El éxito que no es propio asusta a los mediocres

Hoy en día vivimos en una sociedad basada en la cultura de la envidia, el miedo a la competencia y el conformismo, por lo que se ha creado una cultura de odio hacía todos aquellos que trabajamos duro para conseguir nuestros objetivos y que, además, no tenemos miedo a destacar y afrontar la competencia como una posibilidad de ser mejor.

Generalmente, tendemos a considerar a la ambición como un adjetivo descalificativo, pero para mí siempre ha sido todo lo contrario. El hambre, el ansia y las ganas de querer comerme el mundo es lo que me levanta cada día para ir a la Universidad, formarme y aprender. Ya lo dijo mi profesor de Derecho Mercantil en su primera clase; trabajo, trabajo, trabajo. Afrontarse a sueños como el de ser empresaria hoy en día en un mundo adoctrinado por el Estado y con una educación que nos guía a trabajar para otros y no para generar riqueza es todo un reto.

Estoy segura de que todos han vivido alguna experiencia en la que se abuchea, aparta o discrimina al mejor, desde que somos pequeños, incluso en las series de animación se nos inculca que el estudioso, el ágil y perspicaz es el friki de la clase y el menos popular. Por suerte, mis padres me han criado en torno a la disciplina y la constancia, ellos serán siempre mi claro ejemplo de éxito con mucho trabajo y esfuerzo.

Cómo católica creyente, cada día doy gracias por todo lo que tengo. Estoy eternamente agradecida con la vida que he llevado siempre y la educación que me han inculcado desde mis comienzos, pero ser agradecido no es sinónimo de ser conformista y ahí está el debate. En estos tiempos, existe un nivel de conformismo que solo asciende porque a la gente no le gusta salirse de su zona de confort, les da miedo.

De todos modos, hasta ahí me parece bien hasta que esas personas pretenden que tú seas como ellos y si no es así, se dedicarán a intentar hacerte sombra cuando de lo que se trata es de brillar tanto que puedas iluminar al resto contigo, algo así como lo que pasa con las estrellas. No cabe duda de que nuestra economía actual está anclada a la interdependencia y que es totalmente absurdo considerar que por sí solo se pueden conseguir las metas, la competencia es imprescindible sí, pero además, es lo que alimenta las ganas personales y colectivas de crecer cada día y por eso, debe ejercerse sin miedo y justamente.

Los jóvenes tenemos que entender que no sólo somos el futuro, sino que también somos el presente, que pertenezcamos a una de las generaciones mejor formada académicamente de la historia no significa que lo vayamos a tener todo más fácil. Como una futura profesional del mercado laboral y las relaciones de trabajo mi consejo es que no tengan miedo a aprender porque como dijo Steve Jobs “Si tú no trabajas por tus sueños, alguien te contratará para que trabajes por los suyos”.

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