El fin del mundo climático

Cuando era pequeña, era fácil sentarse a la mesa con el telediario de fondo comentando alguna noticia sobre sectas. La verdad es que, en los 80 y 90, se pusieron muy de moda y, exceptuando alguna cuyo fin era el sometimiento sexual de mujeres y niñas por algún delincuente con aires de gurú, la mayoría trataban del fin del mundo. En unas venía el apocalipsis y en otras se irían en platillos volantes tras un cataclismo planetario, la cosa siempre terminaba regulín, la verdad.

Lo que si tenían en común todas ellas era que sus miembros debían obedecer ciegamente a lo que el líder dijera renunciando a sus propiedades y bienes » terrestres» en favor del líder de marras para alcanzar la salvación. Una cosa que a nada que lo vieras pensabas ¿Y cómo han caído en esto? Pues ya ves, caían… como los que llaman de noche a los que ven el futuro, y ahí siguen, forrándose a costa de incautos.

A mí, me van a disculpar, pero la nueva neo-religión del cambio climático, me suena bastante a todo esto. Se ha buscado un motivo inculcando un miedo brutal a lo que viene siendo el fin del mundo y a cambio de tu dinero, estilo de vida, comodidades y propiedades, te «garantizan» que te salvarás. Al igual que los gurús de las sectas primeras de las que hablo, nadie nunca se cuestiona el por qué ellos no renuncian a esas riquezas ni comodidades, mientras exigen que lo hagan los demás. Debe ser porque la primera norma de toda secta que se precie es obediencia ciega y pensar poquito.

Sea como fuere, este fin de semana, tras la cumbre del G20 en Roma, más de 400 Jets privados y comitivas de más de 80 vehículos por mandatario, se han reunido en Glasgow para debatir entre chuletón y solomillo, que los ciudadanos de a pie europeos contaminamos por encima de nuestras posibilidades y eso no puede ser. Los de los jets privados y comitivas de coches infinitos, los del fua y el solomillo, los que visten trajes exclusivos te dicen a ti, que renuncies a todo, a calentarte en invierno, a conducir tu viejo coche, a encender las luces por la noche, a comprar los calcetines en Primark y, por supuesto, a comer carne, porque el fin del mundo está cerca y será por tu culpa.  

Renunciad a todo, dádselo a ellos, poneos una túnica y comed gachas. No tendréis nada y seréis felices (eso dicen). Ellos os salvarán… pero si sabéis contar, conmigo no contéis.

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