¿Qué está pasando?

La pregunta que da título a este artículo no tiene segundas intenciones, ni esconde un sarcasmo. La pregunta tiene que ver, como en las últimas semanas, con la situación en Ucrania. Me hago esta pregunta a pesar de la gran cantidad de mensajes, noticias y artículos que se pueden encontrar al respecto en las redes sociales y en los medios de comunicación. A pesar de todo, me da la sensación de que no es sencillo ir un poco más allá de los titulares.

Hemos enviado medicamentos, han partido caravanas para traer refugiados y se han habilitado albergues. También hemos mandado armamento, ametralladoras y munición. Se han reunido los ministros y presidentes del gobierno de los 27 estados miembros de la Unión, los de la OTAN y hasta algunos se han reunido con el mismísimo Putin. Todo eso además de las donaciones, recogidas de alimentos y cuestaciones populares. No obstante, me sigo haciendo la pregunta: ¿Qué está pasando? ¿Sabemos realmente qué estamos haciendo? ¿Hasta dónde llega la ayuda? ¿Qué queda por cubrir? ¿Nos están contando todo o sólo lo que interesa que sepamos?

Es innegable que la sociedad europea entera, desde sus políticos hasta la más pequeña de las asociaciones, se ha volcado en ayudar a los refugiados. Todos tenemos claro que hay una guerra a pocos kilómetros de aquí, pero creo que con todo hay una frontera no sólo geográfica o física, sino también de conocimiento, en la que de un lado estamos todos y del otro, el pueblo bajo las bombas. Una cosa es llegar hasta Polonia, Rumanía o Moldavia y otra muy diferente adentrarse en territorio de Ucrania.

Es posible que poco más podamos hacer desde una posición de neutralidad, pero después de semanas de conflicto parece que sabe a poco seguir esperando del otro lado que vengan a nosotros. ¿Funcionan los corredores humanitarios? ¿Podríamos presionar más como Unión Europea a que se abran nuevos pasillos? Y de abrirse, ¿Cuál es el mejor modo de hacer llegar la ayuda? Estas y otras muchas preguntas son las que me asaltan cuando leo por enésima vez la historia de una familia que llega en taxi o me pasan ese otro vídeo de un voluntario que se alista para combatir en una guerra que no es, a priori, suya.

Supongo que hasta que no pase un tiempo y podamos hacer un análisis de la respuesta, tanto humanitaria como informativa, todas estas cuestiones se quedarán sin resolver. Puede que nunca se contesten. Mientras tanto no queda otra que seguir preguntándose, tratando de informarse de diferentes fuentes y como Descartes, no dejar de dudar para poder conocer, después evaluar y mejorar para la próxima.

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