El Rey Don Juan Carlos es obligado a abandonar España
Habría que remontarse a los tiempos del Rey Alfonso XIII, allá por 1931 para ver un hito tan significativo como este en la historia de España. El Rey Don Juan Carlos de Borbón «abandona» su España para evitar males mayores, igual que hizo en su momento el monarca mencionado anteriormente para evitar una guerra civil.
Ayer, lunes 3 de Agosto de 2020, su Majestad el Rey emérito enviaba este comunicado desde Casa Real a su hijo Felipe VI.
Su hijo, el actual monarca, le ha trasladado a su padre «su sentido respeto y agradecimiento ante su decisión» y ha resaltado «la importancia histórica que representa el reinado de su padre, como legado y obra política e institucional de servicio a España y a la democracia».
Ante la inminente salida del país del rey emérito, su abogado Javier Sánchez-Junco ha querido plasmar en este otro comunicado que su majestad permanece a disposición de la Fiscalía, pese a su salida.
Puede parecer una simple maniobra para evitar toda la catarata de críticas y embustes diarios por sus supuestos negocios opacos y fondos en paraísos fiscales, pero permítanme dudarlo. Al monarca le han obligado a salir de España. Los aires de antimonarquía y republicanismo empiezan a resultar irrespirables y la situación se está volviendo muy complicada para una monarquía, a mi modo de ver, débil.
No se me ocurre un escenario más espeluznante para España, con la situación que nos acontece actualmente, que el de proclamar por la fuerza una tercera república liderada por incompetentes como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Antes que ver eso, me voy con el Rey emérito.
Los que han sacado al monarca de España son los mismos que ponen en la calle a asesinos de ETA, como Josu Ternera, o a ladrones, como la banda criminal familiar de los Pujol. Son los que critican sus relaciones con los jeques árabes por ser unos tiranos extremistas, pero luego no dudan a la hora de abrir las fronteras y llenar España de inmigrantes ilegales, muchos de ellos islamistas e infectados con coronavirus, con antecedentes penales y sin ningún registro de documentación.
¿Y quiénes son los más críticos con los negocios de Don Juan Carlos? Nada más y nada menos que un PSOE repleto de corrupción, con el caso más grande de malversación de la historia de Europa, como es el Caso de los ERE, 679.432.179,09 euros que dejaron Andalucía temblando y en la más absoluta de las miserias económicas. Con el Caso Delcy Gate todavía pendiendo de su cinto, desde aquella madrugada del 20 de enero en la que un avión cargado con 932 kilos de oro venezolano llegó a España, esclareciendo todas las complicidades que tiene este Gobierno con la dictadura narco-comunista de Venezuela.
Sin contar con todos los trapicheos y amiguismos que se traen partidos como Unidas Podemos con dictaduras latinoamericanas, como las de Venezuela o Cuba, y su enorme amistad con Evo Morales (exiliado de Bolivia por fraude electoral) o Nicolás Maduro. Por no mencionar, el automontaje del actual Caso Dina de Pablo Iglesias, donde hemos podido comprobar lo retorcido que puede llegar a ser este individuo, si es que quedaba alguna duda.
Se trata de un Gobierno que busca in extremis, la destrucción de la monarquía a toda costa para proclamar su República. La República que, según dicen, les quitaron allá por 1939. No tuvieron suficiente con el espectáculo de profanar un cadáver en El Valle de los Caídos, con todos los focos y televisiones en directo, sino que ahora también quieren linchar a la Monarquía que ha mantenido a España unida estos últimos 45 años de democracia.
La desfachatez y las ansias de destruir este país para crear su Venezuela personalizada han llegado a límites insospechados. Ya no se esconden, ni tienen la más mínima vergüenza a la hora de pactar con los proetarras indepentistas de EH Bildu, con Esquerra Republicana o con el PNV, entre otros, todos ellos desdeñosos de la Monarquía y la Constitución española y dejando claro en sede parlamentaria que les da igual el futuro España.
Pero el malo de la película es nuestro Rey emérito, cómo no. Confío en que esto no vaya a más, pero mi esperanza sobre el futuro de nuestro país, con este atajo de individuos embusteros y mercenarios al timón, es cada vez más desalentadora.
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