Medios de comunitoxicación

Han pasado tres semanas de mi último artículo de opinión en Minuto Crucial. Por ese motivo, hoy quiero ser cañero por el mono que tengo de expresarme ante los diferentes acontecimientos que se han dado. El primero, bochornoso, que los medios de comunicación inciten a que la borregada comprase compulsivamente mediante sus altavoces de turno para que, posteriormente, los supermercados sacasen tajada del encarecimiento del aceite de Girasol. El segundo tiene que ver con el trato injusto que se ha dado a los transportistas, tildándolos de extrema derecha por parte de diferentes voceros de la izquierda, todo esto por reclamar sus derechos. Y el tercero y más actual, trae consigo el que, a partir de mañana, por fin en España podamos volver a deambular sin mascarillas por los interiores de los establecimientos -salvo en casos excepcionales- tras años de imposición de la mascarilla.

Los tres acontecimientos tienen un punto de unión importante: en el primer caso, durante semanas, los medios de comunicación nos han querido vender la moto de que el aceite de girasol se acababa, poniéndonos como excusa la guerra de Ucrania. ¿Cómo pueden ser tan miserables, cuando en España tenemos zonas geográficas en las cuales se produce la siembra del Girasol? Las comunidades autónomas de Castilla y León o Andalucía son espacios en donde se siembra este producto por ser lugares en los cuales abunda lo secano, aunque los medios oculten este detalle. ¿No será mejor potenciar los cultivos en esos territorios, aupando a nuestros agricultores, que depender de países externos?

El segundo suceso tiene como protagonistas a los transportistas españoles. Me pareció deleznable ver cómo cargaban, tanto integrantes del Gobierno como periodistas, -de izquierdas, cómo no- contra un colectivo que se deja la vida en las carreteras, al mismo tiempo que renuncian a su vida “familiar”, para que los supermercados tengan  producción suficiente sin otro objetivo que el de evitar el desabastecimiento. Cuando llamaron a este colectivo de extrema derecha, me daban ganas de ver a cada uno de esos malparidos ejerciendo esa profesión tan dura, arriesgada como admirable.

Los del transporte se machacan horas y más horas transportando mercancías, ya sea a nivel nacional como internacional, como para que les venga el periodista/colaborador izquierdista de turno o político de la misma corriente a señalarlos como ultraderecha. Señores, dejen sus poltronas en las televisiones unos y las del Congreso de los Diputados otros, y dedíquense exclusivamente a la labor que desempeñan los transportistas, en vez de criticarles gratuitamente. Si os pusieseis en los zapatos de ellos, aunque fuese durante una mísera hora, os daríais cuenta de que no son ultraderecha, sino patriotas que se sacrifican para que todos tengamos comida que llevarnos a la boca, porque antes de aterrizar en el súper alguien lleva esa mercancía ¿tal vez sean ellos?

Y en el tercer y último tema a tratar, toca ceñirme a lo más actual. Hoy, con fecha 19 de abril, se firma el Decreto Ley que acarreará que mañana se pueda entrar sin mascarillas por los interiores de los establecimientos y recintos varios, salvo en aquellos que tengan vinculaciones con lo sanitario -farmacias u hospitales entre otros- o dentro de los transportes públicos, donde aún tendremos que convivir con ella hasta saber cuándo. Respecto a este acontecimiento, los medios de comunicación han ido paulatinamente aborregando a la sociedad. Lo han hecho de manera incipiente, citando esporádicamente el número de contagios que hay por covid, a pesar de que las muertes -aunque suene políticamente incorrecto decirlo- sean contadas, en comparación con el número poblacional que habita en España.

Mediante esta estrategia, los medios de comunitoxicación lo que buscan es atemorizar al ciudadano sugestionado para que le coja aún más miedo al virus -coronofobia- hasta tal punto que, a pesar de haber obtenido la ‘libertad’ de librarnos de las mascarillas, el individuo en cuestión la acabe utilizando a toda costa por toda la propaganda mediática que están llevando a cabo los del cuarto poder, mediante sus noticias sesgadas o la desinformación que nos generan. ¿La finalidad? Volver inseguro al dudacionista que pone en cuarentena las informaciones establecidas por un Gobierno o expertos plagados de incongruencias y al sugestionado por completo, el mismo que va solo en el coche o en pleno monte con mascarilla y que acabe aislándose de la sociedad como si de un ermitaño se tratara. La sugestión es tan mala como el mayor de los virus y  puede acarrear desde depresiones a cosas mayores. Eso estos desinformadores no lo tienen en cuenta.

Hace unas semanas, leí una noticia en la que se hacía hincapié lo importantes que eran las mascarillas a la hora de hacernos guapos. Este tipo de artículos lo mismo los he podido leer en medios de izquierdas como de derechas. Es lamentable ver cómo juegan con las inseguridades de los españoles, a la par que con los complejos de estos. La clase de perfil de español que anhelan: servil, inculto, acomplejado y que no muestre interés por leer otras fuentes que difieran del discurso oficialista. Eso sí, los que no pasemos por el aro, no dudéis que seremos negacionistas, antivacunas o palabros de esa índole. A aquellos sujetos habrá que recordarles que la hemeroteca es sabia y que sus discursos están plagados de incongruencias desde el minuto uno. Y no toco el tema de la guerrita dichosa, porque papá Google nos lo tiene prohibido con el asunto de monetizar, aunque no se pague gran cosa. Ese asunto considero que merecería al menos unos 20 párrafos de artículo por las medias verdades que acaban dedicando los medios de comunitoxicación.

Espero que las personas, en todos los temas que han salido y salgan a la palestra, se dediquen a investigar por diferentes fuentes… porque, amigos, los mass-media hace tiempo que dejaron de ser honestos, para convertirse en parte de un sistema corrompido en el que todo tiene un precio y en el que las noticias se han convertido en mensajes propagandísticos que buscan calar en una audiencia que carezca de personalidad. Porque sí, el periodismo hace tiempo que ha muerto y en la inmensa mayoría de las ocasiones todo lo que leáis surge más del publicista o relaciones públicas que del periodista. Os lo dice un graduado en periodismo que, al mismo tiempo, es estudiante de Publicidad, además de director de este digital.

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