Cheikh, ‘Vini’, y la lacra del racismo

Queridos amigos de Minuto Crucial; sin duda, hay que ponerse serios con el tema que voy a tratar. Igual, demasiado serios. Que, a las alturas que estamos del siglo XXI, tengamos que analizar sobre el racismo es algo que se podría calificar entre patético e inadmisible. Pero, como la actualidad manda, además de sobre ello, toca también hablar sobre el sentido común.

Empecemos por el ‘Caso Vinicius’. A nadie se le escapa que el brasileño es un chaval que ha explotado en los dos últimos años y que ha superado el ser carne de meme para convertirse en la estrella que hoy en día es del Madrid además de jugador clave. Obviamente, le falta madurez… y eso lo saben hasta los radicales más exaltados de la grada, no debemos olvidar lo de Mestalla.

No es menos cierto que su falta de madurez le convierte en un futbolista que es provocador y provocado a partes iguales, pero eso no es un pasaporte gratuito al racismo. Sin embargo, no estoy de acuerdo, tan y como dicen muchos, que España sea un país racista, todo lo contrario. Eso no quita para reconocer que en el fútbol existe el racismo.

Precisamente, energúmenos de esa índole han sido los que han producido uno de los revuelos más grandes de la temporada: Cheikh Saad, el portero del Rayo Majadahonda de la Primera RFEF, acabó cayendo en la trampa y fue directo a por el sinvergüenza que tenía detrás quien se dedicó a increparle. Si bien su acción de por sí es sancionable con roja directa, sorprende ver cómo no se activa ningún protocolo no actuaciones coordinadas con la seguridad. Este hecho provocó la reacción acertada del club madrileño quiénes optaron por irse al ver que el único sancionado fue la víctima del racismo.

Por otro lado, el juez de competición ha obrado con lo poco que tenía por hacer dentro de sus funciones. Cierto es que refleja la circunstancia atenuante de los insultos recibidos y que el Sestao sí que es sancionado de forma contundente, pero a mi modo de ver, lo normal hubiera sido que el encuentro se reanudara sumado a un cierre parcial del estadio. No olvidemos dos cosas importantes en este caso: la primera es que el partido tenía opciones de disputa aún y la segunda que el racista es una persona física concreta y no el Sestao. Hay que dejarlo claro: ¡El Sestao no es racista!

Sea como fuere, amigos; lo único claro que tengo es que los imbéciles campan a sus anchas por el fútbol español y que, en la actualidad, un 0,01% de tontos hace más ruido que el 99,9% de la gente normal que amamos este deporte. Esperemos todos que esta situación cambie porque, en pleno 2024, estos comportamientos no son admisibles. Además, no hay que olvidar que en el año 2030 España albergará junto a otros países el Mundial, un evento donde acciones como las que os he mencionado, repercutirían negativamente a la imagen de nuestro país.

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