El ‘pequeño’ juez

Permítanme la licencia de jugar con lo que acompaña tan noblemente a nuestro nombre, y que salvo en contadas ocasiones, no podemos decidir sobre su origen. Me refiero como habrán podido deducir, al apellido.

En pocas ocasiones, casi como una anécdota, puede coincidir con nuestra profesión, e incluso hubo una época que determinaba nuestra pertenencia a linajes, que determinaba y marcaba la vida del afortunado o a veces desafortunado heredero. También ha sido costumbre llegar a añadir al nombre de pila, apodos, motes y sobrenombres por hechos relevantes de cualquier tipo que a veces se perpetúan y heredan en las sagas familiares.

Bueno y ustedes dirán, ¿a qué viene esta disertación, sobre un tema tal banal?
Entiendo que todos conocerán a nuestro actual Ministro del Interior; Fernando Grande Marlaska, jurista de prestigio, que fue Presidente de La Sala de Lo Penal de La Audiencia Nacional, Vocal del Consejo General del Poder Judicial y Titular del Juzgado Central de Instrucción nº3 de la Audiencia Nacional de España y además, Diputado en las Cortes Generales de Cádiz. Ante esta exposición detallada de las importantes e influyentes funciones y decisiones del Sr. Grande Marlaska, es por lógica la influencia que deben suponer en la sociedad española y en su convivencia.

Pues miren ustedes que, en base a sus decisiones tan determinantes y según mi opinión tan arbitrarias, nos está condicionando a crear un ambiente enrarecido y sutilmente rechazado por un cada vez mayor sector de la sociedad española. Un juez que, en su época de La Audiencia Nacional, nos mostró su firmeza a la hora de administrar los casos de E.T.A. ganándose el afecto y aprecio de una sociedad tan castigada por esa lacra que nos mantuvo más de cinco décadas con el corazón encogido y sobre todo a familias destrozadas para siempre.

Es ahora cuando nos preguntamos todos acerca de qué le ha sucedido al Sr. Grande Marlaska. Qué situaciones o promesas ocultas le hacen tomar decisiones tan arbitrarias como cesar al Coronel de La Guardia Civil Pérez de los Cobos, por cumplir con su obligación, o tal vez cuando al poco tiempo de incorporarse al Ministerio cesó sin motivos al Jefe de la UCO, Sánchez Corbí, por no hablar de los constantes acercamientos de presos de ETA a prisiones del País Vasco, además de sus constantes distanciamientos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Todos tenemos la imagen de su insultante sonrisa como respuesta al Sr. Santiago Abascal Conde, Presidente de Vox, que le acusaba en el Parlamento de abandonar a su suerte a los asistentes al mitin de Vallecas por no aplicar medidas policiales más contundentes.

Durante los últimos meses, el PSOE se ha visto obligado a llevar duras negociaciones para poder sacar los PGE. Su escasa representación parlamentaria, les ha obligado a cesiones a grupos minoritarios como EH Bildu, causa por la que se ha visto obligado al acercamiento de etarras. Pero recordemos que, a lo largo de las últimas legislaturas, el acercamiento de presos ha sido una tónica constante de todos los Gobiernos, durante el gobierno de Aznar fueron casi 200 (1996-1999), en el gobierno de Rajoy, fueron 40, siempre argumentando el abandono de las armas y la derrota de ETA, pero en el fondo, siempre buscando el apoyo más o menos necesarios para gobernar. Las asociaciones de Víctimas han estado sufriendo constantes humillaciones y desplantes en pro de una reconciliación, que es posible llegue algún día, pero mientras esos asesinos condenados y culpables no manifiesten públicamente arrepentimiento y pidan perdón, esa herida se mantendrá abierta.

El detonante ha sido el anuncio de que el próximo mes de octubre, se cederá las Competencias de Prisiones al País Vasco y podrán entender las consecuencias que esto tendrá en la Sociedad y más cuando el vicelehendakari vasco manifiesta que este paso es necesario para la independencia del País Vasco. Una vez se lleve a cabo, solo quedará pendiente la tramitación de los indultos y la vergüenza que tendrán que soportar las Asociaciones de Víctimas, que tendrán que ver pasearse por sus pueblos libremente a los asesinos de sus seres queridos.

En Política, no vale todo Sr. Grande Marlaska. Por eso, me permito y volviendo al principio de mi exposición, cambiarle el nombre y me dirijo a usted como “pequeño” juez Marlaska, pues usted hace años dejó de hacer honor a su apellido.

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