Pablo Casado y sus errores de principiante

El 21 de julio del año 2018, Pablo Casado Blanco sucedía en el cargo de presidente del Partido Popular a Mariano Rajoy Brey. Siempre me ha parecido que este segundo era muy buena persona y gran gestor, aunque el carisma en él brillara por su ausencia. Del primero, qué decir. Al principio apuntaba maneras cuando activaba su modo ‘aznarista’ no mordiéndose la lengua ante nada. En ese instante parecía que el PP iba a dejar de ser la ‘derechita cobarde’ para posicionarse como una derecha férrea y contundente. Pero con el paso de los meses y la ratificación en los años, el abulense jugó a creerse un ‘ciudadano’ del centro-centrado con el fin de captar el voto socialista del simpatizante descontento con Pedro Sánchez. Buscaba ganarse el voto antagónico y, con ello, acabó traicionando a su votante afín, el tradicional de derechas. Primer fallo garrafal de Pablo Casado que, con el paso del tiempo, perjudicaría a los intereses del Partido Popular y también a su condición como líder.

El segundo gran error lo comete a la hora de elegir a sus ‘compañeros de viaje’ en ese barco crucero llamado Partido Popular. Las cuadrillas de amigos son para las fiestas y no para asuntos tan complejos como la política, donde las decisiones de los primeros espadas son cruciales además de que pueden repercutir negativamente en los intereses de la formación y también, de manera indirecta, en los de España. El segundo partido más votado no tienen que velar por él los ‘coleguitas de farras’ del máximo dirigente, sino quienes sean los más válidos para el puesto. Alguien con experiencia y que, al mismo tiempo, tenga el valor de decirle al líder en su cara las equivocaciones que este cometa. Cuando dentro de tu núcleo de confianza abundan los pelotas que te alaban por el cargo que tienes, los asesoramientos y las decisiones que se cometan pueden repercutir negativamente en los intereses del partido político. Además, cuando estos mismos vean que tu liderazgo corre el riesgo de desvanecerse, como buenas ratas, ellos serán los primeros en abandonar el barco. Que se lo digan a Pablo Casado. Por un lado, se ha rodeado de ‘jovencitos’ inexpertos -personas que no pasaban de los 50 años-, que le han bailado el agua. Y por el otro, quienes hace unos días se decantaban por él frente a Isabel Díaz Ayuso, hoy van dimitiendo uno a uno tras ver que el abulense ha perdido la batalla dialéctica frente a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Lo peor de todo no es que unos u otros traicionen al líder, sino que a quien realmente lo hacen por su mala cabeza es a más de cinco millones de votantes que depositaron su confianza en las siglas del PP.

Siempre lo he dicho y es algo que repetiré hasta la saciedad. Una formación política tiene que ser liderada por alguien que peine canas en su cabellera, -permitidme los calvos la expresión- y no por jovencitos ambiciosos dispuestos a todo con tal de mantenerse en la poltrona. Cuando hablo de veteranos me refiero a personas que ronden los 60 años, gente curtida en mil batallas y que los egos hace años que los dejaron atrás. Como alternativa a este planteamiento, tampoco veo descabellado que un líder joven encabece un proyecto siempre y cuando este se rodee de las personas ‘veteranas’ oportunas para que el conjunto sea competitivo. Lo que el zagal desconoce por falta de experiencia, el veterano lo sacia mediante sus conocimientos y con todo su bagaje vital. La ilusión y la frescura del uno junto a la experiencia y sabiduría del otro pueden traería consigo que entre ambas partes puedan llevar el navío a buen puerto. Ambas opciones las veo completamente acertadas y pueden ser garantía de éxito. Aunque, lógicamente, si me tengo que decantar por una a la fuerza sería por la elección de un líder veterano con lo galones necesarios como para llevar un partido político.

No obstante, considero que un proyecto serio que cuenta con el respaldo de más de cinco millones de españoles no puede ser capitaneado por cualquier joven sin experiencia. Ahí tenéis a Pablo Casado que, por no saber rodearse de gente curtida, su imagen como líder político ha quedado en evidencia mientras que la de Isabel Díaz Ayuso, por contar dentro de su núcleo de confianza con personalidades experimentadas que supieron asesorarla y lo siguen haciendo de manera acertada, ahí la tenemos como la ganadora moral de esta guerra fratricida ‘pepera’. La cara y la cruz de una carrera política. Aciertos y errores dependiendo de con quien te codees.

La lección fundamental que deberá aprender Pablo Casado para el futuro es simple y básica; mira por el colectivo y no te fíes de quien te endulce a todas horas. Quién sabe si con el paso de los años y la madurez, tras esta mala experiencia y fallos en las decisiones, Casado puede resurgir con el transcurso de los años como ave Fénix, pero ya con mayor experiencia a la hora de elegir compañeros de guerra con los que compartir trincheras.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*