«La ley se cumple» dice

El presidente, su presidente, ha llamado a capítulo a la díscola Ayuso en relación al ahorro energético. “En España la ley se cumple”. Así la ha prevenido apenas días después que el Tribunal Supremo confirmara la sentencia condenatoria de los ERES. Según consta en esta causa, durante 9 años en la Junta de Andalucía se proyectó un sistema de ayudas dotado con un total de 680 millones de euros que se repartieron al margen de todo cauce legal. Si el indulto no lo impide, Griñán, entre otros, se va a comer varios calendarios en el talego. Ni un reproche en público a los condenados en esta trama desde la comandancia de la PSOE.

Hace unos días también la ministra Montero, la de Hacienda, no la de las fiestas de pijamas, advertía a Madrid que no se permitirá ninguna insumisión. La ley está para cumplirla dice el galán sin nudo Windsor. Su estado de alarma pergeñado por decreto fue declarado inconstitucional. La misma ley orgánica que regula estos vericuetos legales, regula el estado de excepción en su artículo 13: (…) Cuando el libre ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos, el normal funcionamiento de las instituciones democráticas, el de los servicios públicos esenciales  para la comunidad, o cualquier otro aspecto del orden público, resulten tan gravemente alterados que el ejercicio de las potestades ordinarias fuera insuficiente para restablecerlo y  mantenerlo, el Gobierno, de acuerdo con el apartado tres del artículo ciento dieciséis de la Constitución, podrá solicitar del Congreso de los Diputados autorización para declarar el estado de excepción.(…)

Por unos motivos u otros, Cataluña lleva desde 2017 ardiendo a intervalos. Hemos visto lanzar toneladas de adoquines sobre la policía, y calles bloqueadas durante meses. Hemos visto como se tomaba al asalto el aeropuerto del Prat e incluso se intentaba derribar un helicóptero. Hemos visto saquear comercios, y como se impedía a los estudiantes ir a la universidad. Se han cortado carreteras y se ha saboteado el funcionamiento del transporte público.¿Recuerdan cuando aquel trio de “antifascistas” intentaron quemar vivo a un guardia local de Barcelona dentro de su coche? Allá en el noreste no se declara un estado de excepción ni aunque Belcebú asome un cuerno, pero en la capital si nos comimos un estado de alarma a la carta “madrileños only “allá en octubre de 2020. Más de uno se esmeró en pública comparecencia en retratarnos a los de la meseta como probetas rellenas de escarlatina.

La muy progresista Barcelona expide reproches, pero no los recibe. La sediciosa Madrid no arrima el hombro, se convierte en el flagelo de la ecoresiliencia y sus avenidas ya recuerdan a los páramos de Mordor. El verano pasado la villa y corte también fue declarada tierra hostil para la muchachada LGTBIQ, hasta que la autopercibida víctima confesó que el tatuaje en su tafanario se lo había hecho un colega. El bulo le salió de culo. Por aquel entonces al parecer Ayuso presidía Nueva Yemen.

El aire acondicionado a 27 grados y próximamente la calefacción a 19. Da igual si vives en Écija o Bilbao. Y hablando de estos últimos, allá en Euskadi ya han advertido que en materia de consumo energético mandan ellos. ¡Verdes las han segado! Y entretanto hasta hace poco ha seguido el certamen de Ongi etorri y las loas a los “redimidos etarras”.

¿Pero cómo se atreve esta individua, la de Madrid, a no recortar en aire acondicionado y luces de escaparates? Da igual si han palmado varios cientos por “la calor”. Entretanto, el alcalde de Vigo, en esos dilemas que le ocupan, a medio camino entre la velocidad y el tocino, amenaza con colocar una estrella de árbol de navidad que pueda avistarse desde Times Square. ¡Torerísimo!

Que se cumpla la ley es lo que exige el inquilino monclovita. Hablemos del rescate de Plus Ultra, o mejor de la entrada de Brahim Gali en la península y el posterior cabreo de marroquíes, y más tarde de argelinos, esos que nos suministran la mitad del gas, tras el fiasco de los pactos sobre el Sahara. Porque lo cierto es que el corte del gas ruso es más un problema de Europa que de España. Ha sido un momento idóneo, ecuménico, para cabrear a nuestros vecinos del Magreb. 

¡Cúmplase la ley, dice! Empecemos por la ley suprema, esa que en su artículo 3 estipula la obligación de todo español de conocer el castellano, mientras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que exhorta que al menos un 25% de las clases se hablen en la lengua común, nos la pasamos por donde nos pasamos la esponja.

 ¡Cúmplase la ley dice! ¡Tócate los gemelos! Me viene a la mente la tan manida frase del presidente de la Primera República, don Estanislao Figueras: «Señores, voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros».

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