
Durante estos días, hemos visto con estupor la salida de varios audios sobre la posibilidad de “cargarse” al jefe de la UCO. Teniendo en cuenta que esta información procede de aquellos que tienen socios con un amplio y terrorífico currículum a la hora de asesinar guardias civiles, sinceramente, es algo que me genera bastante preocupación.
Nuestra querida Guardia Civil, nuestro instituto benemérito, está siendo vilmente atacado por quienes tienen mucho que callar y ocultar. La Guardia Civil y, en especial, la Unidad Central Operativa -UCO- están haciendo una magnífica labor al dilucidar y aportar luz a los jueces y tribunales, a los cuales les está tocando la tarea constante de instruir una serie de causas penales en las que, presuntamente, están implicados diversos altos cargos del Gobierno, supuestamente.
Desde el punto de vista jurídico, resultan ser casos súper interesantísimos de estudiar, pero, teniendo en cuenta quiénes son los imputados, no envidio en absoluto esa labor. Por el contrario, desde aquí quiero mandarles un mensaje de ánimo a los jueces que deben juzgarlos, ante las continuas presiones que sufren por quienes se sienten acorralados.
Volviendo al asunto de la Guardia Civil, desde hace aproximadamente unos siete años vienen sufriendo varios ataques a nivel organizativo por diferentes motivos: privatización paulatina de medios, el no reconocimiento de su trabajo como una profesión de riesgo y la brecha salarial, entre otros tantos. El odio que parece destilar el que, bajo mi punto de vista, es el peor ministro del Interior que hemos tenido hasta la fecha en España hacia la benemérita no se entiende entre los españoles, máxime cuando el propio Marlaska fue magistrado de la Audiencia Nacional, motivo por el cual tuvo que trabajar tiempo atrás con ellos.
En Barbate se produjo una tragedia evitable en caso de que se les hubiese dotado de los medios apropiados a los guardias civiles, garantizando la seguridad de David y Miguel Ángel, quienes fueron asesinados por narcotraficantes que operaban por esa zona. Dos ángeles verdes que, desde arriba, velan por sus compañeros, que hasta hace no mucho tuvieron que ver todos los días la zodiac -de juguete- que les dotó el Ministerio del Interior para combatir las actividades delictivas en el Estrecho, con restos de sangre. Sinceramente, me parece una crueldad absoluta, y más cuando este cuerpo tan respetado se juega de manera continuada su propia integridad.
El pasado sábado por la mañana, en diversos medios de comunicación, irrumpió un bulo en el que se aseguraba que un alto mando de la UCO quería ponerle una bomba al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, algo que ponía a la Guardia Civil a la altura de ETA, asegurando que eran las palabras textuales de la propia benemérita. Fueron muchos los panfleteros afines a la extrema izquierda quienes se hicieron eco, reproduciendo el bulo. Tal ha sido el efecto de profunda repulsa en una sociedad española hastiada, repleta de tantos casos de corrupción, que han recogido velas asegurando que las declaraciones verídicas eran completamente opuestas: que el alto mando tenía miedo de que le pusieran una bomba lapa.
El daño a este mando es completamente irreparable. Me parece asqueroso que se ponga al mismo nivel a las víctimas que a los terroristas, una estratagema más elaborada por aquellos que se han convertido en una especie de mafia que cuentan entre sus amistades con gente muy poco “recomendable”.
Siempre se ha tenido respeto y aprecio a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a las Fuerzas Armadas. Sin duda, he sido una de las afortunadas que ha tenido dentro de su familia buenos ejemplos pertenecientes a las mismas y que, como ciudadana y como jurista, son dos colectivos a los cuales respeto y valoraré, debido a que se juegan la vida por velar por nosotros, a pesar de que existan energúmenos que los denosten y quieran eliminarlos del perímetro… o que algunos políticos los utilicen en sus infames acuerdos como cambio de cromos para provocar su desaparición, eliminándolos de comunidades autónomas en las que impera el nacionalismo. Años de estudio, de dedicación, de entrega y de vocación para que cuatro destripaterrones que han llegado de rebote a la política les tiren todo eso por el suelo para dar gusto a los enemigos de España.
Nuestra Guardia Civil, el benemérito instituto, debe ser respetado y honrado como se merece. Por ese motivo, no solo hay que reconocer su valía, sino que, además, merecen que se los equipare junto a la Policía Nacional con respecto al resto de policías autonómicas existentes en nuestro país. Unas policías, las autonómicas, que por cierto considero que no deberían existir, ya que me parece un error garrafal no solo su existencia, sino también dotar de dichas competencias de interior a diversas regiones. Además, insisto, pidiendo desde aquí que esta profesión merece ser declarada una de alto riesgo. Ellos se lo merecen.

Estoy muy de scuerdo