Como siempre

Todo un país pendiente de lo que puedan decidir una serie de partidos no en las urnas sino en la oscuridad de los despachos. Esa es la realidad que se despeja tras los últimos resultados electorales en unas elecciones en las que la ciudadanía de España debía decidir quién les gobernaba. Pues no, al final no será la decisión mayoritaria de los ciudadanos sino la aritmética de pactos tan proporcionalmente incómodos como contrarios a la voluntad general. Unos pactos en los que el precio del poder será el que de la cuenta del que más ofrezca a los que menos españoles representan. Eh aquí, y lo he dicho muchas veces, lo necesaria que es la reforma de la Ley Electoral en nuestro país, y no sólo por este motivo, pero sí aprobando una segunda vuelta que posibilite una decisión del pueblo sobre quiénes deben formar gobierno. Los pactos posteriores, que sean puntuales para aprobar leyes o reformas.

Pero si sólo fuese eso… parece que no nos damos cuenta de que lo que se juega en estos momentos en este escenario es una pelea de gallos entre líderes nacionales, en concreto cuatro, los líderes de izquierdas y derechas, Sánchez y Feijoó, y sus correspondientes bastones en la suma hacia el poder de la mayoría, la líder de SUMAR, Yolanda Díaz, y el líder de VOX, Santiago Abascal. Y es que con ello se juegan en parte no sólo su continuidad en el liderazgo sino también en cuotas importantes de poder. En este juego de la cuerda ésta la representan los partidos más minoritarios de la cámara del Congreso, principalmente partidos nacionalistas y regionalistas, alguno de los cuáles han protagonizado los mayores acosos al Estado en los últimos años. Pues en estos está ahora mismo el poder, que a nadie le quepa duda. Ellos tienen el poder de decisión de quién va a gobernar, bajo qué condiciones, o si prefieren una repetición electoral.

Ya avancé en su momento que el posible triunfo de Feijoó dependería de un PNV que en estos momentos se encuentra realmente perdido, con un afán de protagonismo que le permita recuperar terreno a un Bildu que le ha arañado votos hasta arrebatarle la mayoría en el País Vasco y ante unas inminentes elecciones autonómicas que podrían desalojarlos del poder. Su papeleta es complicada porque de la lectura de sus resultados podríamos pensar si su deriva depende de la fuerza ideológica con la que carga Bildu o por el abandono de su compromiso electoral con políticas liberas, al ser un partido de derechas que ha estado apoyando a un bloque de izquierdas la pasada legislatura. Yo creo que podría ser la suma de ambas cosas.

El PNV ha dicho que no al PP, lo ha hecho con rotundidad. Pero esta estrategia no es la primera vez que la lleva a cabo. Estratégicamente, apoyar a un Gobierno de Feijoó y convertirse en la fuerza que acompaña al poder en solitario entre los partidos vascos, unido a su retorno a políticas de corte liberal y sumado a la posibilidad de imponer unas condiciones que serían más ventajosas para el Estado que las que tuviera que hacer en concesiones el PSOE para contentar a tantos podría convertir esta opción en la más viable para ellos. Entregarse de nuevo a un Gobierno del PSOE ya sabe los resultados de cara a su electorado que ha dado.

Feijoó ya ha adelantado que se encuentra en negociaciones en Coalición Canaria para un previsible apoyo a su investidura, mientras que VOX ha sido por esta vez inteligente al quitarse del medio en sus ambiciones de entrar en un Gobierno para destruir las políticas sociales que el anterior Gobierno ha ido aprobando, muchas de las cuáles eran muy necesarias, y otras nada acertadas pero en la línea de resolver problemas que no se pueden negar y que hay que afrontar. Otras, casi siempre de la mano de PODEMOS, catastróficas en su aplicación, como la Ley del Sólo Sí es Sí.

Lo cierto es que esta sociedad, en los momentos en los que vivimos, requiere, sin duda, de una plasticidad e ingeniería social que contenga muchos argumentos sólidos e inclusivos, pero también de control del gasto y de una igualdad y equidad que no permita el aprovechamiento de los recursos públicos por aquellas personas que no lo necesitan realmente o que pretendan vivir de estos sin aportar o incluso tratar de ganar con sus propios medios el sueldo con el que vivir. Este es uno de los mayores errores, aprovechado por la derecha extrema en sus discursos, para arremeter contra la izquierda. Bueno, estos y la obsesión con aquello que denominan ideología de género y que no es sino una evolución progresista en el pensamiento con elementos inclusivos y de libertad, un paso adelante que resulta incómodo para aquellas personas que lamentan que los demás puedan desarrollarse como lo deseen, amar a quién quieran o hacer con su destino lo que más acertado les parezca en esa búsqueda de la realización personal y de su propia felicidad. Pero ya lo dijo Jesucristo, en quién se sujetan muchos de los que arremeten con tal evolución, “no juzguéis y no seréis juzgados”.

Y parece ser que el juicio de los que tanto han juzgado ha comenzado. Lo hizo en las elecciones, con un descalabro importante para los de Abascal, una pérdida de votos y apoyos considerable y una deriva impositiva que ha destrozado no sólo sus ambiciones de entrar a formar parte de un Gobierno con el PP, sino que ha terminado por cansar a algunos de sus referentes y caras públicas más destacadas que han terminado por huy por la calle del medio, teniendo un futuro asegurado con mayores ganancias económicas que en la política, y muchos menos disgustos. Cuando en un partido de derechas la política no es negocio para sus dirigentes apaga y vámonos. Y agárrate los machos, Sánchez, que de repetirse elecciones es muy probable que los votos que huyan de los de Abascal refuercen una mayoría que se podría acercar, y mucho más a la absoluta de un PP engrandecido con una victoria pírrica, aunque importante en apoyos.

VOX, como iba diciendo en mis artículos, no sólo supuso un obstáculo para el voto de aquellas personas que no querían que entrara en el Gobierno, y que terminaron votando al PSOE para evitarlo, sino que sigue siendo un obstáculo aritmético para alcanzar una mayoría parlamentaria. Y ahí tenemos los enormes recelos de PNV, ya que ese estigma de apoyar a un Gobierno junto a los de Abascal podría suponer el efecto justo contrario al que indicamos anteriormente de recuperar su senda ideológica y su influencia en el ámbito de la política nacional.

La posible solución quizás tendría que pasar por que el PNV entrara a formar parte, de forma importante, en el entramado de cargos institucionales de las cortes, bien una presidencia del Congreso, quizás algún ministro o ministra… todo estaría por negociar. La retirada de VOX ha abierto esa posibilidad hasta hace poco cerrada, y su debilidad demostrada en estos días supone un impulso a esa posibilidad. Y en manos del PNV y CC quedaría el futuro de la legislatura, atada por estos partidos minoritarios y con la amenaza continua de otra posible moción de censura ante cualquier situación incómoda para el PP.

Sin embargo, la opción de la formación de Gobierno del PSOE sí ha demostrado ser sólida y perdurable hasta el momento, a pesar de haber tenido que lidiar con diversas crisis generadas por la aprobación de leyes polémicas y, como indiqué anteriormente, alguna que otra fatídica.

Lo cierto es que queda bien poco para que el Rey designe a aquel líder al que le encargue la formación de Gobierno. Todo está en el aire, en el aire oscuro de despachos y acuerdos de los que sabremos sólo aquello que nos quieran contar… como siempre.

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1 Comment

  1. Supongo que no tienes hijos. Cuando a tu sobrino le convenzan en el colegio de que es una niña y le operen, entonces hablamos de ideología de género

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