El populismo sale caro

Cuando tu opción de hacer política radica en el populismo y, en consecuencia, carece de proyecto, corres el gran riesgo de que tus políticas, aun contentando a tus más férreos defensores, caigan en la inutilidad más absoluta. Esto, sin ningún tipo de duda, es lo que le está pasando a Vox con su moción de censura. A pesar de que esta puede ser compartida en el fin, está demostrando ser un auténtico despropósito en su contenido.

Desde el anuncio “estrella” de la formación de Santiago Abascal hace unas semanas, los desvaríos de Ramón Tamames están dejando en absoluta evidencia lo que, previsiblemente, se convertirá en una de las mayores chapuzas de nuestra historia parlamentaria. Tamames, una innegable y absoluta figura de nuestra corta historia democrática. Con sus declaraciones, está plasmando que la moción no es más que puro marketing electoral que se les ha ido de madre.

Si tuviera que expresar mis dudas en una sola pregunta la manera podría ser la siguiente: ¿Cómo puede Vox apoyar a un candidato que defiende de forma clara y pública que “España es una nación de naciones”? Los que llaman incoherente a Macarena Olona deberán hacer un verdadero acto de ingeniería argumentaría para poder dar una respuesta exitosa.

Eso sí, cabe aclarar que mi duda no reside en la capacidad intelectual e ideológica de Tamames, que podemos dar por hecho que es mucho mayor que la de algunos de los presentes en el hemiciclo. Sin embargo, sí que reside en la inutilidad de presentar a un candidato utópico ante un Gobierno depredador. En pocas palabras, soltar carne a unas hienas malheridas.  Puede que estemos ante la medicina que necesitaba el peor mal de este país.

Es de traca. Vivimos los coletazos de un ejecutivo absolutamente ahogado por polémicas que, ante su absoluto hundimiento, buscaba un salvavidas al que amarrarse. Ante esto, en vez de mostrar una oposición unida ante el mal, Abascal ha decidido lanzarse al rescate de un Pedro Sánchez que llora, pero estos lloros no son de miedo, sino de inmensa alegría ante este kafkiano movimiento político. Eso sí, los de Vox parecen contentarse y refugiarse con el puñado de votos que creen que rascarán con esta torpe y cutre maniobra que puede hipotecar el futuro de los españoles.

Por muchos golpes de pecho que se den y por muchas veces que repitan que son la “derecha valiente “, a alguno hay que recordarle que el cementerio está lleno de valientes. Vox ha demostrado que le gusta la política de la pataleta, pero esta puede salirnos muy cara a todos los demócratas. ¿Por qué? La respuesta es clara: esta no es una moción al Gobierno, sino un escarnio a la oposición que, una vez más, gracias a Vox, se verá más distanciada que nunca ante un proyecto utópico y de muy mal gusto.  Ante este desgobierno es necesaria una oposición dura, coherente y que refleje una verdadera alternativa necesaria en este país, porque, con urgencia y con cabeza, hay que echarlos.

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