España, un país que no aprende

Es una pena que un país con tanto potencial como España se vea lastrado por un Gobierno tan incompetente, usurero y mentiroso. Es cierto que cada vez son más las personas que, tímidamente, comienzan a cuestionarse si verdaderamente este «gobierno del pueblo» ha traído algo bueno para el país. Aunque, en mi opinión –y espero equivocarme–, de cara a futuras elecciones los mismos de siempre se dejarán seducir por un discurso demagógico y engañoso haciéndoles olvidar lo incompetente que es este Gobierno.

Por naturaleza, las personas estamos «diseñadas» para olvidar los pensamientos y emociones que sentimos en los malos momentos. Por ejemplo, aunque nadie haya olvidado que en 2020 estuvimos bajo una cuarentena, pocas son las personas que recuerdan el miedo, la duda o la frustración que sentían durante aquellos meses. Aún menos son las personas que recuerdan la mala respuesta del Gobierno frente a esa crisis sanitaria.

Nosotros fuimos siempre por detrás del resto de países en tomar la temperatura en los aeropuertos, en restringir vuelos procedentes de países con contagios e incluso en comprar material sanitario. Lo lógico habría sido, al menos, imitar o copiar lo que hacían otros países en mejor situación que el nuestro. Pero no, en esos meses de crisis el Gobierno de Pedro Sánchez actuó a su manera: mal, con retraso, y engañando a toda España con ese falso «comité de expertos» del que ya nadie se acuerda.

Ante el engaño y la mala gestión del Gobierno, más de la mitad de los españoles mostramos nuestro rechazo, por ejemplo, con las ya olvidadas caceroladas. Estas fueron las que, en última instancia, obligaron a Pedro Sánchez a delegar responsabilidades a las comunidades autónomas aunque, naturalmente, con el «rescate» del gobierno a los principales medios de comunicación acabamos también por olvidarlo.

Pues bien, llegamos a 2022 y cambiamos la guerra contra el Covid por otra guerra más peligrosa y real; la invasión rusa de Ucrania. Occidente decide sancionar a Rusia y reducir la dependencia de su gas, provocando una subida de precios generalizada en los mercados de gas natural y petróleo. En España batimos récord en la factura de la luz –700€ MW/h en picos máximos– y nos encontramos con el litro de la gasolina a 2 euros. Aparece entonces Pedro Sánchez en el Congreso diciendo textualmente que «la inflación y los precios de la energía son única responsabilidad de Putin […] es verdad, es la verdad« y, como no, olvidamos que el año pasado tuvimos que comenzar a poner la lavadora de noche y cambiar el aire acondicionado por el abanico durante el verano. 

En las próximas elecciones, antes de echar la papeleta por el mismo autócrata que tenemos ahora, debemos recordar que prácticamente toda Europa está bajando impuestos mientras aquí el Gobierno nos sigue robando medio depósito de gasolina a 2€/l para pagarse su estado del bienestar a costa de arruinar comercios y empobrecer a los españoles. No olvidemos que tienen 20.000 millones de euros para despilfarrar en el chiringuito de Irene Montero pero no tienen para bajar los impuestos a los combustibles; principal motivo de la huelga de camioneros que pierden dinero por el alto coste del diésel del que, insisto, la mitad son impuestos. 

Con esto, habrán supermercados que no puedan hacer frente al desabastecimiento causado por la huelga, nos harán creer que los camioneros son insolidarios y, cuando la situación ya sea insostenible, aparecerá el Gobierno ofreciendo ayudas improvisadas en forma de subvenciones. Pero, una vez más, habremos olvidado la demora y el retraso del Gobierno al realizar –espero equivocarme– estas malas políticas de gasto que nada tienen que ver con la reducción de impuestos que están adoptando el resto de países europeos.

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