Podemos puede, pero no quiere

Con independencia de cuales sean sus inclinaciones o su ideario, ustedes han presenciado la corrupción y el nepotismo en todos los partidos políticos que han gobernado este país, de izquierda a derecha. Lo que no habíamos presenciado es a una pareja sentados ambos en el Consejo de Ministros y en el Congreso de los Diputados. No habíamos nunca visto a una condenada por homicidio postularse para alcaldesa tras cumplir condena, ni a un atracador de bancos ganar las primarias por Madrid en su partido. Podríamos seguir por esta senda y hablar también de condenas, detenciones e imputaciones por atentado contra la autoridad, lesiones, abuso de menores y tráfico de drogas.

Desde que la comandancia de la “Podemia” asaltara los cielos allá por enero de 2020, tras rascar tan sólo 35 escaños en las elecciones, parecen gobernar desde la oposición. Y en esta siniestra ópera bufa en la que afean la conducta de sus socios en el ejecutivo, que recuerda a lo de poli bueno y poli malo, no hacen más que musitar aquello de que no pueden hacer nada para demoler este establishment neoliberal en el que nos hallamos porque forman la minoría dentro un gobierno que les es hostil.

Todo aquel que no viva preso de un fanático sectarismo o comulgue en una ignorancia pastueña sabe que esto es una fábula. Si verdaderamente Unidas Podemos vino para gobernar en pos de los desfavorecidos, si aquellas líneas rojas pactadas con PSOE para gobernar se han traspasado, si aquellos juramentos labrados en piedra se han convertido en una conga carnavalera, su estrategia a seguir es simple y probablemente exitosa. Tan solo tienen que comunicarles un ultimátum a sus socios en el ejecutivo: si no aceptan sus proletarias y muy progresistas demandas anunciarán en el Congreso la retirada del apoyo parlamentario a sus compañeros de gobierno, aunque ello implicara ir a nuevas elecciones. Tal vez en ese mismo momento Pedro Sánchez no enviaría ni un tirachinas a Ucrania, derogaría la Ley Mordaza y la reforma laboral de Rajoy en su totalidad, no le haría ojitos a la OTAN y prestaría atención a todos esos asuntos de poco fuste que hacen palpitar a Montero, Belarra y Garzón como la prohibición del porno, el menstruo de las personas de género fluido o la biografía de un torrezno hasta llegar a tu plato.

La parte chunga nibelunga es que la apuesta es arriesgada para Unidas Podemos. Si echan el órdago podrían acabar perdiendo cinco suntuosos ministerios generosamente regados por el erario público. ¿Cuantos de sus barones se verían obligados a evacuar no solo el gobierno sino también casi todos sus escaños en el Congreso? ¿Cuantos de sus adláteres se verían condenados a buscar trabajo por primera vez en su vida tras cesar en sus canonjías? Para la plana mayor con toda seguridad habría o habrá puerta giratoria, pero los alevines se quedarían o quedarán a tres velas.

Los pasados comicios en Madrid, Euskadi, Galicia y Castilla y León se han tornado en una suerte de extremaunción para ellos. En esta última región suerte han tenido de sacar un escaño para sentar una nalga.  En Galicia directamente se fueron a tomar viento.

No parece tampoco que haya hueco para los podemios de la vieja guardia en la nueva barraca de doña Yolanda Díaz. Tal vez si haya una silla para Garzón, que podría rememorar sus comienzos en Izquierda Unida para el agrado de la vicepresidenta, siempre y cuando reniegue de sus anteriores compadreos con Pablo Iglesias como Pedro negó a Jesús antes que cantara el gallo.

Dice el aforismo castellano que más le valdría a uno que Dios le quitara el querer si le dejó sin poder. Con Podemos sucede lo contrario. Disponen de poder en el actual gobierno, pero les falta el querer. Últimamente, les falta esa vitalidad pre revolucionaria y esa otrora abnegada devoción por los menesterosos y desheredados. La calle ya no está con ellos. Tal vez la única calle que les da la bienvenida sea Times Square, esa Babilonia del turbo capitalismo donde Isa Serra, Irene Montero y dos de sus mayordomas posturean como tronistas.

Y es que cosas distintas son organizar la militancia, calentar la calle clamando por la insurrección y verdaderamente tomar las riendas de un país. Ni eso tan siquiera, porque si cree usted que la bonanza de esta confederación de terruños antes llamada España descansa en la buena gestión de los ministerios de igualdad, consumo o universidades, permítame alabar su ingenuidad.

Ahí se aprecia la talla de un estadista o las tretas de un cantamañanas. La cita atribuida a Flaubert “Un hombre se convierte en crítico cuando es incapaz de hacer arte del mismo modo que se convierte en espía cuando no puede ser soldado” les viene como un retrato al óleo a los corifeos de morado. Una cosa es darle a la sin hueso planeando un mundo mejor satanizando a la vieja casta y otra dar la batalla en la gerencia de lo público cuando ya formas parte de la jet set. Solo tienen que echarle un ojo al nuevo Podcast de Pablo Iglesias, exvicepresidente segundo de la nada con sifón, y su repentino desencanto con el gobierno en el que hasta hace poco abrevaba.

Quien le es escribe estas líneas está convencido de que a estas alturas les da igual la imagen que proyecten. Permanecen indolentes ante críticas, memes y coñas marineras a su costa. Dado lo que les queda de estancia en el convento han decidido hacer ya de vientre, pero sin miramientos ni pudor alguno como un caniche en plena calle.

Esos denodados esfuerzos para jibarizar las entendederas de sus votantes fracasó de forma palmaria hace ya tiempo, tiempo en el que empezaron las deserciones de sus acólitos y logreros.

Podemos puede, pero no quiere. Años cacareando la cantinela de que vivimos en un Estado tardo franquista. ¿Será el mismo Estado que les ha auspiciado a ellos, confesos comunistas, para llegar al poder incluso con unos resultados electorales paupérrimos? ¿El mismito que les facilitó afanarse un tren de vida que de ningún modo habrían logrado fuera de la política? Cálidos pesebres dentro de este “grosero sistema capitalista” que no entregarán de buena gana. Y es por eso que la Montero no se tira los selfies ni en Teherán ni en Caracas. Tampoco la verán haciendo el Podemian World Tour en Afganistán.

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