Quien lo ha vivido, lo sabe. Era el eslogan con el que la Generalitat Valenciana anunciaba sus atractivos turísticos el pasado verano. Y el del anterior, solo que el del 2022 los versos de Lope de Vega sonaban más raperos, no tan conservadores, como gusta a la izquierda de este país. Playa, montaña, gastronomía, arquitectura, tradición… Es lo que ofrece la Comunidad Valenciana y es lo que se veía en el anuncio. Y es que Valencia tiene mucho y bueno, tanto para vivir como para veranear. La cuestión es que para una cosa o para la otra, no vale solo mostrar un anuncio en la televisión, hace falta algo más. Realmente hace falta mucho más. Y es ahí donde reside el problema, que quien ha de dirigir la orquesta, no sabe hacia dónde llevar la batuta.
Para empezar, cuando uno pretende llevar las riendas de una comunidad, ha de tener un sentimiento por ella, no se puede luchar por algo en lo que no se cree. Y la izquierda valenciana de valenciana tiene poco, ellos se sienten catalanes. Se mire por donde se mire, es difícil de explicar, pero ahí está, incluso en el Senado se ha aprobado el uso del término Països Catalans para referirse a la Comunidad Valenciana. La bandera, las instituciones, el idioma, da lo mismo, lo que sea por rascar unos votos…
Pero claro, ese deseo de ser el hermano pequeño de Cataluña, no acaba ahí. Para tenerlos contentos, se les da todo aquello que pidan. ¿Ampliar el puerto de Valencia? De eso nada, el impacto medioambiental en la ciudad sería catastrófico. Es la excusa que ponen cada vez que se le pregunta a Compromís, los socios de gobierno. Mejor que expliquen que todo lo que no pase por Valencia, se lo lleva el puerto de Barcelona. ¿Subvenciones? El nombre o el motivo de los destinatarios es indiferente, pero todos tienen una cosa en común: Cataluña. ¿Copa América? Eventos mundiales mejor en Barcelona, que aquí sobra el trabajo que generan. Y así uno detrás de otro, pero no pasa nada, se saca el estandarte del progresismo y todo vale.
Lo que sí que hay que reconocerle a Ximo Puig es que al menos, su amor por los vecinos del norte, lo tiene muy claro, porque con el resto de políticas va un poco según sople el viento. Tocaba hablar de impuestos, el tema de moda en el panorama político. Las declaraciones que hizo tras el anuncio de las medidas que se iban a tomar en Madrid son de juzgado de guardia: sancionar a las comunidades que bajasen los tributos. Pero es que peor fue lo que ocurrió al de pocos días, anunció que iba a ser su gobierno quien los iba a bajar. Conclusión: Pedro Sánchez se enfadó y dejó a la Comunidad Valenciana a la cola del reparto presupuestario. ¿Alguien ha oído a algún miembro de los socialistas valencianos decir algo en contra de eso? Se conoce que hubo aviso desde el tendido y el bueno de Ximo acató las órdenes como buen lacayo.
Cuando gobiernas una autonomía y quien lo hace en el país no es de los tuyos, ha de ser complicado. Uno va a la Moncloa a pedir sabiendo que no le van a dar más que palabras bonitas. Pero cuando coinciden los presidentes respectivos y que tú mismo camarada político, o sea Pedro Sánchez, te ningunee de esa manera es porque algo estás haciendo mal. Vamos, que allí no pintas nada. Pero es que no solo de la Generalitat vive el valenciano, agárrense los machos con la capital. El alcalde Ribó y su equipo se han puesto como objetivo sí o sí, hacerles la vida imposible a los vecinos de Valencia. Bueno, y a todo aquel que vaya a la ciudad del Turia. Con eso de que son los más ecológicos se han empeñado en meter carriles bicis por todas partes. Que se utilicen o no es lo de menos, hay que vender a bombo y platillo que a base de pedaleo se va a acabar con la contaminación.
La cuestión es que moverse por Valencia es un auténtico caos que no solo enloquece al usuario de las vías, sino que termina repercutiendo en el comercio local que ve cómo el público se va alejando de escaparates, cafeterías, etc. del centro de la ciudad. Limpieza, sanidad, educación, seguridad ciudadana… quienes lo viven cada día, lo saben. Qué diría el bueno de Lope si levantara la cabeza y viese la Valencia que en su día le enamoró…
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