Dulce Navidad

Resulta que los que siempre tienen que ceder son los cristianos para no ofender al islam. Masacres en África y otros países perpetrados por la religión del Corán, mientras el mundo mira hacia otro lado. Cierto es que el cristianismo ha sido perseguido desde hace siglos y sus miembros exterminados brutalmente, huidos y viviendo en catacumbas han llegado hasta nuestros días dispersos por todos los recovecos de este amplio mundo. Nótese que hablo de “cristianos” y no de “católicos”, puesto que el católico ha sido convencido durante años de una doctrina totalmente inventada y prostituida. ¿Pero no lo son todas las religiones que buscando la salvación del individuo lo reducen a un pobre hombre o mujer asustado? 

Aunque no quiero desviarme del tema, estamos hartos de ver como los dirigentes de varias capitales nos piden que no celebremos la Navidad o que lo hagamos bajito para no molestar a otras religiones. Particularmente, no me inmuto ante tal cobardía, quizás porque soy y he sido siempre un espíritu libre, pero, por desgracia, los enemigos de la Fe sucumben rápido a estas peticiones y bajan obedientes la cabeza. En cambio, prestan sus plazas para el espectáculo más salvaje y sangriento que yo recuerde, el degüello de cientos de corderos con el sufrimiento añadido de todos ellos. 

Si las religiones no pueden vivir en paz y respetándose, mal vamos, máximo cuando todo occidente basa sus pilares en el cristianismo y en el “Amaos los unos a los otros”. Europa está siendo invadida y urge comprender por qué y lo que es más importante, despertar a millones de cristianos para que defiendan sus raíces. Ante la pasividad de unos, crece la violencia de los otros, sus rezos invadiendo calles, sus mezquitas machistas, costumbres de la Edad Media que para nada debemos permitir. 

Lo que antaño fue cuna de la cultura y el Renacimiento, se ve ahora apartado y censurado por gobernantes que adoran al becerro de oro y mucho me temo que hoy como ayer, haya que calzarse la armadura y espada en mano batirnos con el infiel, o bien permitir todo tipo de atropellos, hasta que no quede nada de lo que fuimos y la Media Luna ondee en todas las ciudades europeas. Mientras, yo cantaré villancicos y felicitaré la Navidad a mis seres queridos, como siempre, sin complejos porque soy cristiana y mi Dios es misericordioso, pero también guerrero, no tengo más Señor. 

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