
Desde Aristarco de Samos, pasando por Copérnico entre otros astrónomos, hemos conocido la transición del día a la noche, como el resultado de un movimiento en el que la Tierra, como protagonista principal, realiza un movimiento de giro sobre su propio eje. De esta forma, mientras en un hemisferio la vida alumbra, en el otro muere.
En estos días, en los que el sol se erige como elemento de adoración para los miles de argentinos que honran y veneran su bandera, se anuncia al mundo el triunfo de la derecha de Milei derrocando a un gobierno sectarista y peronista después de 40 años. Al verlo, me hago plenamente consciente de que Argentina acaba de parir un brillante futuro, mientras a España, que también estaba de parto, le rompen las aguas, la unidad y el estado de Bienestar, además de menoscabar de manera grave su Carta Magna.
Estamos a punto de asistir a la primera cesárea política de la historia de nuestro país. La primera disección política de una nación que sobrevivió a sus propias guerras, vistiéndose por los pies de orgullo, de valentía, de sacrificio, pero ante todo de UNIDAD. Me viene a la mente insistentemente la palabra “cesárea”. Cuando hablamos en medicina de cesárea, hablamos de una intervención no natural para dar solución a un problema que puede poner en riesgo la vida del no-nato o de la madre. Preservar la vida de la madre es importante, pero la del hijo también. Es una técnica quirúrgica en beneficio de dos.
El 17-11-23, fecha negra para nuestra historia moderna, se le practica a España una “cesárea política invasiva”, que deja nuestro país en el más nauseabundo estado crítico, dando lugar a un clamor popular que atrona las calles de todas las ciudades. Igual que ocurre en el quirófano durante una cesárea, donde se corta piel, músculo y útero… en el Congreso de los Diputados se desmembrana nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho, dividiendo España en tres naciones: la española, la catalana y la vasca. Un sesgo de libertades y derechos que quedará ya tatuada para toda la vida de nuestra democracia, en forma de cicatriz independentista, cosida con puntos terroristas y separatistas.
Como sucede después de cualquier parto, cesárea e incluso aborto, unas horas después, entran en escena los “entuertos”. Esa marea de intensos dolores que provocan una oleada de alaridos que van y vienen mientras el útero se contrae para volver a su estado anterior. Políticamente hablando, nos encontramos en la UCI a nuestro estado de Bienestar. Las calles se llenan de disgusto, clamor, protesta y dolor… Queremos volver a nuestro estado más anterior y mantener íntegra a nuestra madre.
Suben las pulsaciones, se acelera la lívido, se agitan en las calles miles de compatriotas que quieren sacar a la democracia de este estado de catarsis y muerte política. Salvar a esta madre patria conservándola íntegra y salvar también a su niña, la Constitución, hoy en estado de encefalograma plano. Seremos el entuerto que vuelva a poner a nuestra nación en pie, saludable y sana como nunca debió dejar de estar.
Y, al igual que Argentina hoy, haremos que nuestro grana y oro sean los colores de la unidad y nuestra identidad como lo han sido en los últimos años. Sin copias, sin rupturas. Desde la unión y el trabajo común. Palabras de una española que escribe desde el vientre de la democracia madre, para todos sus hermanos de corazón, sangre y razón.

Muy buena metáfora