Feliz Navidad con humor… o no

Si hay algo que representan las fiestas navideñas, además de su simbolismo y valor litúrgico para los cristianos, es el hecho de que esa coincidencia de la celebración del nacimiento de Jesús con el cambio del año, momento en el que nos hacemos tantas promesas de cambio, de superar retos, de conseguir objetivos, es la idea del resurgimiento, el renacimiento continuo y cíclico con el que cada año damos la bienvenida al Hijo de Dios según la creencia cristiana, y el cambio de ciclo que supone pasar de un año a otro. Y todo así lo celebramos en unas fiestas familiares y de amistad en el que se constituye como el periodo del año en el que existe mayor comunicación humana.

Todo son buenos deseos para los demás y para uno mismo, todo es paz y amor y en el cielo Gloria. Supongo que será precisamente por todo esto por lo que el Congreso y el Senado se pillan sin excusas vacaciones hasta principios de febrero, que ya nadie se acuerde siquiera de ese espíritu, tan dañino para la escenografía parlamentaria en la que la composición del abanico ideológico es tan extenso… y tan enfrentado. Eso sí, si al mesías de turno se le pasa por sus intereses, no se preocupen que convocará los plenos que sean necesarios para cuadrar su agenda y, haciendo uso de la mayoría absoluta que le otorgaron los votos que confiaban en que no pactaría con PODEMOS, ni con Bildu, ni con ERC, sacar adelante leyes que nunca prometió en campaña y que no llevaba en su programa electoral. Hoy quiero ponerme en los posibles pensamientos del Presidente del Gobierno en unas líneas…

“Y es que nuestra democracia, si tiene algún error más grave que el resto, es en la confianza explícita de que ningún Gobierno iba a hacer lo que éste está haciendo. O, digámoslo de otro modo, si yo quiero manipular a la ciudadanía, si quiero hacer creer que soy víctima y no verdugo, no tendré más remedio, medios de comunicación afines mediante y no afines fustigados como castigo, que buscar en otros culpables. Y claro, si me hace el favor de entrar en el panorama político un grupo parlamentario con consignas tan tradicionalistas que hieren la sensibilidad de cualquier alma sensata que ha dejado que el tiempo avance por sus venas, tengo la diana perfecta sobre la que tirar mis dardos. No avanzar en el tiempo lo transformo en regresar en el mismo y lo traslado, sin ningún tipo de reparo, a la época de la dictadura y los convierto en fascistas. Y, por aquello de la honda expansiva, a todos aquellos que se acerquen mínimamente a alguno de sus postulados que no me sean útiles.

Mejor, para qué andarse con medias tintas. De todas formas, los nuevos graduados de la ESO tampoco van a saber distinguir más allá de lo que se les diga gracias al plan de limpieza histórica y filosófica de su currículum… Mejor decir que todo aquél que no esté de acuerdo con mis planteamientos está en contra de la propia democracia y, por ende, también debe ser fascista o antisistema. Mejor, aún, golpista, así quedan hasta deslegitimados y darán más miedo a los electores. ¡Pero cuánto aprendí del gran Goebbels, ministro de comunicación y propaganda de Hitler!

De paso, para asegurarme los apoyos suficientes en esta y en la futura legislatura, les haré la cama a los separatistas y a aquellos que intentaron independizar una parte del territorio español y, aunque mi partido apoyase el 155 como medida para paralizar el intento, eliminaré el delito para que puedan ser perdonados, quedando yo de bueno y alzándome con la medalla al entendimiento y al talante, término que bien acuñó mi buen amigo Zapatero, el mismo que también usaba el avión oficial para ir a actos del partido, y no paso nadaaa, que estos fascistas son muy quisquillosos. ¿No se dan cuenta de que soy el nuevo Zar de España? Bueno, mejor dicho, el sucesor del Zar, a pesar de que tuviese en mi amigo Pablito a mi Rasputín particular. Pero, eso sí, a ese sucesor mejor no nombrarlo, vaya a ser que hasta los míos se me revelen, que ya andan calentitos a costa de tantas imposiciones de Pablo y los suyos, que yo acojo con tanto gusto. Y si no, mirad lo bien que le fue al comandante Chávez gracias a los consejos estratégicos de esta cuchipanda universitaria. Todo justifica mis fines, que no son sino conseguir hacer de España un juego de los SIMS con el que construir un país a mi imagen y semejanza, en el que se me perpetúe en el poder, al menos, hasta que tenga garantizado un retiro prestigioso, de renombre, y en el que, como buen hombre de izquierdas, se me trate con honores por encima de toda la mansedumbre.

Vaya, una mansedumbre como la que había contratada en la cafetería de Moncloa cuando yo llegué, hombre de izquierdas que me vi obligado a despedir a tantos y tantas y tantes. Maldita sea la suerte que ha devuelto ante las cámaras a Perla, después de dos años de desconsolado paro desde que la eché, con dos hijos pequeños que dependen de ella. Bueno, mi magnanimidad sí le consiguió la posibilidad de un ingreso mínimo vital sobre el que debería estarme agradecido, porque sin este no podría haber sobrevivido en este país de progreso y de buenas noticias económicas.

 Bueno, creo que debo irme, tengo una reunión con mi amiga María Jesús para analizar un nuevo impuesto a Papa Noel. Aún no hemos deliberado ni siquiera si este impuesto será más alto si los regalos los introduce por la puerta, por la ventana o por la chimenea. Lo de la chimenea creo que debe ser lo más castigado, ya que es lo menos ecológico y no queremos ni pensar la cantidad de luz, de agua y detergente que tendrá que usar para lavar tanto la ropa después de cada bajada.

Bueno, queridos españoles y españolas y españolos, os recomiendo regalaros muchos cinturones porque vais a necesitar apretároslos pero que mucho el año que viene. Y, como gane las elecciones a final de año, iros preparando a comprar o regalar antidiarréicos porque os vais a cagar. ¿Pero por qué ponéis esa cara, para una vez que no miento?”

Y así, con un poco de humor… o no, me despido por ahora de todos vosotros, deseándoos que disfrutéis enormemente de todos esos momentos de comunicación, cercanía, amistad, amor, familia y felicidad. Que estos momentos no se conviertan nunca en el camino sino en el fin que no debemos abandonar en ningún momento del año ni como familia ni como sociedad.

Que ese espíritu os embriague y os transforme ofreciendo la luz de vuestras sonrisas pero también el tesón, el esfuerzo y el coraje, como dice el anuncio de este año, para exigir una verdadera democracia, en la que ni os mientan para conseguir vuestro voto ni os hagan pensar que atacar a jueces, a la Constitución o a aquellos que piensan distinto, sea en algún momento reflejo de esa realidad democrática que constituye, fundamentalmente, la soberanía de nuestro pueblo, la Constitución que votaron todos los españoles en la que se nos ratificó como un Estado democrático y de Derecho, una Monarquía Constitucional con separación de poderes, con un territorio inseparable en el que no tienen cabida ni referéndums de autodeterminación ni atentados verbales contra los respetables miembros de los órganos de los jueces.

¡Feliz Navidad!

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