Libres con camisa de fuerza

Afirmaba un líder comunista que había que llevar al pueblo hacia la libertad “a la fuerza”. Ya se sabe: los “no revolucionarios” tendemos a la idiocia, nos ponemos los grilletes y nos dejamos seducir por principios liberales o incluso (¡el colmo de los colmos!) libertarios. Estos últimos (entre los cuales no me avergüenza alinearme) no pintamos mucho. Los liberales (que no han cambiado) son denostados a diario por los liberticidas. Los estigmatizan por su supuesto “neoliberalismo”, que de “nuevo” no tiene nada.  Proyectan en ellos sus propios pecados. Hay enemigos de la libertad a las puertas. ¡Cuerpo a tierra!

Un único paradigma cultural se impone como un vertido de petróleo. Avanza por varios frentes, propulsado por fuerzas visibles e invisibles. Penetra los cuerpos y deforma las almas, incluso las más cándidas. Es un ferrocarril de vía estrecha. En sus filas militan hombres y mujeres. Los hay jóvenes y viejos, rubios y morenos, altos y bajos. Comen de su mano las instituciones subvencionistas, los lobbies, los mass media. Veamos cuál es la libertad que propone.

Soy libre de asumir la Historia que me dicte el estado oficial y oficiosamente. Soy libre de predicar la cruz que cargo como mujer. Soy libre de comer un sucedáneo en forma de carne sintética. Soy libre de entregar el 70% de lo que gano. Soy libre de pagar para que me engañen y me estafen. Soy libre de callar que veo al rey desnudo. Soy libre de practicar el doble rasero. Soy libre de aplicar la ley del embudo. Soy libre de escarniar a quien reza y no molesta. Soy libre de tatuarme hasta los tímpanos. Soy libre de perderme entre una marea de turistas. Soy libre de no votar, porque no sé a quién. Soy libre de querer al perro más que al marido. Soy libre de hacer cola en todas partes. Soy libre de comprar “bajo en sal”, pero con sal. Soy libre de esperar cuatro horas, ¡y eso que era un caso urgente! Soy libre de odiar a quien ni siquiera conozco. Soy libre de tributar por la herencia de mis padres. Soy libre de renunciar a mi legítima defensa. Soy libre de cargar con los efectos secundarios.

Soy libre de tragarme los nuevos dogmas en series y documentales. Soy libre de leer libros que los reproducen sin desmayo. Soy libre de asumir una jerga inventada ad hoc. Soy libre de repetir como un loro. Soy libre de enarbolar todas las banderas, excepto la mía. Soy libre de abofetear y gritar a un niño. Soy libre de ahogarme “al aire libre”. Soy libre de creer en el nuevo apocalipsis. Soy libre de estudiar lo que no me interesa. Soy libre de aplaudir a quien no lo merece. Soy libre de apagar las señales wifi que circundan el edificio. Soy libre de abrazar toda religión política. Soy libre de cerrar los ojos a una realidad que tengo delante. Soy libre de abrirlos a un futuro diseñado. Soy libre de jactarme de ser pobre, si vivo mejor que bien. Soy libre de ser gilipollas. Soy libre de reírme de lo que no tiene gracia. Soy libre de ofenderme, cuando no me ofenden. Soy libre, pero solo sin consecuencias. Soy libre de soñar que soy libre.

Soy libre sin movilidad, pero con una convicción inquebrantable. Esta libertad mía me tocó en un sorteo. Compré un boleto en una gasolinera, en un área de servicio, y ¡mira tú!… ¡me sonrió la suerte! Soy libre con camisa de fuerza, pero libre, al fin y al cabo. Todavía no sé si me gusta o no. Dicen que mi libertad acaba donde empieza la tuya. Debe ser cierto. Soy libre para circular por el carril bici. Soy libre de visitar el baño equivocado. Soy libre de reciclar basura, de apagar el aire acondicionado, de pagarme los implantes. Soy libre. Libre para esperar a la puerta de un juzgado. Libre para renunciar a todo. Soy libre de ir a congresos y exposiciones: podría ser la chica de la limpieza, que confunde el arte efímero con los restos de basura.

Soy libre para soportar un trágala tras otro, si creo que me mienten. Soy libre de recibir lecciones de quien no puede darlas. Soy libre de pagar para que me dejen trabajar. Soy libre de confundir los términos. Soy libre de apuntarme a un taller de memoria o de risoterapia. Soy libre para elegir el tono del tinte. Soy libre de ir a la reunión de vecinos, cuando falta la mayoría. Soy libre de reventar de puro asco. Soy libre, en definitiva, sí, soy libre. Tan libre soy, que financio mi funeral cada mes puntualmente. El día que palme, no me echaré de menos. Aseguran que en el cielo se es libre. Libre de ataduras, corporales y del tipo que sea. Por fin libre, de dolor, de pena, de amargura. Nací al cabo del cordón umbilical de mi madre, pero moriré sin ella. Y todo eso porque soy libre.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

2 Comments

  1. Freedom can be described in many ways as you have illustrated here, to the point where it is an imagined freedom because of the restrictions attached to everything. I love how you penned this in a way that makes one think of how free they really are when they are in essence, not! Freedom to me is being in control of one’s mind and heart and how we wield it to show love and compassion towards others.

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*