
La izquierda, la extrema izquierda, la ultra izquierda y la izquierdísima chulísima de nuestra Yoli la Tirabuzones, todas ellas (que no ellos, no se nos vayan a ofender la tontas del ministerio de Vulgaridad) exhiben orgullosas su mensaje de todos somos feministas, verdes, ecolojetas sostenibles (por las mentiras y el dinero), miramos la vida con perspectiva de género, queremos diálogo, detestamos la armas y creemos en la paz del mundo mundial mientras lanzamos tuits del “No a la Guerra” desde nuestra hogar, dulce hogar y sabiéndonos o creyéndonos merecedores del perdón divino, con un par de cojones, ovarios o simplemente con sobredosis de estupidez.
Escucho hablar al líder caído cual Sansón sin su melena, al exvicepresidente del Gobierno, con ese tono lastimero, empalagoso, meloso, vano, contenido, perdonavidas y sobre todo falso sobre los convulsos acontecimientos que le está tocando vivir a Ucrania. Escucho con tristeza decir que un país soberano que está siendo vilmente atacado, vilipendiado, roto, humillado, pisoteado… ese mismo país ha de tener claro que defenderse no le va a proporcionar más que dolor y derrota.
No alcanzo a entender cómo este personaje salido de los peores sueños de un país que ha creído y en sus últimos y más de cuarenta años crecido en democracia, puede, con la soberbia que le da el saber que jamás tendrá que salir a defender ni a sus hijos, ni a su hogar, y mucho menos a un país al que detesta, España, decir que los ucranianos han de saber perder y no meterse en luchas que de primeras saben que no van a ganar. Tampoco alcanzo a entender cuanta cobardía barata corre por las venas de este comunista que, endiosado y engreído tras un micrófono, cree que los hombres que se arman con un fusil no son hombres y evidentemente tampoco sus hombres. Es evidente que cualquier joven de 18 años que a estas horas esté defendiendo con uñas y dientes, su tierra, su gente, su patria, ese chaval tiene más dignidad de la que este sujeto no lograría ni en cien vidas.
Alguien le apodó “Coletas Rata” y el tiempo le está poniendo en su lugar. Y yo que me alegro. No merecemos a alguien a quienes a fecha de hoy le ceden voz, micrófono y panfleto para seguir expandiendo su idealizada y sangrienta ideología. Los españoles merecemos que cual rata de alcantarilla, con la cobardía que ya demostrara durante la pandemia del Covid-19, que su soberbia, y él se marchen de España, que deje de hablar sobre valentía y honra porque de eso la vida no le dotó y de la que jamás conocerá su significado.
La valentía se manifiesta cuando ves partir a tu mujer, hermana, hijo, madre y tú empuñas un fusil sabiendo que quizá mañana no estés vivo, sabiendo que quizá al día siguiente pases a formar parte de un pasado triste y cruel de la Historia, sabiendo que habrá personajes de tu calaña para quienes no signifiques nada, la nada. Sigue endiosado en tu discurso antibelicista que la vida es muy dura y la vida, afortunadamente, está hecha para los valientes. Cobarde.

A ratitos escribo cosas.
Cuando me inspiro.
Cuando me deja la vida.
Cuando se me van las manos.
Cuando me rodeo de silencio.
Cuando dejo el pudor dormido.
Cuando bailan mis palabras.
Pero sólo a ratitos de los buenos.
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