El poder electoral de Andalucía

Parece ser que, al menos en principio, la convocatoria electoral en Andalucía se verá adelantada a junio a tenor de las declaraciones hechas estos días por el Presidente de la Junta, Juan Moreno. Y digo en principio porque parece qué menos que interesante que haya estado jugando al ratón y al gato tanto tiempo para, al final, tenerlo tan claro. Ya veremos si esto forma parte de una nueva estrategia en el que Moreno pretende poner nerviosa a la oposición y medir las zarpas ya sacadas de aquellos más cercanos a su banco de votos y rivales directos en la pesca de los mismos. Quiero creer que no porque, en ese caso, la evidencia nos llevaría a un evidente acto de poca honestidad, no ya con aquellos, sino con los propios ciudadanos a los que ya ha convencido de que así será.

Teniendo como hecho que estas elecciones se produzcan en meno de dos meses tendremos que medir el efecto que sobre la política nacional y los intereses del partido del Presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, pudiera tener. En principio, y estratégicamente, al PSOE sólo le convendría convocar las elecciones nacionales si con esto tuviera claro que pudiera salvar los trastos mínimamente en Andalucía por el efecto reflejo de la política nacional, algo que en estos momentos tampoco está tan claro. Por otra parte, también es cierto que Sánchez no ha dejado de decir que él no adelantaría elecciones, hecho que confirmaría que lo más probable sea que sí conociendo la firmeza de sus afirmaciones.

Válgame la ironía para recordar que Sánchez también es sabio en hundir los dedos en las llagas de aquellos por los que públicamente muestra cercanía y con los que comparte el poder, aunque sea de una forma tan incómoda. Convocar elecciones en estos momentos pillaría a PODEMOS y a su presunta candidata, aquella por la que apuesta Sánchez seguir compartiendo Consejo de Ministros, con el pie izquierdo, que no es el mejor de los pies para comenzar una campaña. Y es que los de PODEMOS aún no se aclaran con quién lidera o quién será alternativa a un proyecto requemado en las brasas de su ineficacia real para cambiar nada, y sí para empeorarlo.

Y es que, si analizamos los logros conseguidos en materia social por el actual Gobierno, y que no sean cuestionables y sí justos y asumibles como el Ingreso Mínimo Vital, que tuvo el apoyo en el Congreso de todas las formaciones políticas menos VOX, veremos no sólo lo conseguido sino el alto coste para los ciudadanos a través de sus impuestos y para el propio Estado y su deuda pública que amenazan en estos momentos seriamente el equilibrio económico necesario para seguir apostando por esas políticas sociales si no seguimos dando vueltas de rosca a los impuestos, algo que asfixiaría a las clases medias provocando un terrible efecto dominó, reduciendo el consumo y con esto la producción y con la producción el empleo y con el empleo todo lo imaginable.

Aquellos que no dejan de hablar de sostenibilidad deberían de comenzar por hablar de la sostenibilidad presupuestaria del Estado, pero también de la economía de los hogares, de la presión fiscal y sus consecuencias y dejar de una vez de tratarnos como números, géneros, edades o razas, porque eso, precisamente, es lo que deja clara la Constitución y los derechos fundamentales que no se debería hacer. Y es que, ya lo dije en algún artículo tras las pasadas elecciones generales, que este Gobierno de coalición de izquierdas estaría basado en una relación tipo mantis religiosa, cuya hembra se come al macho tras aparearse con él. Y nadie puede negar que ambas formaciones se disputan ser la hembra, a pesar de no serlo.

Volviendo a las elecciones andaluzas, la variabilidad de las encuestas en los últimos meses dejan un escenario incierto en lo que se refiere a las posibles alianzas post electorales, que no a qué partido va a ganar las mismas, un Partido Popular el de Moreno Bonilla que no habría tenido tanto éxito en políticas sociales, en Educación y en materia de empleo o autónomos si estas competencias no hubiesen estado en poder de consejeros de Ciudadanos.

Y ahora se da la curiosa paradoja de que Ciudadanos, parte esencial en la transformación del Gobierno andaluz, aparece menospreciado en unas encuestas que no reflejan el éxito y el cumplimiento de su programa electoral en el Gobierno de Bonilla ni siquiera en la confianza de aquellos que la depositaron en las últimas elecciones. Y es que esto no es nada novedoso en la política española y, ni mucho menos, en la andaluza. Siempre que hubo una coalición de Gobierno en Andalucía el partido minoritario, Partido Andalucista o Izquierda Unida, sufrieron serios varapalos en las siguientes elecciones a favor del PSOE.

En esta ocasión Marín no se la juega solo, sino que se la juega todo el partido a nivel nacional y la continuidad con garantías y en condiciones favorables de todo su proyecto político. Así que la apuesta de Ciudadanos desde Madrid por Andalucía en estas elecciones se espera que sea fuerte. Ya sucedió con UPyD, que acabó sus días tras el desastre electoral en Andalucía, a pesar de tener en ese momento cinco diputados en el Congreso. Eso sí, UPyD nunca estuvo ni en el Gobierno andaluz, ni tan siquiera llegó a tener representación en la Cámara andaluza.

Pero también se la juega Andalucía. Para el Partido Popular editar un pacto con VOX también aquí no sería muy positivo y la legislatura ni de lejos sería tan cómoda como la llevada a cabo con los de Inés Arrimadas. Además, de producirse ese acuerdo las movilizaciones en las calles de seguro estarán garantizadas. Sin embargo, también son conscientes de que la mejor forma de devorar a este enemigo es compartir con ellos el poder para luego fagocitarlos, o incluso pactar un posible acuerdo con el PSOE, como pudo ocurrir en Murcia, para quitarse del medio uno de los obstáculos que ambos tienen en su carrera por conseguir una cómoda mayoría absoluta.

Lo cierto es que en menos de dos meses no sólo saldremos de las dudas de quién será quién encabece las listas de VOX en la comunidad andaluza, qué consecuencias tendrá para PODEMOS lo que sucede en Madrid o cuáles serán las estrategias de unos y de otros, sino que los andaluces decidirán si quieren seguir con un Gobierno cómodo, con cierta fiscalización de lo público por parte de un Ciudadanos que, aparentemente, dio la talla en su trabajo en el ejecutivo andaluz, o si deciden que suceda lo que muchos ciudadanos están observando en Madrid, aún sin estar VOX en el Gobierno, la radicalización de un Gobierno que recorta en aquellas cuestiones que para la izquierda, parte importante y fundamental de nuestra sociedad, son ineludibles. Y no son pocas ni la izquierda dará gratuitamente por perdidas esas posiciones políticas, especialmente las de ámbito social.

Y, por supuesto, la batalla de la izquierda hasta llegar a las urnas estoy seguro que va a ser brutal. También se la juegan. Se la juega Andalucía y se la juega España.

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