Prohibido prohibir

La cuestión ucraniana, llámenla guerra u operación militar especial (nótese el afán provocador de esta primera frase), avanza a la velocidad del rayo. Lo que ayer era la comidilla en los mentideros periodísticos, hoy ya es viejo y el tema de moda es algo completamente diferente. Supongo que es esto a lo que nos han acostumbrado las miniseries de Netflix, los matches del Tinder y, por qué no, los exiguos caracteres que componen un tuit; a una dependencia cada vez más grande de lo inmediato. Exigimos que nos distraigan, queremos emociones fuertes, si ya me hablaste de ello ayer, hoy ya me aburre.

Uno de los problemas que trae consigo esta dependencia del chute instantáneo es que no sólo se nos escapan los detalles de la noticia del día, sino que se nos pasan muchas otras que posiblemente tengan tanta trascendencia o más que la primera. En estos ya 13 días de guerra que llevamos han ocurrido muchas cosas. Las sanciones iniciales, las sanciones de dos días después. El no envío de armas, el envío de armas. Las conversaciones de paz parte una, dos y tres… y la censura. Es a esta última a la que me quiero referir.

¿Han visto a los periodistas destacados en Moscú salir apresuradamente de la capital rusa por miedo a que lo que escriban sea considerado una mentira por parte de Putin? ¿Han leído esos tuits de aquellos que justifican la intervención rusa amparándose a no sé qué cuestión histórica? ¿Y los de los que dicen que los primeros están locos y son unos criminales? Si los han visto y leído, bien, la cosa funciona. El problema es que una de las medidas que ha tomado “occidente” es eliminar de determinadas parrillas informativas y en diversos canales de vídeo on-line, la cadena RT y la agencia de noticias rusa Sputnik, de estos dos medios ya no van a poder, de una manera sencilla, obtener información o al menos conocer su punto de vista. Este, a mi modo de ver las cosas, es uno de los hechos más graves que han ocurrido en estas escasas dos semanas.

En primer lugar, porque nada justifica que se calle la voz a nadie. Si entendemos que lo que dicen esos canales es falso, demostrémoslo, contra argumentemos y, sobre todo, eduquemos a nuestra ciudadanía de manera que adquiera un juicio crítico que les evite caer en argumentos falaces y noticias inventadas. En segundo lugar, porque crea un peligroso precedente. Ahora y como para todo occidente Putin está loco, no parece descabellado este tipo de censura, pero, qué pasará cuando ese mismo “occidente” crea que determinado medio o mensaje es peligroso para la sociedad. Qué ocurrirá si ese mensaje lo estamos emitiendo nosotros, ciudadanos críticos con el establishment. ¿Se imaginan? Efectivamente, Orwell, 1984, la celda 101, la peor cosa en el mundoNo podemos ceder ante determinadas tentaciones, pase lo que pase, si hablamos de libertad de expresión: Prohibido prohibir.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

1 Comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*