Con la Navidad a la vuelta de la esquina, siento que huele a familia, a amigos, a la venida del niño Dios, al comienzo de un nuevo año y a la llegada de los tres Reyes Magos de Oriente cargados de sueños e ilusiones. Pero, sobre todo, siento que huele a niños felices, a niños seguros y protegidos, a niños que juegan contentos dentro de su acogedor hogar entretanto aprovechan al máximo cada segundo de sus ansiadas vacaciones escolares. Benditas sean nuestras tradiciones.
Mientras la Navidad se acerca a nosotros con su manto de Paz, observo que antes hemos tenido que pasar días muy aciagos. Los últimos hechos sucedidos en Canet contra ese pequeño de apenas cinco años son tremendamente vergonzosos. Jamás un niño debería ser tratado de esta manera por cualquier gobernante en España. Ni él ni sus padres. Los del golpe de Estado en Cataluña hace tiempo que nos demostraron que no existen para ellos las normas y las leyes democráticas, que son totalitarios y que sus pretensiones buscan siempre el pisotear por encima a cualquier español de bien. Querer estudiar en español en España es un derecho que debe tener asegurado cualquier infante en nuestro país. No es un motivo de disputa y ni siquiera se debería pedir permiso. Ante esta ignominia, solo Vox responde con rotundidad ya que es lo que se merece la defensa de la libertad que nos pretenden vapulear. En Cataluña cada vez son más los que dicen basta al totalitarismo independentista y está muy próximo el día en que se estudiará en español.
Volviendo a los días aciagos previos a la Navidad y recapacitando sobre la infancia y el infame Gobierno social-comunista que impera en esta época, observamos actos que derivan del Ejecutivo con el único objetivo de corromper mentes inocentes. Actos ideados y organizados para educar construyendo una nueva realidad social, aquella realidad que es la que les interesa solo a ellos, la que responde y favorece en su ideología además de en su mezquindad más absoluta. Me refiero con esta descripción, a la huelga de juguetes convocada por el ministerio de Consumo de Alberto Garzón. Créanme, me ha costado escribir esto sin sonrojarme.
Esta pantomima dirigida a coartar la libertad infantil de elegir el juguete que más sucumba a su momento e imaginación se ha pagado con dinero de nuestros impuestos, cómo no. Han sido 80.000€ del ala los que han ido a parar para pagar un anuncio de animación la mar de chispeante, entiendan la ironía, con la única función de educar a los más peques en la discriminación de los juguetes según la imagen y semejanza del dios Garzón para un mundo mejor. Y me pregunto yo ¿de verdad cree alguien que a las niñas les va a dejar de gustar las muñecas y que si lo hacen serán mejores personas el día de mañana? Otro tanto para aquellos niños que prefieren un balón o un camión para sus juegos ¿opinas que esto los convierte en peores ciudadanos? ¿No hubiera sido mejor idea utilizar ese dinero en comprar juguetes para todos los niños necesitados con padres en paro o en ERTE?
Nací y vivo en un pueblo alicantino donde se fabrican juguetes. Desde aquí parten hacia todos los hogares del mundo como siempre lo han hecho, lo hacen y lo harán los sueños y las ilusiones que han marcado infancias del pasado, del presente y del futuro. En todos estos años, la experiencia nos deja algo muy claro y es que la imaginación de un niño brota siempre de forma natural, no hay maldad que discrimine un juguete preferido sobre otro en las inclinaciones de cualquier pequeño que se disponga a jugar. Otra cosa diferente son algunos adultos, aquellos que se empeñan en introducir ideologías en la menor oportunidad y con los más vulnerables siempre. Y lo peor es que estos adultos dedicados a ensuciar mentes inocentes son políticos comunistas decididos a implantar un progresismo cultural sin necesidad de consentimiento paterno. Lo que buscan no es otra cosa que educar personas controlables y sometidas. Pero con nosotros y nuestras tradiciones no podrán jamás. FELIZ NAVIDAD.
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