El hurto del debate

España nos roba dicen por un lado algunos catalanes. Cataluña nos roba, dicen por el otro, ciertos extremeños y así todos tenemos un “alguien” que nos roba, o nos agrede, o nos hace sentir mal y sobre el que podemos descargar nuestra ira funesta y reafirmarnos en nuestras creencias. Yo no soy menos, faltaría más. A mí también me roban, me roban el derecho que tengo a un debate sosegado, a contrastar opiniones e ideas. Soy una víctima de la estrategia simplista de los partidos políticos.

Hace unos días fue el tema de los indultos y con ellos la cuestión del derecho a decidir. Hoy es el tema de la Ley Trans. Cuestiones polémicas que agitan los partidos al aire, banderas al aire que luego agitan a las personas, las polarizan, para finalmente aterrizar en el Congreso, ser votadas y que ¡viva la democracia! Un brindis de los que ganan entre insultos, distancia, discordia e ira creciente.

Lo triste es que, en realidad, aunque haya una mayoría que consiga por un tanto por ciento mayor o menor sacar adelante una ley o un acuerdo, esto no significa que seamos más demócratas. La democracia va por otro lado y es ese lado el que nos han robado. Por no ir mucho más allá de ayer, sabemos que la denominada Ley Trans que llevará al Congreso el Consejo de Ministros, es el fruto de una lucha intestina entre dos partes del Gobierno. Irene contra Carmen. También lo es entre dos grupos de la sociedad que pugnan por defender de la mejor manera los intereses de las personas que los componen, el colectivo feminista y el LGTBIQ+. Este querer defender las posiciones de cada colectivo es algo no sólo legítimo sino deseable. La cuestión está en cómo se lleva a cabo esta defensa.

A mí me gustaría que se contrapusieran posiciones y que de una manera ordenada y desde el respeto, se fuesen desgranando postulados y teorías. Que se refutasen premisas y se plantearan escenarios que dieran luz al asunto. Llamadme iluso, pero necesito conocer y saber lo que defiende el otro para poder tener una opinión sobre su postura y más aún, necesito escuchar a ambas partes para poder lograr no perderme ningún detalle importante. Esto es lo que me han robado, lo que nos han robado, lo que no dejan de robar a manos llenas: El debate.

Así, para cada polémica, conozco un poco las posiciones de las partes implicadas pues he leído no ya lo que sostienen sino como atacan y se defienden de los ataques del otro. He escuchado insultos y arengas. He visto perfiles en llamas más allá de Twitter y lo único que he sacado en claro es que todo obedece a una estrategia para sustituirnos la capacidad crítica por una bandera de colores con la que robarnos horas de necesario debate. Nos roban ante nuestros ojos que ya no ven, llenos que están de nada.

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