La actualidad informativa se encuentra dividida este verano. Unos hablan en tertulias de radio de por qué el rey de España, Felipe VI, no se puso en pie ante la espada de Simón Bolívar en Colombia. Y es que, desde el propio Gobierno, han salido en tropel para afear a D. Felipe ese gesto que han calificado ellos de “desprecio”, “irreverente”, “intolerable”.
Para el sector más populista del gobierno no fue una provocación que Gustavo Petro paseara un símbolo al margen de la Ley 12 de 1984 del país, la cual sólo reconoce como símbolos patrios de Colombia su himno y su bandera. ¿Se imaginan que habría dicho el sector más populista del gobierno si en un acto oficial del Reino de España, se hubiera paseado frente al dictador de Marruecos la espada Tizona de Rodrigo Díaz de Vivar?
Y es que, para dañar la imagen de este país, siempre andan prestos y dispuestos los podemitas, nacionalistas y comunistas. Y es que, a menos España, más ingresos para estas estridentes minorías. Otro de los temas que copan las portadas de la prensa tiene que ver con la escasez de hielo. De los creadores de “agotemos las existencias del papel higiénico” y, tras su reciente éxito “encarezcamos el precio del aceite haciéndolo desaparecer del súper”, ahora nos llega “acabemos con los cubitos”.
Todas estas noticias de actualidad que, deberían considerarse menores, están sirviendo para que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez active caso de forma clandestina sus particulares palancas en la economía de nuestro país. Palancas de las que ya nos advirtió durante su campaña como candidato, cuando nos subrayaba que “gobernar con Podemos era llevar a España a las cartillas de racionamiento”.
El presidente Sánchez se estrenó, de forma totalmente impensable en la España del S.XXI, recortando de forma drástica nuestra movilidad y nuestra libertad, encarcelándonos en nuestras propias casas (primera palanca), con el inestimable respaldo del principal partido de la oposición, afanoso como es frecuente a blanquear cualquier fechoría socialista. Todo ello cuando la economía sigue resintiéndose todavía de aquel recorte de Libertad histórico para nuestra joven democracia, presidente Sánchez sigue activando las palancas que nos llevan cada vez más a parecernos a una dictadura caribeña.
Para maquillar la crisis de los carburantes se activa la segunda palanca, bonificación (con nuestro propio dinero) y limitación al repostar. Más racionamiento. El presidente Sánchez ha pasado de querer ser recordado como el presidente del Gobierno que solucionó la economía a querer ser recordado por sus políticas verdes. Al parecer, hacer algo positivo por nuestra economía, lo da ya por imposible. Y no es que su afán ‘eco‘ lo satisfaga únicamente regalando a periodistas que visitan la Moncloa las ya famosas berenjenas que cultiva en su huerto. También el presidente del Gobierno Sánchez ha activado su tercera palanca a bordo de su súper puma. Palanca que incide en las restricciones y la falta de Libertad como es la propuesta de plan energético. Ciudades a oscuras para ahorrar en energía. No dirán que no es una solución ingeniosa.
En definitiva, las palancas que activa Pedro Sánchez no son más que la conocida Ley del embudo, donde los ciudadanos sufrimos las carencias de su parte estrecha, mientras que él disfruta de la parte más ancha de sus políticas. Tenemos al presidente del Gobierno con menos luces de nuestra democracia. Y mientras tanto, los españoles preocupados por la falta de cubitos de hielo en el súper. ¡Qué te pasa, España!
Cuando un indocumentado accede al poder, es mérito de él o de los que le apoyan( o porque el rival es la mediocridad pura).
El error( y muy grande), de la maravillosa Transición fue darle el poder real a los partidos nacionalistas( por qué ?).
Llevamos 40 años de bipartidismo mercantilista, que ha podido dejar a los nacionalistas en su ámbito de influencia, y no gobernando España( y robando).Y no lo han corregido.
Este Sánchez no está aquí por casualidad, sino porque la aritmética se lo ha permitido; y hará ( lógicamente), todo lo que pueda para gobernar eternamente.
Es lo peor que nos ha ocurrido, pero es la consecuencia funesta, de nuestra maravillosa ley electoral, forjada en la maravillosa transición.
Así que, por lo pronto, agua y ajo.
Me entienden, no?