IreneMonteradas

Corría el mes de noviembre de 2017 cuando una joven diputada publicaba en Twitter: «Hace 84 años las mujeres votábamos por primera vez. Debería haber sido una fecha celebrada. Recordadas Campoamor, Nelken, Kent. Porque fueron, somos. Hoy seguimos peleando por la igualdad y contra el machismo».

La muchacha no tomo la cautela de consultar la web del Congreso de los Diputados. Tal como allí se recoge, en aquella sesión de 1 de octubre de 1931, Victoria Kent se opuso al sufragio femenino y Margarita Nelken ni siquiera había recogido su acta de diputada. Fue Clara Campoamor, liberal y precursora del voto de la mujer, la única diputada que voto a favor, fiel a su género y no a la disciplina de partido. En aquel momento, la actual ministra de igualdad al menos acertó una de tres. Había nacido una estrella.

Llegado el mes de enero de 2020, ya se sentaba en su poltrona la hacendada de Galapagar. Recordando aquellas fechas funestas, solo cabe decir que sus inicios como estadista rivalizaban con la actuación de Cagancho en Almagro. Fiel a las arengas de su compañera en el consejo de ministros, Carmen Calvo, perseveró en su empeño de celebrar el 8M, ya que al parecer «les iba la vida en ello». Y ciertamente a algunas les fue la vida en ello. Solo seis días después, en mitad de la peor peste vivida por la humanidad en más de un siglo, el gobierno decretaba el confinamiento de toda la plebe.

No tardó en demasía en reponerse de su infección por COVID. Atrás quedaron los tiempos en que la Montero beatificaba la pobreza. No tardamos en verla paseando el tafanario en la Mercedes-Benz Fashion Week, posando en las páginas de Vanity fair e incluso haciendo de opinadora en Sálvame Deluxe. Algo me dice que aquí se halla su puerta giratoria.

En torno a mil millones de euros del erario público han sido destinados en dos años a su atalaya del género. Desconozco el desglose de todas esas cantidades en detalle, pero esas anunciadas transferencias a ayuntamientos para el desarrollo del Pacto de Estado contra la violencia de género de 2020 tienen como información de su cumplimiento un par de Excels vacíos (mírenlo en su web). Solo cabe confiar en que una parte de esa pasta no haya sido destinada a un taller de esos para aprender a pintarse el pubis y lo que no es el pubis.

Lo que si hemos comprobado es que las bagatelas de la ministra plenipotenciaria de la matraca sorora incluyen seminarios de cambio climático con perspectiva de género, estudios en relación a los roles de género en el cine español y académicos asertos en relación a como el color rosa oprime las niñas. Y entretanto nos ha enseñado a todos/as/es a redescubrir las vocales en cada frase.

No se olviden del Punto Violeta. Según la web del propio ministerio […] es un instrumento promovido para implicar al conjunto de la sociedad en la lucha contra la violencia machista y extender, de forma masiva, la información necesaria para saber cómo actuar ante un caso de violencia contra las mujeres.[…]. El mismo consiste en una pegatina para colocar en establecimientos públicos o privados donde figura un QR en el que se te informa a qué teléfono debes llamar si te sientes violentada o agredida. Gracias a esa pegatina esos sacrosantos lugares repelen a los depredadores sexuales como el ajo a los vampiros. Y entretanto el tan necesario debate en relación a que a un violador le apliquen la prisión permanente revisable sigue en barbecho.

Ojo al parche, porque ya ha advertido que sus programas programáticos con perspectiva integral de género generacional en la lucha contra el falocentrismo fálico contarán con financiación adicional en los próximos años por un importe similar al PIB de Haití, pero multiplicado por dos. Si tienen un rato, pásense por la web de Igualdad y díganme si ese ministerio gestiona algún tipo de prestación. Subvenciones, becas y premios sí que gestiona. Pero mejor no demos ideas.

Promotora también del indulto a una condenada por sentencia judicial firme por un delito de sustracción de menores, su gobernanza alcanza su cenit con los intentos aún frustrados de aprobar dos leyes: Una de ellas permitirá a un hombre cumplir pena privativa de libertad en una cárcel de mujeres si él declara previamente autopercibirse mujer. Otro artículo de esta intentona legal implica la desaparición del deporte femenino. De la otra norma ya les hablaré con más detenimiento.

En fechas recientes doña Irene también ha alarmado a la plebe en relación a la llamada “violencia obstétrica” que al parecer cometen los ginecólogos de forma más habitual de lo que creemos. Con un razonamiento similar, tan profundo como un charco de líquido amniótico, podríamos concluir que los proctólogos tienen por oficio la sodomía. Reflexione usted sobre esto en su próxima colonoscopia.

No sé si habrán visto ustedes en los grandes diarios una de sus últimas campañas: Una simpática caricatura en la que una señora con el brazo en cabestrillo y con aspecto de haberse peleado con un puma es denigrada por un juez que la espeta: ¿Cómo voy a creer que su marido la maltrata si usted está viva?

Más allá de esa obscena falta de respeto por la judicatura, por supuesto el magistrado se retrata calvete, fondón, machirulo, con toga y gafas de seminarista. Pero dado que dato mata relato, les invito a que le echen un ojo al Acuerdo de 9 de diciembre de 2021, de la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial, por el que se publica la relación de candidatos que ingresarán en la Escuela Judicial. En su anexo descubrirán que los aspirantes que se incorporan a la Escuela Judicial son en su inmensa mayoría mujeres. Léanlo si les place y dudan en el Boletín Oficial del Estado de 13 de diciembre de 2021.

La ministra de la piruleta ha atravesado las fronteras del paroxismo cuando hace unas semanas afirmaba que las mujeres son las más sufridas víctimas en los conflictos bélicos. Desde las Termópilas hasta las guerras carlistas los muertos no se revuelven, más bien se carcajean en sus tumbas heteropatriarcales. En ese continuado esfuerzo por anatemizar al hombre, su ilustrísima debería haber dedicado algo de su tiempo a leer a un icono del feminismo, Camille Paglia, quién hace años ya nos recordaba que (…)Los hombres se han sacrificado y lisiado a sí mismos física y emocionalmente para alimentar, alojar y proteger a las mujeres y niños. Ninguno de sus sufrimientos y logros es registrado en la retórica feminista, que retrata a los hombres como explotadores, opresivos e insensibles.(…)

Inmenso es el sufrimiento de las refugiadas ucranianas que huyen del horror cargando a cuestas con sus hijos durante kilómetros hasta llegar a Polonia. Pero no invisibilicen la agonía de sus maridos cuando un obús les arranque una de sus extremidades o una bala les atraviese el píloro. Ellos no tienen derecho a huir.

¿Con qué sainetes nos hará flipar la Montero en fechas próximas? Permanezcan atentos a su Twitter y a su TikTok (Sí, se ha hecho un TikTok).

Los caricaturistas ya se declaran en huelga con ella. Ya no caben más memes en torno a su persona. Cada vez que tuitea sube de precio el uranio empobrecido.

Las alharacas de esta su ministra me recuerdan las palabras atribuidas al célebre economista afroamericano Thomas Sowell: «No hay negocio más lucrativo que luchar por derechos que ya se tienen, en nombre de opresiones que no existen, con el dinero de aquellos a los que se califica de opresores».

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