O, lo que es lo mismo, España ya tiene Presidente del Gobierno. Y también desde esta mañana 22 ministerios, más que nada para no ser menos que durante su anterior legislatura. Con 179 votos a favor, el líder socialista logró lo que para unos es un avance en derechos sociales y resto de dietario progresista y, para otros, se trata de una aniquilación del Estado de Derecho. En cualquier caso, la fumata blanca que asomó por los tejados de la Carrera de San Jerónimo, tiene visos de convertirse en humareda roja tirando a negra.
Roja, porque serán las políticas que no dudará en llevar a cabo el nuevo Gobierno, a pesar de que ciertos socios del Ejecutivo sean de derechas tirando a muy derechas. Eso del esfuerzo y valorar a quien más se lo merece no va con ellos; a esta izquierda lo que le gusta es tirar la casa por la ventana y si es machacando a quien cumple para beneficiar al que vive del cuento, mejor, votos a favor para dentro de cuatro años.
Más roja, porque es el primer color que a cualquiera le viene a la cabeza cuando piensa en el infierno, que es básicamente lo que le tocará vivir a la ciudadanía durante esta legislatura. Si alguien se cree que todo va a ser un jardín de flores está muy equivocado. Pedro Sánchez ha demostrado que siempre puede dar otra vuelta de tuerca y cuando la soga aprieta tanto que uno piensa que ya no puede más, él se saca de la chistera un conejo, malévolo, capaz de estrangular hasta asfixiar. Y esta vez tiene mucho que apretar a unos para contentar a otros.
Y negro, pues porque principalmente, es el futuro que le espera a España con este sujeto en el Gobierno. Sánchez controla el Ejecutivo, controla el Legislativo, controla el Judicial, controla los medios, lo controla todo excepto su ambición desmedida que le ha llevado a vender todo lo invendible y más, a cambio de estar otros cuatro años a la cabeza del país. Básicamente, un par de caras nuevas en los ministerios en los que hay que alegrarse, es muy lícito reconocerlo, no tener que ver ni a Irene Montero ni a Belarra, aunque seguro que la nueva Ministra de Sanidad dará momentos de gloria, como los daba jueves tras jueves en la Asamblea de Madrid. Ahora será MiMeMa…
¿Y las concentraciones de estos días? ¿De qué han servido todas esas marchas que han invadido las calles de España? Lo que estaba claro es que cambiar el resultado final de la votación de la semana pasada, no. Quizás dar una imagen de que una parte importante de la sociedad; posiblemente, mayor que las cifras que se barajaban, haya dejado bien claro que no les queda más remedio que acatar, pero que no son tan tontos como para creerse todas las milongas y mentiras que salen por la boca de Pedro Sánchez y sus secuaces con tal de justificar lo injustificable. Quizás, Europa, que tiene al gobierno socialista en el punto de mira desde hace tiempo, se dé cuenta de que no todos los españoles son partidarios de perdonar al que delinque o beneficiar a unos por encima de otros.
En cualquier caso, un poco de tormenta y todo volverá a su cauce… o no. El señor Sánchez es un especialista en manejar los tiempos, eso nadie lo duda. Pero esta vez, quizás el reloj no le funcione como él pretende. En frente, la oposición que no le va a dar tregua; al fin y al cabo es su función y en esta etapa, más que nunca. Pero es que dentro de su gobierno de coalición, va a tener que hacer encaje de bolillos para contentar a todos y eso, eso es muy complicado. De hecho, los diputados que le han vendido su voto, a buen precio, por supuesto, ya se han encargado de avisarle, más bien, amenazarle: o cumple o la legislatura será corta.
Desgraciadamente, el importe siempre puede subir porque siempre hay alguien, o sea, Pedro Sánchez, dispuesto a pagar la cifra que exijan. Ya se encargará posteriormente toda la maquinaria socialista de darle la vuelta a la tortilla o inventarse palabras cuál Real Academia, para alcanzar su mantra particular: por lo menos no gobierna la derecha. Señores y señoras, Habemus Papam por cuatro más. Hagan sus apuestas porque la partida va a estar reñida. Eso sí, que Dios nos coja confesados.
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