Cataluña, secuestrada por las encuestas

Nos encontramos con cambios en el Gobierno motivados no por el cese de quién no ha sabido gestionar la crisis sanitaria como ministro del ramo, con su licenciatura en Filosofía que posiblemente le diera tantos puntos para llegar a tal cargo, sino motivados por una decisión electoralista conjugada con una necesidad de pagar las rentas que en su día posibilitaron al hoy Presidente de España llegar a la presidencia de su propio partido, el PSOE.

Sí, efectivamente, Salvador Illa ha sido un pésimo ministro que sí ha sabido modular con filosofía y apariencias sus continuas comparecencias a lo largo de la crisis sanitaria. El ya ex Ministro se enfrascó en el propósito no de mitigar la pandemia sino de mitigar los efectos de la pésima gestión de su Ministerio y las desastrosas consecuencias de, inicialmente, no tomar las medidas a tiempo, mentir sobre el conocimiento de la gravedad y las muertes ya sabidas antes del 8 de marzo y ocultar la vinculación del Gobierno con la responsabilidad de gestión de la crisis desde que la OMS declarara el Estado de Alarma sanitaria Internacional a tenor del Artículo 14 de la Ley de Sanidad Pública española.

Mientras el resto de países europeos se enfrascaban en la compra de material sanitario y organizaban los planteamientos que mermaron en sus territorios los efectos de la primera ola, nuestro Gobierno no hizo otra cosa que mirar para otro lado y rogar para que no se supiera nada, a pesar de los incesantes y desastrosos datos que llegaban desde Italia desde semanas atrás. Ni se cortaron fronteras ni se tomaron medidas. El máximo responsable del Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias, Fernando Simón, se dedicaba a explicar que no habría de qué preocuparse, que lo máximo  que podría suceder serían ligeros casos aislados de resfriados mientras recomendaba no usar mascarilla. Eso sí, los ministros que asistían el 8M a la manifestación por el día de la mujer, con guantes protectores pese al resultado de contagio que días después todos conociéramos.

Todo visto en la distancia no resulta sino más grotesco, más llamativo y con una perspectiva histórica que nos deja al conjunto de los ciudadanos como tontos, absortos en salvar vidas y negocios, trabajos, y casas propias sin ser capaces de descifrar lo que pudieron condicionar esos días las consecuencias que aún hoy sufrimos.

Pues sí, este ex ministro de Sanidad dejó de serlo para embarcarse, tras una gratuita campaña mediática gracias a la crisis sanitaria que tan mal gestionó, en unas elecciones, las catalanas, en las que se presenta como candidato por el PSOE, justo ese partido que es responsable de toda la política desastrosa en torno a esta crisis, y el partido en el Gobierno, junto a PODEMOS, que en una estrategia a lo Poncio Pilatos, se lava las manos cuando le interesa y deja la gestión de la crisis en manos de las comunidades autónomas. Eso sí, con unos poderes muy limitados. Es decir, encarga el trabajo de las decisiones y sus consecuencias a las comunidades pero se limitan esas decisiones a las que considera el Gobierno central oportunas. Cualquiera diría que las comunidades autónomas se hayan convertido en el recadero de una falta absoluta de estrategia que sólo pude derivar en que la responsabilidad de cara a los ciudadanos nunca pudiera manchar al propio Gobierno. A lo que añado yo… manchar más de lo que ya se ha manchado.

Bien, pues bonito el premio a Salvador Illa, premio a la defensa del Gobierno, no de los ciudadanos que nos hemos encontrado en una situación de total y absoluto desamparo cubierto con las típicas estrategias de la izquierda consistentes en no solucionar problemas sino en poner parches, es ponerle a los pies la victoria en las elecciones catalanas. Todo consiste en parchear la situación para intentar disimularla, negarla y aparentar que se hace algo cuando las consecuencias no están siendo en absoluto positivas para nadie, con los peores resultados provisionales y pronósticos de toda Europa y prácticamente de todo el mundo tanto en vidas como en lo económico.

Y como el premio no podía quedarse manco le pusieron las manos de Tezanos, este señor tan experimentado en la ciencia de crear y generar opinión. Porque las encuestas generan opinión y posicionan a los ciudadanos cuándo estas encuestas versan sobre posibles resultados. La estrategia de Tezanos y sus encuestas son bien conocidas por aquellos que tenemos un mínimo conocimiento sobre opinión pública y la generación de información y de manipulación de comportamientos sociales. Y es que ése es el mando con el que la izquierda española manipula lo que puede a aquellos que se sienten ansiosos de respuestas y de cambios, de soluciones. Por ello en sus sucesivas e impuestas encuestas pagadas con el dinero de todos es el único que da por vencedor absoluto al socialista Salvador Illa.

Ellos no aportan soluciones sino parches. Y así va girando la rueda de la manipulación y del engaño, del adoctrinamiento basado en falsedades y la estrategia de que un pueblo pobre y sin recursos, sin capacidad de reacción, es el mejor caldo de cultivo para poder ser controlado con sus consignas. Y ya tenemos Historia reciente en España con Gobiernos del PSOE y sus consecuencias, con aumento del paro, quiebra económica, vaciado de arcas públicas, por no hablar también de corrupción y mentiras.

Y no es que en corrupción la derecha del bipartidismo español pueda dar muchas lecciones, sino que las corruptelas de la izquierda son siempre justificadas u ocultadas, no escandalizan; sería, en el inconsciente colectivo de la izquierda y del adoctrinamiento de la izquierda, un reparto solidario entre quiénes no son ricos, como se encargan de matizar que son los que representan a la derecha. Bastaría hacer un repaso a muchos socialistas que pasaron por el Congreso o el Consejo de Ministros y ver sus posesiones hoy en día y aquellas de las que disponían al asumir sus cargos para descargarse por completo este aspecto de los complejos que forman parte de la dialéctica de la izquierda en nuestro país sobre la derecha.

El caso es que el Presidente del Gobierno, el que accedió a la presidencia la primera vez a través de una moción de censura, no habría alcanzado la secretaría general del PSOE sin el apoyo pactado con el que fuera hasta hace unos días secretario del PSC, marca catalana del PSOE pero adaptado a los intereses de la mentalidad imperialista de algunos catalanes, el Sr. Miguel Iceta. No tendría, pues, sentido, que Iceta quedara relegado por Illa en la ambición del PSOE de usar los poderes públicos y la situación de crisis para acceder al poder en Cataluña. Había que buscarle una salida que lo dignificara y que le resarciera del bofetón que sufrió cuando sus compatriotas independentistas impidieron que pudiera ser nombrado senador.

Así, pues, el emperador socialista Pedro Sánchez le ungió con la vara de mando de un Ministerio que, además, supone un nuevo insulto al conjunto de los españoles que apuestan por la unidad del Estado y por la verdadera igualdad en el trato, en los derechos, obligaciones y libertades de todos los ciudadanos de nuestro país, el Ministerio de Política Territorial y Función Pública. Y sería de risa o más bien de llanto, ver el curriculum que avala la pertinencia de tal cargo por tal socialista. Claro que esto no es tampoco nada nuevo, recordemos a Lastra entre muchos otros.

El escenario estratégico del PSOE incluye la imposición de las elecciones justo el 14 de febrero, en plena tercera hora de la pandemia, y sin tener en cuenta los intereses de ese territorio ni de la salud de sus ciudadanos. Colofón, pues, de lo vivido en España con la gestión del otrora Ministro de Sanidad, Salvador Illa, hoy candidato a la presidencia de esta Comunidad.

Otro dato importante y destacable de la encuesta de Tezanos es que le da un poco de aire al socio de Gobierno, PODEMOS, al que el resto de encuestas sepultaba a la mínima representación que los morados pudieran soñar en modo pesadilla. Aunque, personalmente, quizás lo más llamativo sea que aúpa a VOX, ese partido que hace tan sólo unos días apoyaba que ese mismo Gobierno, al que presuntamente no deja de criticar y de denunciar, controlara sin dar explicaciones de ningún tipo todos los recursos de ayudas para la reconstrucción tras el Covid que vendrán de Europa. Precisamente el partido más a la derecha que podría romper las expectativas de la oposición constitucionalista y de la ganadora de las anteriores elecciones autonómicas, el partido Ciudadanos, al que arrastraron a la oposición desde el independentismo con el que el propio PSOE tiene tan buen trato y cordialidad. Es decir, aquél partido que aquellos al que lo voten conseguirán justo el efecto contrario a sus pretensiones entregando una holgada mayoría, si hiciéramos caso al resto de las encuestas, al PSOE y sus socios independentistas.

Lo cierto es que en las elecciones anteriores Ciudadanos rompió todas las expectativas consiguiendo el mayor apoyo de los ciudadanos entre todos los partidos presentados. Fue la esperanza no alcanzada por una cuadratura de los números que permitió la unión de los secesionistas en un Gobierno que ninguna alegría ha dado a su Comunidad más allá que el enfrentamiento con el resto de España con el que alimenta a sus hordas y una gestión miserable de los recursos que prioriza los privilegios de los propios independentistas y los instrumentos del enfrentamiento por encima del crecimiento económico de su territorio y hasta de la salud. Vaya, en esto ya tienen puntos en común con el PSOE. Si no, que le pregunten a Andalucía.

Falta poco para esa complicada cita con las urnas. Complicada porque la situación sanitaria no aconseja en absoluto sui celebración, y complicada porque pocas veces ha habido un acontecimiento electoral en España más sesgado y desdibujado, más fiero en la batalla y menos garantista, con una campaña electoral muy limitada y con un Ministro venido a candidato que ha dispuesto de los altavoces de todo un Ministerio en época de crisis y del propio Gobierno, y unos partidos independentistas con los que promete negociar y que sólo han puesto sobre la mesa la independencia del territorio y la liberación de los golpistas de su propio partido encarcelados por delitos muy graves contra España, contra todos los españoles.

Esperemos que todo lo acontecido sirva para que los catalanes sean conscientes de la necesidad de un verdadero cambio que acabe con el frentismo y con la demagogia, con los muros y con los parches. Cataluña tiene la oportunidad de demostrar que puede ser el faro del verdadero cambio de la política en este país si todo el voto constitucionalista se agrupa en el único partido que tiene garantías de ser motor de ese cambio, Ciudadanos.

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