos. ¡Eso es lo que están haciendo ahora mismo! Piensen en todo lo que podrían hacer con ese dinero. En el mundo hay mucha gente viviendo en la pobreza. ¿No creen que ayudarles tendría más sentido que…no sé…pagar por la desaparición de su propia especie?

Permitidme hablar en serio por un momento. Ahora mismo tienen una gran oportunidad mientras reconstruyen sus economías y se recuperan de la pandemia. ¡Es la gran oportunidad de la humanidad! Así que esta es mi idea loca: no elijan la extinción. Salven a su especie antes de que sea demasiado tarde. Es hora de que ustedes, humanos, dejen de poner excusas y comiencen a hacer cambios. Gracias”. Las palabras de saurio están acompañadas por imágenes en las pantallas del parlamento de “asteroides climáticos” como el deshielo de los glaciares, casas destruidas por catástrofes naturales, pero también por imágenes de niños africanos en situación de pobreza y aparentemente felices (curioso). Un discurso sincronizado perfectamente con las pantallas, pareciendo que los dinosaurios se habían adueñado de la sala de realización, también. Réptiles, sede de una asamblea política global y supuesto discurso ecologista…el guion perfecto y una auténtica mina de oro para los seguidores de la “teoría reptiliana”.

Bromas aparte, y sin perder nunca el sentido del humor, me parece cuanto menos curioso que  nuestro amigo Paquito hable de que los estados se gastan ingentes cantidades de dinero en promocionar los combustibles fósiles, falsedad más que evidente, porque si hay algo que subvencionan los gobiernos, por lo menos en lo que se conoce como “el primer mundo”, son las energías renovables (todos tenemos algún conocido, y si no es así, nosotros mismos, que ha puesto instalaciones fotovoltaicas en sus residencias porque en España se llegan a bonificar hasta el 90% de la inversión). Otra cosa es que Paquito no se atreva a denunciar públicamente que los países que más contaminaron en 2020 están gobernados por regímenes que, siendo finos, tienen un nulo o dudoso estándar democrático y de libertades individuales. Además, que los gobiernos de los países del teórico “primer mundo” tienen relaciones extraordinarias con toda teocracia dictatorial o república bananera que se precie, denotando cierto tufo a hipocresía.

En el mundo hay mucha pobreza, sí. Pero también se ha convertido la pobreza de África, Asia y Sudamérica en un escudo humano que genera una falsa solidaridad que, en vez de nacer del voluntarismo, lo hace desde la imposición y de un derrochante presupuesto público, cayendo las ayudas, en no pocas ocasiones, en saco roto y enriqueciendo a los caciques, tanto de del primer como del tercer mundo. La diarrea, en Europa es un trastorno intestinal curable en pocos días. En África, por el contrario, significa en muchas ocasiones la muerte, fruto de la deshidratación y la mala alimentación. “¿Me están diciendo, señores de la ONU, que van a perseguir el consumo de carne porque contribuye a acelerar el cambio climático? ¡Pregúnteselo a los habitantes de cualquier país subdesarrollado!” “Solo si se hace de manera abusiva”, me contestarían. A lo que yo les podría responder: Pero vamos a ver, en pleno siglo XXI, ¿Qué occidental basa su alimentación en una dieta carnívora? Una minoría, entonces, ¿por qué debemos pagar justos por pecadores?

El grado de sensacionalismo y bombardeo informativo que soportamos, incluidos los niños y adolescentes, es preocupante. Dentro de unos años aparecerán sesudos informes que evidencien el auge de problemas psicológicos y psiquiátricos derivados de la frustración por no poder hacer frente a las informaciones literalmente apocalípticas que están vertiendo los medios de comunicación y organismos como la ONU o la Unión Europea en torno al “cambio climático”. Vamos, una cosa parecida a lo que estamos viendo durante la crisis del coronavirus; cuando ya ha pasado la “emergencia sanitaria” no han tardado en salir políticos enarbolando la bandera de la “Salud Mental” denunciando los estragos psicológicos que la pandemia del Sars-Cov-2 ha causado en la población.

Frankie (Paquito) es solo un intento más de vendernos mercancía averiada, blanqueando el negocio del culto a la “calentología” junto a regímenes inhumanos y a muchas oenegés. Esta película ya la hemos visto recientemente con Greta Thunberg, solo han cambiado a una niña de quince años por un dinosaurio postproducido digitalmente. Está en nuestra mano darnos cuenta de ello y exigir el derecho a disentir del pensamiento único institucionalizado. Y es que, imaginando la intrahistoria del vídeo de Paquito no puede evitar recordar una conversación de Jurassic Park entre Ian Malcolm y Ellie Sattler: «- Dios crea al dinosaurio. Dios destruye al dinosaurio. Dios crea al hombre. El hombre destruye a Dios. El hombre crea al dinosaurio. – El dinosaurio se come al hombre… la mujer hereda la Tierra”.

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