La ideología

Desde que los de la Regeneración democrática llegaron al gobierno, pareciera que el tiempo se ha detenido. Los días hasta unas hipotéticas elecciones generales están enlentecidos. Han conseguido, mediante la entrega de nuestro país a los nacionalistas radicales, mantenerse en el poder, cueste lo que cueste. Pasó con José Luis Rodríguez Zapatero, ahora consejero de los gobiernos seudodemocráticos de extrema izquierda latinoamericanos. Cada día que pasaba, España caía en una crisis de incalculables consecuencias para los españoles. Como diría el macho alfa, En alguno de sus mítines, Tic Tac, Tic Tac, ojalá esto acabe pronto.

Sabemos que esto no será fácil. Por suerte, la derecha ganará en las próximas elecciones generales, pero a pesar de implementar medidas que beneficien a los españoles, que creen empleo y consigan dar la vuelta a esta deriva socialcomunista, la calle que ahora está callada, acabará estando agitada por la izquierda más antidemocrática que hayamos conocido en todo periodo democrático.

Los españoles, yo el primero, nos sentimos decepcionados, desanimados. Cada vez tenemos menos poder adquisitivo, nuestros empleos y empresas despiden empleados de cinco en cinco. Particularmente, en nuestro sector, la automoción que está afectado por la crisis de los microchips y por una legislación medioambiental excesivamente restrictiva, se va al garete y parece no importarle a nadie. Sin embargo, las subvenciones a las televisiones y medios afines durante la pandemia y el derroche de talonario para silenciar a los sindicatos o el CIS de Texanos entre otros, simulan una balsa de aceite para que Mr. Falcon siga tranquilo en la Moncloa mientras arruina España.

Lo verdaderamente preocupante, lo que más me duele, es que las encuestas, las verdaderas, aún le den un respaldo a un presidente que dejará nuestra España tocada, por no decir hundida. «Soy del PSOE,» que diría el caballero a la señora de turno, ideologizados hasta la médula y que se dedicarán a votar a su partido político y junto a su amado líder, aun les fuera la vida en ello y aunque el trabajo de sus hijos, vecinos y familiares dependiera de votar a otra opción política, que depende, no lo harían.

Somos así y así nos va. Sufrimos la incompetencia, las políticas y la ruina de la izquierda durante años. Votamos a la derecha para que arregle el desaguisado y luego incendiamos las calles contra los «recortes» para que, justo cuando todo comience a caminar, cuando se haya logrado levantar el país de la catástrofe socialista, volvamos a votar al cantamañanas de turno para empezar de nuevo. A veces pienso que si España hubiese mantenido en el tiempo un gobierno de derechas, con la riqueza que tiene nuestro país, seríamos una potencia económica mundial.

Espero que las elecciones locales y autonómicas sean un duro y definitivo golpe para Partido Socialista y Podemos y antesala de una mayoría absoluta. Una mayoría que permita la vuelta de unas políticas, ya no de derechas, sino sensatas y de sentido común. Necesitamos que el gobierno entrante no maquille las cifras del paro con fijos discontinuos como hace el de ahora y que sea la inercia quien permita la creación de empleo estable. Ahora está complicado el asentamiento de las empresas que difícilmente se mantienen y la creación de un clima de bonanza económica sería la que permitiese la creación de nuevos proyectos empresariales.

Ojalá sea pronto y paradójicamente, que no sea demasiado tarde. España necesita de más políticas para la gente, de más políticas para el empleo, de más políticas para la libertad económica de los españoles y de más políticas para la emancipación de nuestros jóvenes, como diría el presidente Mariano Rajoy en su libro, de “Política para Adultos”. En España hace falta menos ideología y más inteligencia política, a mí me lo parece.

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