Todos los trabajos son esenciales

Hoy no voy a contar ninguna anécdota porque creo que la situación terrible que está atravesando la hostelería, bien merece que le dedique un poco de tiempo.

Cuando fue la crisis del 2008, en multitud de ocasiones escuché en los telediarios a jovencitas diciendo esta frase: “¿Y de qué quieren que trabajemos, de  camareras?”. Ahora con esta nueva crisis, ha aparecido una nueva expresión, la de “trabajos no esenciales”.

Y yo me pregunto, ¿quién le da a una persona la legitimidad de decidir quién es esencial y quién no lo es? porque para mí, probablemente el que no sea esencial es ese presentador de televisión que aparece ‘en la caja tonta’.

No creo que nadie en esta vida trabaje por amor al arte. Todos los trabajos son esenciales para quién los desempeña y mucho más para aquellas familias que comen de ellos. Desde la salida del confinamiento, todos hemos sido testigos de la persecución sistemática al sector hostelero.

Se le ha sometido a normas, controles de aforo, desinfecciones, prohibición de fumar en terrazas, inspecciones de sanidad y a otras tantas. A pesar de haber cumplido con todas ellas, en muchas comunidades autónomas, se ha procedido a ponernos un toque de queda.

Esto va claramente dirigido a mi sector porque los locales comerciales, supermercados… a esas horas ya están cerrados, con lo cual a ellos no les afecta. Además, no es lo mismo que se establezca el cierre a las 10 de la noche como así sucede en mi Comunidad Autónoma a que sea a las 12 como en otras tantas.

Es bastante triste que la gente esté viendo un partido y que les tengas que mandar a casa por orden gubernamental. Y, sin embargo, oir a varias personas decir “ A mí el toque de queda no me importa porque yo a esas horas estoy en casa”, mosquea.

Claro, pues entonces no hay problema. Mientras a usted no le afecte no pasa nada absolutamente nada. Mientras esté usted cobrando en su casa, ¿para qué pensar en nadie más?

Hay mucha gente que no quiere darse cuenta de que son medidas que te revientan una parte importante de la facturación. No todos tenemos el mismo estilo de vida ya que cuando unos duermen, otros trabajan y sus empleos son igual de dignos que los de cualquier otro.

Ahora voy a hablar de la trampa de los ERTES y de la situación en la que se han encontrado muchos de los negocios existentes en nuestro país. Pondremos a un tal Pedro como ejemplo. Pedro tiene una cafetería y 5 empleados a su cargo. Cuando mandan cerrar el negocio, a esos 5 les manda al ERTE, su gestor lo tramita ese mismo lunes.

Pasan los meses y sus trabajadores, le llaman preocupados porque no les llega ninguna notificación de si está aprobado el expediente. Él les dice que está todo bien tramitado y que espera que se resuelvan estos flecos en unos días. Los meses pasan, no puede abrir y la ayuda estatal no llega. Tampoco puede despedirles para que puedan acceder al paro. En algunos de los casos, los empleados en junio reciben la ayuda y en otros muchos casos ni tan siquiera la han cobrado.

Esas personas ni pueden darse de baja ni tampoco volver a trabajar porque no es viable. Pedro, cuando puede volver a abrir, primero va él solo y cierra a ciertas horas, cuando ve que la cosa mejora un poco decide volver a dar de alta a uno de los camareros. El camarero Juan, en el mes de octubre comienza a preocuparse porque vuelven a subir los contagios y las restricciones. En ese momento, Pedro tiene que hacer los malabares necesarios para pagar los gastos fijos, más la nómina y la Seguridad Social.

Finalmente, la Junta de su comunidad autónoma, decide cerrar los bares y restaurantes de nuevo. Ahora tendrá que volver a tramitar un expediente para Juan y cualquiera sabe cuánto tardarán esta vez. Esta es la situación real en la que se encuentran muchas personas hoy en día. Tras los arcoíris y los unicornios, hay una cruda realidad con colas del hambre incluidas. No sólo ha afectado a este sector, desde luego, pero como es el que yo conozco es del que hablo.

Contra viento y marea, Pedro trata de salvar su negocio, recoge la terraza, pone carteles de que vende cafés, latas de refresco, cervezas y bocadillos para llevar. La vida continúa en: cines, supermercados, autobuses, trenes, teatros pero al bar de este señor, le vigilarán la policía por el alrededor de unas 6 veces al día, por si Pedro o un cliente cometen algún error deteniéndose un minuto más de lo debido para así multarle por estar un minuto más de lo debido en el local obligándole al dueño a cerrar como si fuera un mero delincuente.

Parece ser que para algunas personas, es muy difícil de entender la existencia de que haya gente como Pedro (peronaje ficticio), autónomos que tengan su propio bar y que quieran vivir de su trabajo y no de las ayudas del Estado.

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