La cuestión era sobre qué escribir hoy. Menudo dilema. Las redes venían calentando el ambiente desde hace semanas. Bueno, las redes, el Gobierno, su presidente, Garamendi, el desmentido de Garamendi y así hasta el más pequeño de los influentes políticos que se preciaran de serlo. Había que hablar de los indultos.
La cosa es que no hay mucho más que decir que las reflexiones vertidas en este Crucial Minuto en semanas pasadas. Nada nuevo salvo entonar el “mea culpa” y reconocer que una vez más y no sin asombro, he vuelto a errar en mis vaticinios políticos y lo que pronostiqué como un globo sonda, seguramente impulsado más por mis deseos que por mi buen juicio, no ha obtenido ni el consuelo del reintegro. Ha habido indultos, a todos sin excepción, sin anestesia y a la luz del día.
Pero, porque siempre hay un pero en todo, uno es de naturaleza optimista y no puede dejar de ver la parte buena en la mala. Si bien es cierto que no comulgo con la idea de que quien no se arrepiente de lo que ha hecho y anuncia su intención de volver a ir contra la ley, deba ser indultado, no puedo dejar de comprobar con cierta satisfacción que Europa ha sido también indultada.
Me explico. Ayer conocimos la resolución de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa que, por 70 votos a favor, 28 en contra y 12 abstenciones aprobó un informe que reclama a España la reforma del delito de sedición y rebelión, insta al indulto o la excarcelación de los presos del procés y solicita la paralización de las peticiones de extradición entre otras cosas.
Las reacciones no tardaron en llegar. Tanto las de júbilo de una parte como las de indignación de la otra. Europa había hablado y de una manera que no dejaba lugar a la duda… O sí. No faltaron quienes pretendieron restar poder a esa resolución basándose en que procedía de un órgano que no pertenecía a la Unión Europea y es que el Consejo de Europa no es lo mismo que el Consejo Europeo. Si asistimos a una reunión del primero veremos representantes de muchos más países, entre ellos Rusia o Turquía mientras que en el segundo no. El primero es más Europa en número y el segundo es más Europa por la manera en la que se ha construido al ceder los estados soberanía propia en pro de la soberanía común.
El caso es que, ya sea por activa o por pasiva, se demostró que todos querían y deseaban que “Europa” les diese la razón y que la tan cacareada y por algunos, reivindicada soberanía de los estados nación a veces no sólo no es una ventaja, sino que se vuelve una traba. En un día en el que todos perdemos un poco, hasta los que creen que ganan, al menos nos queda la satisfacción de ver que Europa y el ideal de unidad de acción que representa sale no sólo indultado sino también fortalecido de todo esto. Efectivamente amigos, siempre nos quedará Europa.
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