Los Goya o el buen cine

Los que hemos crecido en España con programas como Estudio 1 viendo películas de Hollywood, buenas películas, no como ahora, sentarnos a ver cómo los actores españoles hacen el ridículo en una Gala cada vez más soez nos resulta insoportable.  

En blanco y negro, veíamos como José Bódalo, Paco Rabal, entre otros, grandísimos actores y actrices interpretaban a los clásicos y a la vez nos aportaban cultura, pero de la buena. Aquellos tiempos no volverán porque la cultura, como todo por desgracia está impregnada de mal gusto, de mamarrachadas infumables y tergiversación. 

Año tras año, los españoles financiamos un aquelarre “cultural” o eso dicen, cerrado, inaccesible a no ser que seas político, o titiritero. Como ya todo vale, la alfombra roja es una especie de desfile, no sabemos muy bien si de seres humanos o extraterrestres venidos de otro planeta. 

En un país donde se respeta a la mujer y al negro o amarillo, tenemos que tragarnos reivindicaciones estúpidas que en otro sitio les costaría esa cabeza hueca que tienen algunos. Desde una superioridad moral que ellos mismos se han adjudicado, nos miran por encima del hombro como si de dioses se tratarán.  

Eso sí, el dinero que se gastan es el nuestro, faltaría más, porque el cine español salvo honrosas excepciones, sin subvenciones públicas, dada la ínfima calidad de sus películas ya habría desaparecido hace años. Se consideran una raza superior y no son más que un grupo de patanes vendiéndote una mercancía defectuosa. 

Nada habría que criticar si todo este circo se lo pagaran ellos, pero no. El caviar, los vestidos, los hoteles son a cuenta de usted y yo, querido lector, los paganinis a los que esta gente desprecia. Al lamentable espectáculo se une el impresentable Pedro Sánchez, dándonos una imagen digna de el mejor Buñuel o Berlanga. Los españoles asqueados protestamos mientras ellos se ríen de nosotros, poco se puede hacer cuando nos gobierna lo más miserable de la política española. 

Asistimos pues resignados, año tras año, a un evento canallesco, zafio, deslucido, un quiero y no puedo que da vergüenza ajena. Nunca seremos Hollywood, ni ganas viendo lo visto con su relación con posibles casos de pedofilia que están saliendo a la luz en la Meca del cine. 

Me quedo con esos “Doce hombres sin piedad”, magníficamente interpretada por un elenco de buenos actores. Posiblemente, pobres, pero maravillosamente honrados y enamorados de su profesión, mientras que lo que hay ahora es basura, cara… pero basura y su sitio es el contenedor, no hay más. 

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