Pongamos que hablo de Pedro Sánchez

Parece ser que están grabando una serie documental del día a día en la vida de Pedro Sánchez y, aunque a muchos nos gustaría verle como lo que es, el villano de la última de Austin Powers o en su defecto, el protagonista de una serie española tipo Los ladrones van a la oficina o Los Serrano, me temo que, muy a nuestro pesar, la producción irá más en la línea de Michael Bay, con efectos especiales, luces y explosiones, donde por fin mostrarán al héroe que es en realidad. Ese Clark Kent invertido que cuando se pone las gafas dedica su tiempo libre a salvar niños de incendios y ayudar a viejecitas a cruzar el paso de cebra y que siempre, esté donde esté, encuentra tiempo para preparar el desayuno a sus hijas.

El porqué y el cómo ha llegado tan arriba en tan poco tiempo es difícil de explicar. A mí, me gusta imaginar a Sánchez haciendo su aparición en la escena política saliendo por las puertas de las saunas sexuales del centro de Madrid que su suegro regentaba, donde conoció a Begoña y donde Villarejo hizo su agosto poniendo micrófonos. Esos sótanos le colocaron bajo el ala de Trini y tras muchas presiones y varias carambolas, acabó en un abrir y cerrar de ojos con el pandero en La Moncloa. Debemos recordar que no todo el mérito de llegar a ser el presidente del Gobierno con menos votos de la historia es suyo, Rajoy “El Blando” primero y Casado después, le allanaron el camino.

Lo sorprendente es que a muchos aún los tiene completamente hipnotizados. Las redes clientelares del PSOE llevan años alimentándose y creciendo bajo la superficie. Han construido miles de túneles llenos de ratas a sueldo del partido y se han asegurado de que, incluso en el peor momento, muy pocos se atrevan a salir a luchar por sus derechos. Es un sociópata de libro y le da lo mismo ocho que ochenta. Hoy puede montar un follón internacional para ayudar a curar a un saharaui y con las mismas, mañana le regala el Sahara a Marruecos. Le da placer ver sufrir a la gente y se dedica a poner palos en las ruedas de los ciudadanos. Pone peajes en todas las carreteras, aumenta los impuestos, se sube el sueldo en mitad de una epidemia, monta el gobierno más caro de la historia, usa el Falcon para ir al baño, reforma su casa de verano con fondos europeos, pacta con terroristas y separatistas, abre las fronteras para que entre el que quiera y se ríe de nosotros cada día sin que todavía nadie haya quemado un solo contenedor en Ferraz. Para él es sencillo, si no tienes para pagar la luz, haberte metido a político. 

Por mucho que lo parezca, Sánchez no es tonto. No podemos decir que es listo, pero tampoco que es tonto del todo y a pesar de sus pintas de chulo, vanidoso y egocéntrico, su aspecto, su pose y su semblante son simplemente trucos de distracción con el único fin de idiotizarnos y que pasemos por alto sus fechorías. Otro en su lugar, intentaría hacer su trabajo lo mejor posible, buscaría que allá donde fuese le vitoreasen y trataría de aparecer en la Encarta como el mejor y más guapo presidente del mundo. Pero a pesar de lo que pueda parecer, él no quiere nada de eso, tiene un objetivo y no lo pierde de vista. Desde que nació es un Terminator, un T 800 que viene del presente continuo, enviado por los socialdemócratas europeos con un arma poderosa: la Agenda 2030 y con una única misión: acabar la tarea que su predecesor, ZP, no pudo en la primera entrega, es decir, destruir España.

El Traidor sólo ama dos cosas: su imagen y su voz y odia todo lo demás. Como a muchos de su cuerda, lo que más tirria le da en el mundo es España y le dan urticaria los colores de la bandera. Pensaba que desenterrando a Franco dejaría de oír a sus demonios, pero no fue así y ve a Paco allá donde mira, le atormenta y no le deja dormir sus 12 horas del tirón. Ahora que le ha sacado del hoyo ya no puede culparle de todos los males y busca culpables desesperadamente. Ayer era el COVID y hoy es Putin, mañana será el cambio climático o cualquier cosa que se le ocurra a alguno de sus 1500 asesores.

Y es que Pedro Sánchez es consciente de la que tiene encima. A cada sitio que va, hay gente cabreada esperando para abuchearle. Ha conseguido ‘contentar’ a todo el mundo; a los transportistas, a los ganaderos y agricultores, a los autónomos, vamos, básicamente a cualquiera que respire. Y aparentemente ahora, después de años de tropelías, unos cuantos hemos sido capaces de unirnos sin el apoyo de sindicatos o medios de comunicación y hemos dicho basta.

Lo curioso de todo esto es que sólo han faltado un par de semanas sin Pablo y Egea para que el castillo socialista empiece a derrumbarse. Además, cada día tiene que pactar cada paso que da con Rufián, Otegui y doña Urraca y sabe que por más millones que le dé al Ministerio de Igualdad, a Montero le gusta que le den más y más. Por suerte, cuando llega a casa siempre está Begoña, esperando para apoyarle, siempre atenta, siempre fuerte, como un mástil donde poder agarrarse.

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6 Comments

  1. Me ha gustado mucho. Muchas personas se quedan con la punta del iceberg: es un presidente muy malo. Pocos (de momento) son conscientes del verdadero fin perverso y maligno de su principal misión: destruir España y a todos los españoles, en cuerpo y alma. Pedro Sanchez = personaje vendido a la Dictadura Globalista.

    • Gracias por tu comentario, Jimena. Efectivamente, tenemos al peor presidente en el peor momento posible y no somos conscientes de lo que realmente está haciendo a España. En las próximas elecciones, ganará la derecha y gobernará un país hecho trizas y arruinado, hará recortes y saldrá toda la turba, acompañada de sindicatos, a quemar las calles. 4 años después volverá la izquierda. Y así hasta acabar como Venezuela. No aprendemos. ¡Un abrazo, amiga!

  2. Muy grande el final del artículo Bea. ¡Bravo!
    Sánchez, ese tal Antonio para el resto de la humanidad, es un narciso sociópata psicopático. Un egocéntrico lleno de soberbia y arrogancia.
    Es de los clásicos que nacen de pie y que sigue estando encantado de conocerse cada vez que lanza sus peroratas constantes.

    Gracias, ¡mua!

    • ¡Muchas gracias por tu comentario, Nacho! Este sociópata que se quiere tanto a sí mismo es la pura imagen del diablo. Un vil traidor que vendería a su madre con tal de seguir en el poder. No lo echamos ni con agua caliente, pero tenemos que resistir y seguir dando la batalla cultural, si no tendremos socialismo hasta el siglo que viene. ¡Un abrazo!

  3. Me ha encantado el artículo.
    No conocía este medio, pero estoy muy contento de haberlo encontrado.
    Gracias

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