Rocky Vs Drago

Comienza una semana marcada por el fallecimiento de Isabel II. Sin entrar en el eterno debate de monarquía o república, hay que reconocerle a la monarca más longeva de la vieja Europa la profesionalidad, digámoslo así, con la que actuó durante sus 70 años de reinado. Sí, la puso en ese trono el hecho de llevar una sangre y apellidos determinados. Sin embargo, otras que enarbolan la bandera del feminismo y el empoderamiento, disponen de su particular poltrona dorada por otros méritos igual de antiguos como los que ellas mismas critican.

Pero volvamos al tema de la semana y que nadie caiga en la trampa de quien desea “ser recordado como el político que arregló la economía de España”, que utiliza cualquier evento o suceso a modo de bomba de humo con el fin de desviar la atención sobre la nefasta gestión de su Ejecutivo. El pasado martes se produjo el cara a cara en la Cámara Alta entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Nada más ver entrar en la sala al dirigente socialista con el último botón de la camisa desabrochado, cualquiera se imaginaba lo que estaba por llegar; ¿acaso no se ha dado cuenta que lo de la corbata no ahorra ni energía ni dinero ni nada? Debe de ser frustrante que un científico esté tantos años estudiando para que al final la solución esté en un trozo de tela. Sin comentarios.

Lo que ocurrió en el Senado fue como en la película Rocky IV, un gobierno cada vez más comunista cuya única salida es insultar a la oposición. Viendo la sesión, no se sabe si fue más patético ver el momento en el que las cámaras pillaron a nuestro Drago llamando falso a su oponente o cuando seguidamente puso cara de niño bueno diciendo que no lo había hecho. Y es que el líder de los populares se equivocó cuando dijo que Sánchez le insultó, que lo hizo; Pedro Sánchez insulta a todos los españoles cada vez que abre la boca al igual que hacía el entrenador de Drago antes de cada combate: se enorgullece de su gestión durante la pandemia, niega la inflación y cuando la reconoce, la vende como lo mejor que le ha pasado a España, se erige él mismo como el líder de la Unión Europea en la lucha contra el cambio climático… si se escribe egocentrismo en Google, aparece una fotografía de Pedro el Grande, el Guapo… el Rey Sol es lo que mejor le va, puesto que se cree el centro del universo.

El problema es que puedes pasarte de frenada y el público que te adoraba, te da la espalda, igual que le pasó al púgil ruso en la mítica película ochentera. Por un lado, se encuentran los palmeros que no van a dejar de defenderle y alabarle, es lógico, les va el salario en ello. Lo mismo ocurre con aquellos que no pueden evitar pensar con la mente de tiempos pasados, ese es su verdadero caladero de votos. Pero, por otra parte, hay mucho socialista cansado, mucho simpatizante de izquierdas que le da lo mismo que a su tatarabuelo le fusilaran en una cuneta. Son trabajadores que ven como su poder adquisitivo disminuye mientras quienes deberían de poner remedio a ello se dedican a difamar y a hacerse los ofendidos cuando la oposición les recrimina su triste programa en materia económica (o energética, o laboral…). ¿O es que acaso el hecho de insinuar que van a meter mano en los precios de la cesta de la compra no es más propio de un régimen comunista que de un país que se cree moderno? Cuba, Venezuela, Bolivia… ¿es necesario seguir? Señor Sánchez, no todo el mundo ha estudiado la carrera de Economía, pero tampoco hace falta ir a la universidad para darse cuenta de que la cosa no va nada bien y la sociedad, entre la que se encuentran sus votantes, ven que su pose de modelo y su hablar indignado como si no hubiese roto un plato, hace mucho tiempo que no cuela.

Los ganchos y directos le empiezan a llegar con cada vez más contundencia: paro, inflación, peticiones de indulto, críticas a los jueces, ministerios absurdos, asesores que no asesoran, ridículo en Ucrania, gestión energética inexistente, acercamiento de presos… la combinación de golpes le pilla con la guardia cada vez más baja porque su fuelle se está agotando. Todavía habrá que esperar unos cuantos meses para verle derrotado como el gigante ruso, aún quedan varios asaltos en el Senado o en el Congreso en los que los españoles tendremos que seguir soportando su verborrea fácil y barata basada en la vejación. Pero caerá, seguro que caerá, palabra de Balboa.

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