Esclavos: ¿indios y negros?

Suele ligarse la esclavitud a la ejercida sobre indios y negros, pero hay motivos para poner en duda esa generalización. La esclavitud ha sido una práctica mucho más extensa e intensa de lo que se suele creer. Casi nunca tuvo que ver con el racismo, sino con necesidades económicas y militares. Un buen ejemplo de esto fueron las antiguas Grecia y Roma, cuyos esclavos no lo eran por ser de otra raza. Otro ejemplo es el de los pueblos del territorio de los actuales Estados Unidos antes de la llegada de los europeos, cuando unas poblaciones indígenas esclavizaban a otras. Muchos pueblos africanos esclavizaron también a otros africanos. Los musulmanes y los árabes hicieron lo mismo durante muchos siglos. 

La esclavitud ha sido lo normal en la historia de la mayoría de las naciones. En la Edad Moderna, Estados Unidos emprendió una guerra para abolirla, aunque la finalidad real no fue esa, sino la de que no se deshiciera la federación, y en esa tesitura, la liberación de los hombres negros vino bien para nutrir las filas del ejército. Sea como fuere, lo cierto es que la abolición tuvo lugar. Es sabido que Dios escribe derecho con renglones torcidos.

Una abolición así no había sucedido nunca. Hasta el siglo XVIII ni siquiera se planteó en serio la cuestión y cuando sucedió a finales de ese siglo fue precisamente la civilización europea, hoy acusada de ser supremacista, racista, esclavista, etc., la que derogó la esclavitud. Antes no había sucedido en ningún otro lugar.

Es interesante señalar que en ello tuvieron mucho que ver algunos hombres de negocios, líderes religiosos y europeos imperialistas, que lograron destruirla en todo el planeta. Este es un hecho perturbador para la ideología extendida en nuestro tiempo. Ellos lograron, en primer lugar, que los ingleses tuvieran en cuenta la brutalidad que acompañaba a la esclavitud y cuán inmoral resultaba esa práctica. La batalla que hubieron de librar fue dura, pero vencieron. Como resultado, Inglaterra, que era ya la primera potencia naval del planeta, después de haberlo sido España, vigiló con sus navíos de guerra el comercio de seres humanos, fuera del país que fuera, abordando los barcos dedicados a ese tráfico. Esta historia choca de frente con la visión actual, empeñada en difundir una realidad inventada.

Además de ello, ni siquiera fueron los cristianos europeos los mayores traficantes de esclavos en tiempos anteriores. 

El historiador Robert Davis informa de que entre los años 1580 y 1680 aproximadamente un millón de cristianos europeos, que no eran indios ni negros, sino blancos, fueron reducidos a esclavitud y vendidos en el mercado. La cifra supera con mucho a la de los africanos que, también convertidos en esclavos, fueron conducidos a las colonias de Estados Unidos en esas fechas. Los piratas que se dedicaban a la caza y captura de tales europeos por las costas de España, Italia, Portugal, Francia, y hasta Islandia, procedían de Rabat, Trípoli, Túnez, Argelia, etc., y los vendían en mercados árabes del norte de África y Oriente medio. El imperio otomano, que también pagaba corsarios para abastecerse de esclavos, era el principal comprador. Parece que en este caso al menos la esclavitud tenía que ver con la religión y no con la raza. 

Se calcula que los árabes redujeron a esclavitud a unos catorce millones de africanos, mientras que los países europeos hicieron lo propio con unos doce millones. Cuando los esclavos de Estados Unidos ya habían sido liberados, los mercados musulmanes todavía comerciaban con esclavos blancos europeos.

En todos los casos deben abandonarse las ideologías, pues no contribuyen a la luz sino a la oscuridad, y poner en su lugar el estudio, la inteligencia y el sentido común. Este de la esclavitud es solamente un caso entre muchos.

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