Contra el relato de la muerte

España lleva años sufriendo las consecuencias de la peor forma de socialismo y comunismo. Su dominio político está derivando en la aberración en la que suelen caer los peores regímenes de izquierdas: el odio a la vida y, por supuesto, al ser humano. Sin embargo, lo preocupante no son los resultados de las políticas liberticidas del Gobierno más autoritario de la historia de la democracia, sino la consolidación de un relato que establece la defensa de la vida y la sociedad tal y como la conocemos en un tema tabú.

No son pocos los medios que se hacían eco del rechazo del Tribunal Constitucional sobre el recurso del aborto. Una resolución que llevaba paralizada años, pero que, ciertos sectores políticos, trataban de sacarle brillo para poner en una difícil posición al líder del Partido Popular. No obstante, en el seno de la formación, esto no se trata de una simple postura que pueda ser cambiada por la ejecutiva de turno, sino de un argumentario absolutamente trascendental que, en caso de ser cambiado, debiera de plasmarse estatutariamente. Como bien se expone en el preámbulo de los estatutos de los populares: “somos el partido de las personas. La persona es, desde nuestra perspectiva humanista cristiana, el centro, el inicio y el fin de toda nuestra acción política”. Asimismo, el artículo 2 señala de forma clara e inequívoca su defensa del “derecho a la vida”.

En esta situación, escuchar a líderes promoviendo políticas en favor de la natalidad y de la vida es esperanzador, además de necesario. Pero es mucho más importante ver cómo esos discursos no vienen solo impulsados por miembros clásicos del Partido Popular que se mantienen inflexibles en esta materia, sino de líderes jóvenes como Ignacio Dancausa, presidente de NNGG Madrid, que es un auténtico símbolo joven contra la izquierda “woke”. Esa es la vía por la que, sin duda, debemos de seguir.

Por lo tanto, como he dicho anteriormente, les guste más o menos, no hablamos de un posicionamiento determinado, sino de un tema de vital trascendencia en el que los afiliados deben y tienen que ser escuchados. En esas diferentes sensibilidades que aglutinamos dentro del Partido Popular se encuentra nuestra riqueza política, la cual debemos de cuidar. Pero ese cuidado pasa indudablemente por la escucha, pues resulta imposible cambiar de la noche a la mañana principios del partido que ha llevado la defensa de la vida por bandera. Más aún cuando existe un grueso de afiliados, muchos de ellos jóvenes, dispuestos a dar esa batalla cultural necesaria contra la izquierda que trata de imponerse en todos los campos. 

Llevamos años afeando la acción de este Gobierno, pero en estas últimas semanas están siendo trágicas en el elemento humano, el más fundamental de la acción política. Este social comunismo desesperado y en su faceta más autoritaria trata de imponer sus políticas de ingeniería social, dejando patente su desprecio a la vida y su gusto por la cultura de la muerte. El avance de ese peligroso relato es cada vez más patente en nuestro país. Somos muchos los dispuestos a no abandonar esta batalla sin caer en radicalismos doctrinales. Aceptar su relato en silencio supondría complicidad, pero ser valientes implica una oportunidad para la sociedad en la que muchos seguimos creyendo. En definitiva, mientras hay vida, hay esperanza.

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