
Día de investidura y ya toca. Porque con discusiones y descalificaciones de por medio, cuentas de la vieja para sumar escaños y titulares como con el que ayer deleitó ‘Yoli’ al personal -lo de esta mujer es para hacérselo mirar… y a los que la votan, más-, España lleva dos meses sin Gobierno, aunque de desgobierno van unos cuantos más, tantos como los que Pedro Sánchez ha estado vendiendo el país y dejándolo hecho añicos.
Este domingo pasado, el Partido Popular salió a la calle con una idea muy clara: decirle al Partido Socialista que no todo vale; que la dignidad, esa palabra que poco a poco está desapareciendo del diccionario, está por encima de unas siglas, de una formación política e incluso de la Presidencia del Gobierno. Unas cuantas miles de personas dejaron pequeña la plaza Felipe II de Madrid. Y habrían sido unas cuantas más si no fuera porque vivimos en una sociedad en la que a uno le obligan a posicionarse y dependiendo del lado en el que te vean, estás marcado a fuego. ¿Cree el lector que votantes socialistas no se quedaron con ganas de salir a la calle y decir bien alto que eso no es lo que votaron? ¿Qué más de uno y de dos cambiarían su papeleta del día 23 de julio si hubiesen sabido cuál era el verdadero proyecto político de Pedro Sánchez? Es curioso que los socialistas, esos a los que se les hincha la boca hablando de memoria histórica, estén humillando a todos aquellos que sí lucharon por unos ideales y que si pudieran les romperían el carnet de afiliado porque lo que lleva en la agenda el señor Sánchez, no es para nada la España que construyeron.
Durante estos dos meses han hablado todos: unos más, otros menos, unos diciendo cosas serias, otras diciendo lo de las naves espaciales -es que cada vez que lo pienso… ¡Ministra de España!- … pero al que menos se le ha oído es al líder mal llamado progresista. Él está por encima del bien y del mal, y visto lo visto, como Steven Seagal, por encima de la ley. No le hace falta hacer declaraciones que luego le puedan comprometer, para eso ya tiene a sus lacayos. No necesita estar en el candelero porque él es el propio candelero. Es lo más parecido al Rey Sol del siglo XXI. Es el prestidigitador que hace lo que le viene en gana porque luego sale al escenario con las mangas arremangadas como un currela más y engatusa al personal al que acaba de esquilmar con otro impuesto, haciéndole creer que así bajaran los niveles de contaminación. Que así habrá más trabajo. Que así, tu barrio será más seguro. Que así los agresores sexuales estarán entre rejas. Que así, mil y una cosas sobre las que ha mentido, miente y mentirá si se le deja otros cuatro años.
“De alguna manera tendré que olvidarte, por mucho que quiera no es fácil, ya sabes…” Esos versos que más de uno habrá tarareado alguna que otra vez, es lo que pretende la izquierda sectaria que desea gobernar. Que te olvides de todo lo que han hecho, que te olvides de que por mucho que trabajes, te cuesta llegar a final de mes, que por muchos impuestos que pagues, los servicios públicos son cada vez menos y peores, que por mucho que te vendan que España es un país moderno y progresista, salir a la calle por cada vez más sitios, es peligroso. Pretenden que te olvides de tu historia, de tus raíces, de tu idioma. Pretenden que te olvides de la educación porque saben que la clave para manejarte es que seas un ignorante.
¡De ninguna manera! De ninguna manera es lo que les gritó el domingo Isabel Díaz Ayuso. De ninguna manera conseguirán lo que se proponen porque cada vez que lo intenten, los españoles saldrán a la calle para decirles que de ninguna manera podrán romper España.

Aunque fueran el doble, a Sánchez no le importaría