Aunque parezca mentira, sólo hace cuatro años que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno de España. Cuatro años que parecen una década de despropósitos, errores, algunos por mera incompetencia y otros como se diría en el tenis, forzados.
Tal y como me dijo un amigo hoy, nunca pensé que un presidente del Gobierno pudiera superar la infame labor de José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, Pedro Sánchez le ha superado con creces en incompetencia, en soberbia, en malas decisiones y en malos compañeros de viaje. Sánchez es un presidente capaz de “cualquier cosa” con tal de seguir ahí. Es un adicto al poder sin escrúpulos y lo que más me preocupa es que dará a sus socios los bilduetarras y los comunistas de Podemos todo lo que le pidan por aferrarse a la Moncloa.
El futuro ya es casi un secreto a voces. El Partido Popular que lidera Alberto Núñez Feijóo ganará las próximas elecciones locales y autonómicas. Desconozco si Míster Falcon, inmediatamente o no, dependiendo de los resultados, antes o después acabará convocando elecciones generales. Si todo sale como creo y de la manera que le conviene a España, nos sacaremos a este Gobierno Frankenstein de encima. Pero, por desgracia, la pesadilla no terminará aquí. Después de desalojar a Sánchez y a todo su séquito de ministros y asesores, habrá que tomar medidas impopulares. Estas medidas serán necesarias para devolver a nuestro país a la senda de la creación de empleo, del crecimiento económico, de la prosperidad. En definitiva, del camino que nunca debió abandonar y en el que nos metió el socialcomunismo.
Será, justo en ese instante, cuando la izquierda se dedique a volver a su hábitat natural, la calle. Será ahí cuando los sindicatos abandonen su letargo y cuando periodistas afines a tal ideología como Jordi Évole, por ejemplo, u otros de La Sexta u otros medios los que se dedicarán a hacer su particular homenaje a la subida de la luz, con un escaso 12% al respecto. Tras todo esto, será en ese momento cuando las calles se abarrotarán de gente.
Los manifestantes, una vez en la calle, se dedicarán a quemar contenedores. La agitación social será la protagonista y cuándo volverá la noticia al Congreso de los Diputados o, quien sabe, quizás aparezca un nuevo 15-M que “okupe” el centro de Madrid como ya lo hicieron con anterioridad en el distrito de Sol. Hasta entonces, todo parecerá una balsa de aceite mientras Tezanos intenta apaciguar el malestar social, mientras las televisiones miran para otro lado e incomprensiblemente, las encuestas más fiables aún le dan un amplio respaldo a este infame presidente del Gobierno.
Independientemente de que en el gobierno de este país esté uno u otro partido, la izquierda siempre se las ha arreglado para fingir que todo va bien y que lo malo es culpa de la guerra de turno. A nivel estratégico, son un una corriente que se comunican mejor, saben mentir mejor y, a pesar de que todo vaya a peor, conseguirán que no pase absolutamente nada, puesto que cuentan con los medios de desinformación que manipularán a sus anchas convirtiéndose todo ello en una dictadura de la información.
La salvación, a pesar de todo lo que vendrá, pasa por echarlos del Gobierno. Necesitamos poner dirigentes con carisma, capacitados, valientes y con gran experiencia en labores de gobierno. Se necesitan personas capaces de tomar acción y dispuestos a coger las riendas de un país que es la envidia de muchos por la cultura que procesamos. También por nuestras grandes tradiciones y las magníficas ciudades, todas ellas diversas y divididas por su rica gastronomía.
El futuro de España para por desandar lo andado, por recorrer hacia atrás el camino, por enmendar la cantidad de despropósitos que están llevando a nuestro país a una quiebra económica. También por recuperar los valores perdidos que nos convirtieron en una de las democracias más consolidadas de Europa, que nos han permitido tener la mayor etapa de prosperidad y paz de nuestra historia. Es el momento de volver a creer en nuestro país. Es el momento de España y de los españoles. Cada minuto que pasa, la recuperación es más difícil y el daño es mayor.
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