Cómo ser español y no morir en el intento

Decía Winston Churchill que “el político debe ser capaz de predecir lo que va a ocurrir mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”. En la paradoja de encontrarnos con un tiempo político de mediocridad y de excesos de mentiras, manipulaciones, medias verdades… y cintas de video, escuchas y espionaje del Estado salpicado por el enfado de los espiados, la frase del político británico cobra especial interés por lo desorbitado de pedir, en estas circunstancias, que los políticos tengan que terminar por explicar por qué algo no ha ocurrido a partir de tanta falta a la verdad. Pero cuidado, porque la falta de verdad en política es el mejor argumento de peso de los verdaderos enemigos del Estado, que llegan a hacer uso de cualquier instrumentalización de la verdad para poner contra las cuerdas al Estado de Derecho. Y claro, así nos luce con el actual Gobierno y su Pegasusgate.

La situación es tan cómica, tan propia de parodias alocadas de humor absurdo que, si no fuera porque hablamos de personas que no han hecho sino desafiar al Estado a la vez que son un instrumento absolutamente necesario para la estabilidad y permanencia del actual Gobierno, estaríamos lagrimando de pura risa. Casi podríamos revivir al colosal humorista Eugenio comenzar a contarlo: “saben aquel que diu…”. Hoy las lágrimas, a más de uno, y de dos y de tres, se le saltan de la pena de ver la situación a la que han llevado al Estado y, de manera muy especial, de la mano de quiénes.

Huy no es poco frecuente encontrarse en las redes a ciber-absurdos, que no saben dónde buscar ya un protagonismo casposo y chirriante, rezumante de vaga inteligencia mental y emocional, que publicar comentarios tales como qué hace una candidata nacida en Alicante presentándose como aspirante a la Presidencia del Gobierno de la Junta. Y, a pesar de casi no negarles parte de razón, y si no que se lo digan a los estadounidenses que no permiten a un no nacido allí presentarse al cargo de Presidente de los Estados Unidos, hace ya mucho tiempo que estos mismos deberían de haber mirado para otro lado y criticado, de igual modo si en ello creen, qué hace un señor nacido en Argentina siendo secretario de organización y hasta portavoz en el Congreso de un partido en España, o qué hacen políticos de partidos independentistas en el Congreso de los diputados dónde cada diputado no representa constitucionalmente a los ciudadanos del territorio dónde se presentaron, sino a todos los españoles.

Estos ciber absurdos, de inteligencia artificial con el virus inoculado de la vergonzosa ignorancia producida por la violencia estructural eco ergonómica asesina de verdades y conspiradora neo clasista izquierdista de los del quiero y no puedo, hacen, además, alarde de preguntarse qué hace un partido que no cree en las autonomías presentándose a dirigirlas. Y, sin querer quitarles gran parte de razón en este caso me pregunto dónde anidaría su virus cerebral selectivo cuando se presentan al Congreso de los Diputados de un Estado aquellos que no creen en él, o aquellos que son capaces de defender a aquellos que han atentado contra él partidos políticos que abiertamente buscan la división del Estado o la separación de parte de sus territorios. Partidos que, además, han intentado de forma ilegal, contra el Estado y contra la Constitución declarar la independencia. Y me pregunto, más aún si cabe, dónde tendrían ese virus el día en el que comenzaron a ver cómo los enemigos de nuestro actual sistema democrático del 78 entraron en el Gobierno mientras necesitaron el apoyo y lo siguen necesitando, de aquellos que quieren dividir a España. Yo sólo me los imagino sentados en las gradas y aplaudiendo como lo hacen las focas en los espectáculos, sin saber a qué pero porque se lo han enseñado. Eso sí, esperando su parte de pescado como recompensa.

Pues miren ustedes, yo personalmente no votaré a la susodicha persona de Alicante, pero no porque sea de allí sino porque no me caso con muchas de sus consignas políticas, son su arribismo que trata de compensar el odio del otro extremo del populismo en este país, puros cómplices de la subida al poder de los que comparten con el PSOE el Gobierno. Partidos ambos que en lo que más se parecen es en la necesidad que tienen de exigir a los ciudadanos qué es lo que deben o no deben hacer con sus vidas y hasta con su felicidad, alejando la verdadera libertad de sus consignas y en un efecto de relativismo moral que lleva a los que cometen acciones a prohibir su cometido a otros. Y mejor no sigo porque podría calentarme por encima de lo global. Pobre mi Andalucía si tuviera que depender políticamente de unos o de otros.

Ahora estamos en la época del chantaje a las instituciones del Estado y al propio Gobierno a cargo del no escándalo del caso de las escuchas llevadas a cabo por orden del juez en el ámbito de las investigaciones que desde el CNI pudieran derivarse sobre posibles atentados contra el Estado de Derecho y contra la integridad del Estado. Y, encima, aquellos que judicialmente han sido condenados por ello, se revuelven en sus faldas y pantalones bajo la indignación de que el Gobierno haya sido partícipe sin entender que en este país aún quedan resquicios de aquello que en Democracia se llama separación de poderes. Este tipo de órdenes no las da un Gobierno sino que las da el juez. Y este tipo de investigaciones las deben hacer los servicios de inteligencia del Estado de oficio, entre otras cosas porque es su trabajo y para eso lo pagamos todos los españoles, para que cuiden por nuestra seguridad y por garantizar la unidad constitucional.

Pero todo es válido para conseguir objetivos en la carrera por ostentar el poder suficiente como para volver a utilizarlo contra el Estado. Y ahí el actual Gobierno no se ha vuelto sino mero colaborador necesario de los graves problemas que todos sabemos se nos avecinan de la entrada de miembros de partidos como ERC, Bildu o la CUP en la Comisión de Secretos Oficiales. A ver si la foca sigue aplaudiendo y de tanto pescado de una vez explota, si no es que la están cebando para luego cocinarla a fuego lento, muy propio de culturas políticas fagocitarias como estas.

Pero ante tanta arena política convertida en fango yo me pregunto, sobre esto de los espías oficiales, las escuchas o los epitafios sobre Comisiones que interesa silenciar, me pregunto yo, ¿y quién espía al espía? ¿Quién controla a los que controlan? Mucho me temo que el papel fiscalizador de la oposición, ahora incluso debilitada por la ausencia en el Congreso del líder de la oposición, está en horas muy bajas, especialmente ante esta mayoría absoluta de Gobierno Frankenstein, como lo denominó el tristemente desaparecido socialista Rubalcaba.

Y es que parece ser que, cada día más, las ideas más próximas al autoritarismo del Gobierno se ciernen sobre la ciudadanía imponiendo lo que está bien o lo que no, lo que deben o no deben hacer, qué bebida tomar, si tomar carne o no y, en todo caso, si decides hacerlo porque no te lo pueden impedir, deberás pagarlo en impuestos; una medida nada progre y muy alejada de los derechos de todos los ciudadanos a los bienes y servicios. Ya mismo, sólo serán los más pudientes los que puedan acceder a un buen entrecot de ternera o a un buen vino de rioja. Eso sí, al precio de acabar con esa clase media que durante décadas y décadas han constituido el soporte económico y dinamizador de esta sociedad.

La censura se traslada también, como no, a las redes sociales, en las que empresas bastante sospechosas en sus relaciones ideológicas, cuestionan y deciden qué se puede o no decir… pero parecen hacerlo en una única dirección. ¿Y quién controla a estas empresas? Imagino que quién decide hacia dónde debe o no dirigirse la opinión pública. ¿Es esto progresista? ¿Consiste el progresismo en que nos digan qué debemos hacer en nuestra vida, qué debemos o no comer o beber o cuándo debemos de ser más pobres porque lo importante es llenar las arcas para seguir pagando este sistema de control de todo, para conseguir un ejército de focas agradecidas que aplaudan sin cesar sin saber a qué pero a cambio de una triste sardina, sin saber que son otros los que se están comiendo la ballena mientras ellos siguen sobreviviendo en una tempestad que les terminará arrancando de la boca hasta las raspas?

Sinceramente, creo que la situación que atraviesa nuestro país no es nada halagüeña. Y más me lo hace pensar que la manipulación y la estrategia de algunos, pagados con el dinero de todos, es capaz de movilizar los votos hacia uno u otro lado de la pantalla política, obviando soluciones de centro que realmente en todo se alejan de los excesos de gasto, que atienden en sus proyectos políticos las necesidades de los más vulnerables y que poseen verdaderos proyectos económicos para poder resolver los problemas y que pasan no sólo por bajadas de impuestos sino por un mayor control del gasto público. No todo es prescindible en un proyecto económico, pero aquello que sí lo es verdaderamente, aquello que no resulta realmente productivo pala la sociedad y para el Estado, no debería formar parte de unos presupuestos. Sí, un sí rotundo siempre a lo público y a un Estado garantista, pero con perspectiva humana, social y de Derecho.

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