Lorca, corazón y alma

No creo que haya eco más doloroso en España que el que provocaron las balas disparadas contra Lorca. Por favor, no malinterpretéis mis intenciones, puesto que lo digo en el intento de englobar un sentimiento común de rabia e impotencia ante la crueldad de esos actos realizados pretendiendo someter la voz de la voluntad. Bien es sabido que el mundo está inundado en injusticias y la mayoría tienen un factor en común: el empeño por robar el libre albedrío de los demás. Me resulta muy sencillo imaginar un encuentro con este gran poeta, ya que mediante su palabra escrita es capaz de transmitirme una sensación de familiaridad sorprendente. Al leer sus escritos visualizo de manera cristalina sus penetrantes ojos negros mirándome con socarrona bondad e instigador escrutinio, dirigidos con exclusividad hacia mi persona.

Nuestra reunión podría darse sentados en un banco de un jardín imaginario (paraíso que debería estar destinado a los valedores de la belleza y el amor), revestido con diferentes tonalidades de verde, flores silvestres diminutas y una grácil luz solar, otorgándonos a ambos una calidez fresca que muestra con amabilidad a mi inconsciencia la contradicción tan significativa que porta. En ese momento, cruzaría sus piernas con elegancia, con maestría, con ese sello único que aún hoy le caracteriza. Sus dedos se dirigirían con mucha soltura hasta su mentón para rozarlo con liviandad, mientras me dedica una sonrisa repleta de la seguridad que confiere el poder crear magia y expresar lo que otros solo son capaces de sentir.

Supongo que él ya contaba con esta visita aunque para mí se haya convertido en algo inesperado y atrayente. Sin embargo, la reunión está cargada de suma relevancia dado que no todos los días tienes la oportunidad de ver a Federico García Lorca tan cerca. Mis ojos recorren las líneas que forman la elección de palabras que realizó un día cualquiera para crear uno de sus tantos poemas. No obstante, estaríamos equivocados si creyéramos que esa superficialidad es lo que va a conseguir alcanzar tu espíritu, el cual ten por seguro, se encuentra ávido de sorpresas. Me atrevo a decir y lo expreso con devoción que mis manos sujetan conjuntos y pasión mezclados con extraordinaria armonía, logrando llevar a cabo con extrema sutileza la fusión con tu alma sin mucha dificultad aparente. Esa agrupación simbiótica tan especial logra materializar para mí al escritor provocando que niegue con fervor volver a pestañear mientras él esté presente.

Su sensibilidad me acaricia con la suavidad de una sutil brisa despertando en mi interior colores que ni sabía que existían. Le escucho suspirar a la vez que eleva sus ojos al cielo con la melancolía convertida en sonrisa y entonces descubro que a pesar del inexorable paso del tiempo, su latido resuena con persistencia en cada rincón de nuestra tierra voceando libertad. Consiguiendo que comprenda su sentido de la justicia filtrando un claro mensaje de igualdad, empatía y esperanza. No pierde el temple con la vertiginosa puntería de las expresiones demasiado directas, sabe que no funcionarían, ya que no todo en esta vida puede ofrecerse en bandeja si realmente el propósito es llegar al corazón. Es un tipo curioso este órgano en su versión etérea. Se transforma en un ser independiente que anhela esfuerzo, dedicación y misterio. Desentrañar lo escondido tras cualquier forma de expresión artística ha sido siempre considerado como una de las subliminalidades más valoradas por quienes no buscan lo fácil, ni lo obvio.

El secreto de nuestro poeta muere en sus labios, los cuales observo moverse con la levedad de los susurros, aunque el sonido no llega a mi campo de audición. El viento se ha adelantado con una rápida ráfaga y lo ha robado sin permiso. Lo veo marchar alejándose de mí con el desamparo de lo inevitable y muy lejos de querer perseguirlo, vuelvo a dirigir mis ojos hacia las letras que han evocado este exótico sueño, con la extraña certeza que concede la fascinación más pura, sintiendo que nunca me abandonará.

Lorca se levanta de su asiento indicándome que es hora de despertar. Me ofrece su mano que agarro sin dudar, en tanto me guía en silencio por un camino cubierto de verde, frescor y brotes de diente de león flotando alrededor. Se desvanece con una sonrisa obligándome a regresar a la realidad con una nostalgia fugaz, puesto que desaparece justo en el momento en el que dirijo mi vista hasta dónde percibo la huella de su tacto inamovible.

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5 Comments

  1. Me ha parecido súper delicado el homenaje que le has dedicado a Lorca.
    Gracias por esta lectura placentera!

  2. Los sueños son herramientas de lo perpetuo. Lo eterno vive y respira en negro sobre blanco; es y palpita en prosa o verso y quizá, con tu ayuda, en el próximo encuentro su secreto se grite a los cuatro vientos. Precioso texto. Brindo por ti y por Lorca; por más amantes y menos adeptos.

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