El cuñado que todos llevamos dentro

Basta que pase una tragedia para que saquemos a pasear al “cuñado” que todos llevamos dentro. Ya saben, el hombre o mujer plasta que en una comida familiar aburre hasta las piedras, porque de todo habla y de todo sabe, normalmente metiendo siempre la pata. 

Hace unos días Valencia y con ella toda España, observó horrorizada como unas fincas de reciente construcción ardían en menos de una hora, algo de muy difícil explicación, ya que se supone que cada vez más se utilizan materiales mejores que resisten al fuego. Nada se pudo hacer salvo intentar salvar al mayor número posible de personas que allí vivían. Incluso pudimos ver con el corazón en un puño, cómo se rescataba casi de entre las llamas a un padre y su hijo, con una actuación muy arriesgada. En esos momentos de confusión, los bomberos fueron elevados a la categoría de súper hombres. 

Hasta aquí lo normal en un incendio de grandes proporciones. Pero al día siguiente nos despertamos aún sobrecogidos y los bomberos, según algunas personas, habían pasado de héroes a villanos. Y aquí es donde entran los cuñados, en las redes las opiniones de estos seres ignorantes cobran fuerza y parece que todos han sido bomberos en algún momento de sus vidas. Que si no dejaron bajar a la gente y por eso hubo muertos, que si esto y lo otro. Por supuesto, ninguno de ellos ha intentado en su vida entrar en un edificio en llamas a rescatar a nadie.  

Por tanto, creo sinceramente que se impone la prudencia, hay protocolos establecidos basados en la experiencia, imaginen que cada bombero hiciera lo que le diera la real gana. No estoy diciendo que no se produzcan errores y más cuando el incendio es inusual, pero de ahí a acusar con el dedo, hay un abismo. Da vergüenza ajena leer algunos comentarios, máximo cuando el dolor por las víctimas está tan presente. 

Ojalá fuéramos capaces de empatizar siempre y de tener la boca cerrada, no adelantar acontecimientos y esperar a lo que digan los que sí están capacitados, ya sea un incendio, una riada o un terremoto. Es el factor humano, ya saben; hay quien desearía ser la novia en la boda, el niño en el bautizo y por desgracia el muerto en el fuego. 

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