Si no has comprendido que para ser de izquierdas hay que ser víctima de algo entonces es que no sabes bien en qué mundo vives. Uno se carga de razón cuando logra convencerse de que es víctima de algo y eso no es una tarea ardua, sino algo que va con los tiempos. Primero es convencerse a sí mismo, luego convencer a los demás, porque eso del reconocimiento es crucial. Ya lo dijo Hegel, aunque en otro sentido, pero eso no viene al caso. Esto del reconcimiento tampoco es tarea ardua, porque son multitud los que se creen víctimas de algo. Así se va formando el rebaño de los damnificados. Se va logrando entre unos y otros el reconocimiento mutuo. Eso importa mucho.
Hay algo importante que no se debe olvidar: que el verdugo no debe ser nunca alguien concreto. Si eres una víctima de verdad, una víctima auténtica, de un ladrón o un maleante, de un tipo con nombre y apellidos, tienes pocas posibilidades de que se reconozca tu izquierdismo. El verdugo tiene que ser alguien o algo que pueda elevarse a abstracción y generalización. Algo como el capitalismo, la globalización, el cambio climático, el machismo, la Iglesia Católica, el heteropatriarcado. Por eso vale que sea el marido, el cura, un policía, un director de una sucursal bancaria, pues entonces es posible atribuir tu tribulación a cosas abstractas como el machismo, la Iglesia, el Estado represor, el capital financiero. Una víctima de esta clase siempre tendrá a su disposición un verdugo. Eso es también algo definitorio.
En esa marcha hacia la abstracción puede incluso llegar a volatilizarse el verdugo. Entonces el éxito está asegurado. Si te puedes presentar como alguien que ha sufrido el zarpazo de los mercados porque no has pagado el alquiler y el juez te ha desahuciado, si puedes hacer creer que el españolismo te persigue, etc., entonces sí que eres de izquierdas. Si no puedes hacer nada de esto, entonces no intentes nada, porque eres un facha.
Otro requisito imprescindible es ser partidario de la eugenesia, el aborto, la eutanasia y todo lo que venga detrás, pero hay que cuidarse mucho de pronunciar ciertas palabras. Eugenesia es algo impronunciable en boca de un izquierdista. Más aún hay que cuidarse de hablar de selección racial, pues el nazismo fue el primero en ponerla en práctica de manera sistemática y el nazismo está hoy satanizado, pese a ser uno de los movimientos progresistas más fuertes que ha habido. Ellos, los nazis, decían sin embargo que eran de izquierdas, socialistas y progresistas.
Como te decía, la eugenesia, el aborto y la eutanasia son condiciones inexcusables del progresista y el izquierdista. Es que en eso también hay mucho victimismo. No, no hay que dar la clase de razones que se dieron en Alemania en los años previos a la II Guerra Mundial. En realidad, no hay que dar razones. Hay que esgrimir sentimientos, sentimientos humanitarios, que es lo que necesita el victimismo. Así te guías por lo que te dice el sentimiento, eres irracional y no te obligas a dar razones, que es tarea muy enojosa: exige leer, estudiar, razonar, etc.
Hay que decir, por ejemplo, que la madre no está psicológicamente preparada -estas madres no están nunca psicológicamente preparadas-, que el niño será desgraciado, que para qué prolongar la vida del anciano, que ya ha vivido bastante, etc. Y, por supuesto, de todos esos trámites debe encargarse el Estado, porque es un derecho que tienen los individuos. Derechos… Lo he pasado por alto: tienes que hablar mucho, pero mucho, de derechos, si quieres ser de izquierda. No obstante, ya diré por qué en otra ocasión.
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