El comodín del cambio climático

En las últimas semanas los telediarios nos muestran una de las mayores tragedias a las que se tiene que enfrentar el ser humano desde que tiene conciencia de serlo, los efectos devastadores del fuego incontrolado. Asistimos atónitos e impotentes al espectáculo diario de cifras de hectáreas calcinadas, montes arrasados, cosechas, graneros y cabezas de ganado echadas a perder. Daños que en el mejor de los casos cubrirán los seguros o tratarán de paliar las ayudas de los gobiernos de turno pero que tardarán décadas en sanar y volver a su ser.

Pero no es sólo esto lo que vemos en los telediarios. En este constante ataque y contraataque que se traen los gobiernos y las oposiciones, porque tenemos que recordar que no sólo hay un gobierno en España, hay 18 si añadimos al nacional los autonómicos, en este “y tú más” en el que se ha convertido el parlamentarismo, el cambio climático se ha convertido en el comodín preferido de todas las timbas políticas.

Si uno es parte del Gobierno, ante un incendio lo primero es culpar al cambio climático. En ningún caso, bajo ningún concepto el Gobierno tendrá la culpa de que los campos estén llenos de monte bajo y rastrojos, que el SEPRONA no cuente con los medios para identificar o detener a los pirómanos, que no se hayan contratado suficientes brigadas o que los protocolos de activación de las mismas estén obsoletos o sean deficientes. Autocrítica cero. Sin embargo, si se está en la oposición la cosa cambia. En ese caso, por supuesto es negligencia del gobierno de turno el que no haya habido previsión, preparación, contratación y deforestación. El cambio climático ni estará ni se le esperará pues la culpa de tanta hectárea calcinada será únicamente cosa de los pésimos políticos que nos gobiernan. Como ven, el cambio climático sirve lo mismo para un roto que para un descosido.

Lo peor de todo es que en esta guerra de dimes y diretes, el que más pierde es el ciudadano y por ende el planeta. Asistimos a un concierto de instrumentos desafinados en los que los más “sesudos” expertos demuestran, unos una cosa y los otros, la contraria. Gráficos de temperaturas, de niveles de agua que dan pavor. Memes que muestran de colores rojo oscuro lo que antaño pintaban de verde sosteniendo que la alarma es de todo punto artificial. Asistimos, pues, a una perversa maniobra de la confusión en la que es tremendamente complicado saber quién dice la verdad sino completamente imposible.

En ella, pierden los ciudadanos y pierde el planeta. Porque lo que está claro es que, si no cuidamos el planeta, haya o no haya cambio climático, todos vamos a vivir peor. Da igual que no suba el nivel del mar si llenamos de humo nuestras ciudades o esquilmamos las reservas naturales. Perdemos todos si no ayudamos a que ese equilibrio delicado que sostiene los procesos naturales siga estando en equilibrio.

Así pues, para no perder lo que es patrimonio de todos, hemos de exigir a los políticos que se dejen de comodines y de trampas al solitario y se pongan manos a la obra. Que no se escondan bajo un supuesto o no cambio climático para seguir haciendo nada, política de fotos y de tú eres peor que yo. Que hagan autocrítica, lleguen a pactos… ¡Ah!, y que digan la verdad. Es igual si hay o no cambio climático, lo que hay son muy malos gestores. El cambio climático es muy complicado de cambiar, los gestores no. No lo olviden nunca.

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