Ingeniería política

«Es terrible lo que está ocurriendo. A veces hacemos un exceso de leyes y no es tanto un problema de leyes, lo que falla es la realidad”.  De este modo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, lamentaba, según qué medios, el nefasto impacto de la ley del solo sí es sí en la jurisprudencia española. Si desprendemos estas palabras del halo de ambigüedad con el que los miembros del gobierno difuminan sus diferencias internas podríamos tomarlas como precursoras de una reflexión que ciertamente se aproxima al panorama sociopolítico actual. No obstante, en un análisis funcional resulta conveniente no confundir las causas con las consecuencias. 

Resulta inevitable preguntarse cómo se ha redactado y más tarde aprobado, la Memoria de Análisis de Impacto Normativo de esta disposición; memoria que debió ser en su momento minuciosamente estudiada por el titular del Ministerio de la Presidencia, ostentando entonces dicha competencia Carmen Calvo. La jurista constitucionalista se ha distinguido siempre en las filas de su partido, o al menos lo ha pretendido, por su férreo compromiso con el feminismo, transmitiendo su preocupación por que el sustrato jurídico de la normativa en defensa de los colectivos vulnerables fuese sólida. Parece que sus pretensiones quedaron eclipsadas por la insolencia política de Irene Montero, autora de otras normas de calado similar a esta y contra cuyas enmiendas ha votado la que a día de hoy sigue siendo presidenta de la Comisión de Igualdad.

Retomando la idea de Robles, la correlación entre el Legislador y la realidad resulta en estos momentos meritoria de especial escrutinio. Dada la situación actual, parece más acertado el término correlación que el de relación entre estos dos constructos. A la que ingresara como número uno de su promoción en la carrera judicial no le falta razón, pero le sobra condescendencia con sus socios de Gobierno. Los grupos parlamentarios de la coalición, pese a sus diferencias internas, revisten su estrategia de resistencia retroalimentándose entre ellos. 

Sin horizontes políticos convergentes, y como ocurre con la simbiosis entre especies distintas, cada partido brinda al otro aquello de lo que éste adolece. De este modo, el PSOE aporta a la ecuación los 120 escaños que viabilizan una aritmética parlamentaria izquierdista y Podemos imprime un sello ideológico que, si bien es cuestionable, en ningún caso es sorprendente en sus derivas. Uno resiste por mantener la hegemonía en el Congreso de los Diputados y el otro por traducir a nivel fáctico sus ideales y fantasías. 

De esta relación entre los socios de gobierno dimana la correlación entre el ejecutivo y la realidad. No es porque las demandas de la segunda perfilen los proyectos legislativos del primero; sino por la ingeniería jurídica por la que será recordada esta legislatura. El segundo Poder del Estado persigue el diseño ad libitum de la realidad social y la normativa sin reparar en sus efectos colaterales siempre que ello le posibilite rubricar el BOE hasta agotar la vigencia de su mandato. Su funcionamiento se antoja semejante al editor genético CRIPSR; capaz de identificar la secuencia de ADN deseada, cortar dicho intervalo y eliminarlo, alterando de este modo el genoma humano. 

La fisura en esta similitud es que dicha herramienta genética persigue favorecer la capacidad inmunológica del organismo y en el caso del ejecutivo parece acabar favoreciendo a agresores y golpistas; haz bien y no mires a quién. ¿Por qué presentar ante el Congreso una propuesta legítima para cambiar el código penal, si puedo seleccionar los artículos que no casen con mi proyecto de ingeniería y eliminarlos? Es siempre mejor pedir perdón y no permiso. Además, esta táctica facilita escenarios adecuados para arrojar partidismo o deslegitimar a la oposición y a los propios órganos constitucionales. 

En los sucesivos comunicados de los cargos y autoridades, tras el pronunciamiento del Tribunal Constitucional, la reiterada coletilla de que acatarían su decisión no fue en ningún caso un acto de reconocimiento de la chapuza legislativa que había urdido. Lejos de recoger velas, tras un desafío tan flagrante al orden constitucional como fue el ardid de las enmiendas del Código Penal, pusieron sobre la mesa una carta ya jugada por sus socios separatistas y que, entre líneas, permitía inteligir el verdadero mensaje: “volveremos a hacerlo”. Quizás otros artículos de la Constitución no resultan tan convenientes al Gobierno, pero el 73 les ha venido como anillo al dedo; y es que, el hecho de que enero sea inhábil, en lo relativo a la dinámica parlamentaria, es un preciado tiempo fuera con el que difuminar la distopía que han contorneado con línea fina y firme en el panorama político, social y hasta judicial. 

Mientras las dos formaciones del ejecutivo pugnan por el poder unidas o por separado, según convenga en cada momento, los españoles no tienen muy claro si están ante un espectáculo de simbiosis o comensalismo, pero detectan a la perfección que el denominador común es el parasitismo al ciudadano.

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