Hombres ‘feministas’

Ha pasado semana y media de las declaraciones realizadas por la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en las que aseguraba que los hombres de izquierdas “son un peñazo”, al mismo tiempo que continuaba relatando que ellos se consideran menos machistas que el resto. Esto último, la gallega lo exteriorizaba entre risas. Lógico. Mi opinión al respecto sobre este tipo de “macho” la iréis conociendo según vayáis leyendo estas líneas. Lanzo spoiler, no voy a dejarlos en muy buen lugar. A continuación, van mis razones con sus respectivos argumentos.

La primera tiene que ver con que los hombres de izquierdas, que presumen de ser feministas, estos acaban siendo unos auténticos calzonazos. Es el típico perfil que jamás replicaría a una mujer, aunque sepa que él tiene la razón consigo. Además, son firmes partidarios de posicionarse claramente por las hembristas, -que no feministas-, las cuales me merecen el desprecio más absoluto por el totalitarismo que desprenden. Yo, de haber nacido fémina, a aquellos hombres ‘feministas’ que por buenismo o por intereses relacionados con los dos rombos le hacen la ola a una de esa condición, los utilizaría como personal shopper, porque, para otra cosa… me da que no valen. Un hombre que produzca más bostezos que debates… tendrá como su hábitat natural la friendzone.

La segunda razón por la que considero a los hombres de izquierdas un peñazo tiene que ver por los temas de índole política. Estos suelen ser los habituales que acuden a concentraciones ‘feministas’ -hembristas- para contentar a sus parejas o, por el contrario, con la intención de pillar cacho. Recordemos que las manifestaciones del 8-M, desde hace años, están acaparados por la izquierda y que, en la inmensa mayoría de los casos, destilan odio por los cuatro costados.

Yo siempre apoyaré El día Internacional de la Mujer, pero el de siempre y no este moradito en el que, entre otras proclamas, se pueden escuchar cánticos como el de “machirulo muerto, abono para mi huerto”. Sin embargo, estos ‘machotes’ asiduos a tales eventos son los típicos que las repiten o, por el contrario, con su silencio las respaldan. Triste pero cierto. Esos perfiles de hombres no solo me parecen unos cobardes, sino que, además, unos seres sin dignidad ni principios. Si veo que en una manifestación, sea cual sea, atacan a los de mi sexo, por el mero hecho de tener algo que me cuelga, mínimo me marcharía de ese evento y máximo, les invitaría a las organizadoras a que tengan una cita con el señor Satisfayer, ya que ningún hombre, con dos dedos de frente, sería capaz de aguantar a semejantes odiadoras.

Y la tercera y última razón tiene que ver con el falso rol de justicieros que desempeñan los hombres de izquierdas. Según Yolanda Díaz, los ‘señoros’ de esa condición son igual de machistas que el resto. Sus risas la delataban. Para mí, este tipo de perfil es, con diferencia, lo es mucho más de que lo que podemos serlo los demás. Los hombres de izquierdas, que tanto presumen de ser ‘feministas’, son los primeros que callan ante las verdaderas injusticias. En periodos electorales o ante noticias de actualidad de gran trascendencia, ¡anda que no ha habido mujeres de derechas increpadas o agredidas física o verbalmente y ellos callados o verdugos!

Citando casos puntuales, se me vienen a la mente los casos de Begoña Villacís, de Cs, que, estando embarazada fue escracheada o incluso podríamos decir que más. ¿Y qué decir del caso de Cristina Cifuentes del PP? La expresidenta de la Comunidad de Madrid tuvo que pasar por un pasillo de la agresividad en la que hombres de izquierdas la gritaban con todas sus ganas. Y si cito el caso de Rocío de Meer, de Vox, la misma que recibió una pedrada en su cara cuando acudía a un evento de su partido en Sestao (Vizcaya)… El hombre de izquierdas, que tan feminista es él, calla ante tales acciones o, directamente, les restan importancia. El claro ejemplo lo tenemos con el dirigente podemita Pablo Echenique cuando este aseguraba que la agresión a De Meer se trataba de Kétchup.

En definitiva, considero a los hombres de izquierdas que se autoperciben como feministas, tal y como afirma nuestra cuqui Yoli, un auténtico coñazo, pero añado también que son unos huevones. El ‘machote’ que en la teoría saca pecho de lo justiciero que es, pero que, en la práctica, dependiendo de contra quien vaya, lo mismo actúa de sectario que de ‘calzonazos’, no me merece ningún respeto. Además, estoy seguro que hasta las hembristas -aquellas radicales- ni tan siquiera se fijarían en ellos, puesto que, en el fondo, les acaban atrayendo perfiles similares a los de Santiago Abascal con sus pros y sus contras que gente al más puro estilo de Alberto Garzón, Juan Carlos Monedero o… ¿Pablo Echenique? Pues sí, las mujeres femeninas, feministas o hembristas cuya orientación sexual sea hetero, a los plancha-bragas les muestran ese camino tan odiado por cualquiera: la friendzone de altos kilometrajes que llega hasta el infinito y más allá.

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