¿Realmente creímos que la caída de Bashar al Asad significaba el fin de una pesadilla? Pues no. Después de 24 años en el poder, el régimen de Bashar al Asad, sostenido gracias a Irán y Rusia, colapsó en tan solo 11 días bajo la ofensiva de Hayat Tahrir al-Sham, un grupo insurgente vinculado a Al Qaeda. Trece años de guerra civil, más de 350.000 muertes y un país devastado. ¿El resultado? Un nuevo líder en el horizonte: Abu Mohamed al-Jolani, otro dictador, pero esta vez con una agenda islamista radical.
La caída de Asad, que parecía ser un rayo de esperanza, se ha transformado rápidamente en otra forma de oscuridad. Nada nos asegura que el futuro de Siria será mejor. La población civil sigue siendo la principal víctima de un conflicto que no eligió. Un nuevo régimen se avecina, con aún más restricciones, más violencia y menos libertades. La historia se repite, pero con un guion todavía más aterrador. ¿Y qué pasa con Europa? ¿Nos olvidamos de Siria?
Mientras los sirios intentan sobrevivir en medio de esta tormenta, Alemania, Francia, Austria y Suecia han comenzado a suspender los procedimientos de asilo para los ciudadanos sirios. ¿Por qué? Porque nadie sabe qué pasará ahora que Siria está bajo el control de otro régimen islamista. Alemania ha congelado todas las decisiones sobre los refugiados, y Austria se prepara para repatriarlos. Grecia y Turquía están facilitando su regreso. ¿De verdad creemos que Siria es un lugar seguro ahora? La respuesta sigue siendo no.
¿Qué les espera a aquellos que regresan? Nada bueno. Siria sigue siendo un campo de batalla, una tierra donde los derechos humanos son un sueño lejano. Los ojos del mundo miran hacia otro lado, pero el pueblo sirio sigue pagando el precio. La comunidad internacional no puede permitirse cerrar los ojos. Pero lo más grave es que Europa, que ha sido un refugio para miles de sirios, parece querer lavarse las manos. Las puertas se cierran, pero los derechos humanos no deberían ser una moneda de cambio.
El futuro de Siria no está solo en manos de los sirios. Está en las manos de todos aquellos que, desde la comodidad de sus hogares, deciden ignorar la tragedia. Nos queda la responsabilidad de exigir que no se olvide a quienes más lo necesitan. No basta con derrocar a un dictador si otro toma su lugar. No basta con cerrar las fronteras mientras las voces de los más vulnerables se pierden en el olvido. El futuro de Siria debería ser asunto de todos. No más indiferencia, no más silencio.
Y en medio de esta violencia, las mujeres siguen sufriendo los peores horrores: violaciones, secuestros y ejecuciones. Siria continúa siendo un lugar inseguro, especialmente para ellas, que se encuentran atrapadas en una espiral de violencia que no cesa. Lo que podemos hacer es no ser cómplices con nuestro silencio. Es hora de exigir cambios, apoyar a organizaciones que trabajan en la región y mantener viva la conversación. El futuro de Siria no se puede escribir con más sangre. No más indiferencia. No más olvido.
Autora de Siente y vive libre y de Toda la verdad, Técnico de organización en Elecnor Servicios y Proyectos, S.A.U. Fundadora y Directora de BioNeuroSalud, Especialista en Bioneuroemoción en el Enric Corbera Institute, Hipnosis clínica Reparadora Método Scharowsky, Psicosomática-Clínica con el Dr. Salomón Sellam
Son olvidar a los cristianos, que son las primeras víctimas