Somewhere over the rainbow

Mientras en España asistimos a la aprobación de leyes como la que la marquesa de “Sex and the city” ha perpetrado recientemente con la llamada “Ley Trans”, banalizando una cuestión tan sensible como la disforia de género, que permite entre otras cosas que los menores puedan hormonarse alegremente y que en los centros escolares se les llame por el género que ellos elijan, en muchos casos, sin consentimiento o sin informar a los padres, los países que han sido adalides en las leyes trans e inspiradores para la ley de Irene Montero como Reino Unido, Finlandia y Suecia den marcha atrás y prohíben que los menores se hormonen sin que haya unos mecanismos de control que lo validen.

Suecia, que fue el país pionero en reconocer la disforia de género en el año 1972, se planta y no hará tratamientos de esta índole a menores. En Reino Unido, desde 2020, se exige que un juez autorice la hormonación en menores de entre 16 y 18 años. Finlandia reculó dando prioridad a la terapia psicológica en el tratamiento de la disforia de género; así desde hace también unos años allí no se permite la hormonación de un menor hasta que quede acreditada su madurez emocional.

La realidad es que este Gobierno va a arrasar con todo: con lo material, lo espiritual y lo moral. Después de una gestión criminal, de la pandemia que se llevó por delante la vida de nuestros mayores, y continuando con un empecinado empobrecimiento de las clases medias españolas a través de una inflación brutal y disparada, un aumento desproporcionado del gasto público y una subida del coste de los servicios esenciales como la luz, el gas o los hidrocarburos, el objetivo ahora es la débil y en muchos casos, sumisa juventud española.

Si no fuera suficiente con el paro absoluto que tenemos entre nuestros jóvenes, nada mejor a continuación que lavarles todavía más la cabeza con ideología de género, tratándolos como drogadictos a los que papá Estado va a dar su dosis diaria de buenísimo y entendimiento, permitiéndoles cambiar de sexo, género o como narices se llame en la neolengua imperante, apelando a sus sentimientos y a su forma de autopercibirse. No podrán votar señores lectores, pero los menores podrán cambiarse de sexo según les apetezca. Así es la democracia made in Spain.

Estamos ante un problema muy grave, que se une a una educación pública cada vez más sectaria, cargada de ideología y alejada de las necesidades de los jóvenes, convirtiéndose en un arma política más con la que crear nuevos activistas y no activos de una sociedad sana. Por suerte y a fin de arrojar un poco de luz ante tanta negrura, existe en nuestro país una asociación denominada “ECA” (Educadores contra el Adoctrinamiento), que se está encargando actualmente de velar porque los padres conozcan la gravedad de algunos contenidos curriculares que no pretenden educar, sino adoctrinar a sus hijos con postulados anticientíficos y contrarios a la biología más básica, así como también de denunciar los contenidos educativos que sean lesivos para los pupilos. Basta ver las páginas de algunos libros de texto para darse cuenta de que lo que este gobierno quiere es crear una cantera de votantes complacidos y complacientes con la inestimable ayuda de la ministra de Educación Pilar Alegría, quien para dar ejemplo a los ciudadanos lleva a su prole a colegios privados en un intento por mostrarnos aquello de: “haz lo que te digo, que yo haré lo contrario”.

Los objetivos que los politicuchos de medio pelo barajan para España no pasan por crear un país y una sociedad próspera, sino en implantar ideologías y agendas supranacionales que poco o nada tienen que ver con los intereses reales del país y está fuera de toda duda que nuestros jóvenes son una pieza fundamental a la que moldear para conseguir estos fines. Sólo así se entienden estas políticas. El problema está en que llegamos con retraso y parece que nadie quiera mira por ellos, hasta ahora…, no sea que nos tilden de tránsfobos.

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